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LA ESTIRPE MALDITA (RESEÑA PERSONAL DE FONTENLA)

 



Texto: Fontenla. Imagen: portadas de la novela en Europa, diseño de Vault.

Mientras que la licantropía (es decir, la transformación mágica de una persona en lobo u otro animal semejante) es, sin duda, uno de los mitos más recurrentes dentro del género fantástico, son muy pocas las obras que tratan el fenómeno opuesto: el animal que se transforma en hombre y vive como tal, llegando a mantener relaciones amorosas -e incluso a tener hijos- con mujeres de nuestra especie. Y no es que falten fuentes folclóricas de semejante fenómeno: por ejemplo, las leyendas de los indios norteamericanos atribuyen el origen de ciertas tribus a la unión entre un ser humano y un animal, que tan bien podía ser un lobo como un perro o un castor. En China y Japón también se creía que algunos animales, especialmente los zorros y los tanukis, podían adoptar forma humana para gastarles bromas pesadas a los incautos. Sin embargo, dentro de la ficción moderna hay pocas obras que traten el tema: un cuento del escritor francés Boris Vian titulado El lobo hombre (que, por cierto, serviría de inspiración a cierta canción clásica del rock español), la hermosísima película anime de Mamoru Hosoda titulada The Wolf Children… y finalmente la nueva novela de Sara Lena Jiménez, que se titula La estirpe maldita y a la cual, gracias a la generosidad de Sara, he tenido el honor de aportar algunos granitos de arena.

Esta novela comparte muchos elementos con Un legado para Selene, incluyendo algunos personajes, la mezcla de distintos géneros (que van desde la novela histórica hasta el terror gótico, pasando por el thriller) y una forma magistral de fusionar lo real con lo fantástico, tal como no se había hecho desde que Guillermo del Toro estrenó El laberinto del fauno. La principal diferencia entre ambas novelas es que esta pone el foco en la licantropía, mientras que la historia de Selene giraba en torno al vampirismo. Otra diferencia notable es que La estirpe maldita se basa en la mitología ancestral de las culturas indígenas americanas, concretamente en la leyenda mexicana del Nahual (hechicero que adopta la forma de un animal mediante el consumo de pócimas mágicas). Por el contrario, Un legado para Selene se inspiraba en las leyendas macabras centroeuropeas, así como en la tradición gótica canonizada por Bram Stoker, aunque el legado espiritual de los pueblos prehispánicos también estuviera muy presente.

Yo creo ver otra diferencia de carácter más estructural. Mientras que Un legado para Selene se sustentaba sobre tres planos diferentes (los villanos, los héroes y los sabios), La estirpe maldita presenta una serie de dualidades, al mismo tiempo opuestas y complementarias. Entre ellas podemos destacar estas cuatro:

1-El ser humano (o aparentemente humano) frente al ser no-humano (de carácter bestial o sobrenatural).

2-La Historia (centrada en la guerra de la independencia mexicana y encarnada por los Villagrán) frente al Mito (los hechiceros y los Nahuales). La historia de los antiguos chichimecas se sitúa entre ambos polos.

3-El presente (Alberto) frente al pasado (Rodolfo).

4-Y, por supuesto, la dualidad esencial en todas las grandes aventuras: el Bien (lo que podríamos llamar humorísticamente el team-Alberto) frente al Mal (el team-Romualda).

A estas cuatro dualidades esenciales podemos añadir otras de carácter más abstracto, como la ignorancia (situación inicial de Alberto) frente al conocimiento (descubrimiento progresivo de la verdad) o la soledad (situación inicial de Rodolfo) frente a la difícil -pero no imposible- integración en un determinado colectivo (la pareja, la familia, el círculo de amigos o incluso el grupo de combate). En este sentido La estirpe maldita, al igual que Un legado para Selene, puede considerarse no solo una emocionante historia de aventuras fantásticas, sino también una novela de formación, a través de la cual el héroe descubre y desarrolla su verdadera personalidad. Esto no debe extrañarnos, pues, como dice la profesora de Peter Parker en cierta película de Spiderman, todas las historias tienen un único argumento: descubrir quién soy. Y en esta novela dicha premisa se cumple perfectamente… pero, eso sí, cambiando el quién por un qué.

En el este enlace podrás ver el booktrailer

Puedes leerla en este enlace:

Entrevista de los coautores, en el siguiente enlace: 👉 Sara Lena y Javier Fontenla.

Este libro está disponible en Amazon.

En México y el resto de Hispanoamérica (en este enlace).

En España y en resto de Europa (en este otro enlace).

Y si quieres más información, visita este 👉 enlace




Puedes 




UN LEGADO PARA SELENE (RESEÑA PERSONAL DE FONTENLA)

Hace algunas semanas se publicó en Amazon Un legado para Selene, novela de fantasía oscura escrita por la autora mexicana (y principal impulsora de este blog) Sara Lena Jiménez, con la modesta colaboración de quien escribe estas líneas.

 

Texto: Fontenla. Imagen: Pixabay.


Al igual que su compatriota Guillermo del Toro, Sara Lena posee el don de mezclar armoniosamente fantasía y realidad, terror y ternura, tristeza y esperanza, tal como demuestra sobradamente en esta obra, cuya historia no responde a un argumento rígido y monolítico, sino que abarca tres planos diferentes (sobre la importancia del número tres en la novela habría mucho que decir). Cada uno de estos tres planos puede relacionarse con un carismático personaje femenino, tal como mostramos a continuación:

1-El plano “siniestro” se corresponde con un personaje al mismo tiempo legendario y real: Elizabeth Báthory, condesa húngara del siglo XVII que fue acusada de asesinar doncellas para bañarse en su sangre. Al parecer, tales crímenes se debían tanto al sadismo de Elizabeth como a ciertas creencias supersticiosas, según las cuales bañarse en sangre virgen le permitiría conservar su belleza juvenil más allá de los límites ordinarios. En este personaje confluyen dos inquietantes mitos populares, el del aristócrata perverso que hace un pacto con el Diablo (otro conocido ejemplo es Gilles de Rais, cuyos crímenes inspiraron el cuento “infantil” de Barbazul) y el del vampiro seductor que busca la inmortalidad a través de la sangre (aunque el ejemplo más conocido es, sin duda, el conde Drácula, no debemos olvidar a las numerosas vampiras de la mitología antigua: Lamia entre los griegos, Lilith entre los hebreos, Lamashtu entre los babilonios, etc.). Podemos decir que Elizabeth es la “mala” de la novela, aunque su papel en la misma es mucho más complejo que el de una simple antagonista. La sombra masculina de Elizabeth es el atormentado vampiro húngaro Janós, quien además es el narrador de la historia.

2-Un plano “heroico” se corresponde con la “chica buena” de la novela, una preadolescente mexicana llamada Selene. Es una niña tímida y con problemas de integración, que se siente incomprendida tanto en el ámbito escolar como en el familiar. Ese sentimiento de desarraigo emocional se acentuará cuando descubra una terrible verdad sobre su origen, que la llevará al borde del suicidio. Sin embargo, Selene posee un extraordinario potencial interior que, a pesar de todas las dificultades, se irá desarrollando a lo largo de la novela. Sin dejar de ser un thriller sobrenatural, la historia de Selene también tiene mucho que ver con lo que los alemanes llaman Bildunsgroman o “novela de formación”, pues nos muestra un proceso de tránsito entre la ingenuidad infantil y la madurez emocional. La sombra masculina de Selene es su amigo Alberto (quien también guarda muchos secretos en su vida, pero esa ya es otra historia, que será contada en otra ocasión).

3-El plano “mágico” se corresponde con Xóchitl Teutle, abuela materna y mentora de Selene. Xóchitl es una mujer de raza india, muy sabia y bondadosa, que ha heredado las facultades mágicas de los antiguos chamanes olmecas. Si Elizabeth es “la villana” y Selene “la buena”, en cambio Xóchitl ejerce el papel de “maestra del héroe” (en este caso, de la heroína). Se trata de un rol básico en la ficción, que se remonta al arquetipo legendario del “mago bueno” (Merlín, el hada madrina de la Cenicienta…) y que llega hasta la cultura popular moderna, encarnado en figuras tan entrañables como Gandalf, el Maestro Yoda de Star Wars o la bruja Flora del manga Berserk. La sombra masculina de Xóchitl es su hijo Mario, padre biológico de Selene, que nunca deja de velar por su hija, ni siquiera cuando la muerte se interpone entre ellos.

Para terminar mi somera presentación de Un legado para Selene, que no pretende abarcar todos los matices de esta historia tan mágica y emocionante, solo me queda mencionar un pequeño detalle: Selene celebra su cumpleaños el tres de marzo, así que si la ves aún estás a tiempo de felicitarla.


Más información en 👉 este enlace.

Una navidad diferente



Texto de Sara Lena. Imagen de Pinterest


Mi padre estaba muy preocupado, porque aún no había podido comprarme mi regalo de cumpleaños ni había apartado mi pastel. Estaba a punto de cumplir siete años, pero me decía que no me preocupara, porque pronto cobraría la raya y me compraría un delicioso pastel al salir de la fábrica. Cuando llegó ese ansiado día, mi madre sacó los adornos que tenía guardados en una caja. Ella siempre los almacenaba para que al menos no faltara la alegría durante los días especiales. Recuerdo que aquel día realmente se esmeró. Llenó la sala con mis princesas favoritas e incluso hizo figuras con globos de colores. Preparó la gelatina que más me gustaba y la más deliciosa agua de horchata que podía existir.

Esperamos a mi papá llenas de ilusión, pero aún no había llegado cuando el reloj señaló la medianoche. Entonces mi madre me mandó a la cama, porque al día siguiente tenía que ir a la escuela. Al despertar vi que mi madre seguía sentada en el sillón, con las manos en el rostro. Me acerqué para apurarla y recordarle que en la escuela podrían regañarme por llegar tarde. Entonces, me di cuenta de que ella tenía el rostro hinchado y los ojos enrojecidos. Me abrazó y me dijo entre lágrimas:

—Hoy no irás, hija.

Comprendí de inmediato que le había pasado algo a mi papá. Pero mi madre no fue capaz de responder a mis preguntas, pues el llanto le quebraba la voz. Mi madre me dejó en casa de mi abuela sin decirme lo que pasaba. Desde aquel día ella pasaba todo el tiempo en el hospital y era mi abuela quien me llevaba al colegio. Como no teníamos dinero, decidimos poner un puesto de dulces frente a mi escuela. Llegábamos muy temprano, para tener todo listo media hora antes de que sonara el timbre. Me adapté a la nueva rutina y el negocio funcionaba bastante bien. Pero un día cerraron la escuela por una rara enfermedad, a la que llamaban, Coronavirus. No entendíamos lo que pasaba, pero ya no pudimos continuar con el negocio y mi abuela se puso muy triste, arrepentida de haber invertido tanto en surtir el puesto. Después mi madre regresó del hospital. Yo tenía muchas ganas de abrazarla después de tanto tiempo sin verla, pero ella me ignoró y se encerró en su antiguo cuarto, sin dejar de llorar. Mi madre había sido en otros tiempos la mujer más dulce y cariñosa del mundo, pero ya no quería hablar con nadie. Yo no entendía por qué había cambiado tanto.

Vivíamos las tres encerradas y mi madre era como un fantasma, ni siquiera probaba bocado durante las comidas. Pasaba la mayor parte del tiempo dormida o llorando, nunca hablaba de mi padre y se molestaba si yo le hacía preguntas, así que decidí dejar de hacerlo. Me sentaba sola en la sala, aunque no prendía el televisor porque ya estaba harta de oír siempre los mismos mensajes. Todos los días aparecía un señor diciendo “quédate en casa”, como si tuviéramos otra cosa que hacer.

Un día mi padre volvió a casa. Me sentí mejor porque al fin alguien hablaba conmigo, aunque no me dejara abrazarlo. Él me contó que aquel día había sufrido un asalto después de cobrar y me pidió perdón por no haber podido traerme mi pastel de cumpleaños. Se había quedado en el hospital y mi madre lo acompañó hasta que los médicos le dijeron que debía volver a casa, pues allí corría riesgo de contagiarse. La empresa de papá había cerrado y los trabajadores no habían cobrado su sueldo. Por un lado, ya no me sentía tan triste; pero no podía seguir estudiando, pues, como mi padre había perdido su empleo, no podíamos pagar la conexión a Internet. Durante los meses que siguieron mi corazón se llenó de tristeza, a causa del encierro y de las preocupaciones que atormentaban a mis padres.

Un día de principios de diciembre nos enteramos de que mi amiga Alejandra había perdido a su madre y a sus abuelos por culpa de aquella enfermedad. Cuando fuimos a darle el pésame a su familia, yo les dije que aquella Navidad no tendríamos nada que celebrar.

Pero Alejandra me dijo que debíamos recuperar la esperanza y la fe en Dios, ayudarnos en todo lo que pudiéramos y seguir adelante. Entonces recordó que su papá necesitaba una niñera de confianza, para cuidar de ella y de su hermano Daniel. Mi madre se ofreció de inmediato para el empleo y, como el padre de Alejandra era muy buena persona, me invitó a tomar clases con sus hijos. Aquella Navidad la pasamos todos juntos en su casa. No había muchos lujos, pero mi abuela y mi madre se lucieron en la cocina. Alejandra y su padre compartieron con nosotras su fe y su esperanza en Dios. Nos enseñaron el verdadero significado de la Navidad y nos dijeron que aquel año no vendría Santa Claus, porque él también había enfermado de Covid. Fue una Navidad diferente, pero aun así aquel día todos volvimos a sonreír después de tantas tristezas. Al fondo de la sala apareció una luz muy brillante y yo pensé que era la estrella de Belén, de la cual tanto me habían hablado. Me sentí tan tranquila y feliz que empecé a caminar hacia ella, pero mi padre me detuvo y me dijo que aún no era mi tiempo. Luego añadió que ya se sentía mejor, porque mi madre por fin había encontrado un empleo. Luego él entró en aquella gran luz y se desvaneció por completo.

©Autora: Sara Lena Tenorio.

Este cuento se publica en el marco del concurso de "cuentos oscuros de navidad". Aclaro que no concursará, solo se publica con fines demostrativos, tiene la finalidad de inspirar y animar a los autores para que participen.

Si aún no te has enterado del concurso, te dejo la invitación en vídeo.

Dale clic aquí para que consultes las bases del concurso.

Tal vez te interese leer los cuentos participantes en este concurso:

  1. Una navidad morta (autora Alejandra Jaime).l (autora
  2. Un fantasma de noche buena (autor Gabriel Valdovinos).
  3. Perros de montaña (autor Iván Bathysta).
  4. Navidad en el hotel (autor Oscar Kcriss).
  5. El legado de mi padre (autor Beda Kurwen).
  6. El anfitrión de noche buena (autora Marisela Riquelme).
  7. La caja de Navidad (autora Silvia Carús).
  8. La primera Navidad de Mircia (autor Peter Winchester).
  9. Un cruento destino (autor Matthew Cromwell).
  10. El pesebre más lindo del mundo (autor William Martínez "El gato").
  11. Navidad en Chapultepec (autora Alejandra Ruiz).

Dale clic al siguiente enlace para votar.




El caso de Dionisia, la madre amorosa


Aclaro que este cuento es altamente morboso y perturbador, no apto para menores de quince años ni para personas sensibles.

  Texto de Sara Lena. Imagen de Pinterest


Mis manos temblaron al tomar un folder de manos de Gustavo, el agente del departamento de homicidios. Estaba rotulado con un nombre que me resultaba muy familiar y se trataba del expediente de un extraño caso criminal, auténtico acertijo para todos los agentes que tenían asignada su resolución. La etiqueta decía: "El caso de Dionisia, la madre amorosa". A la víctima la conocí cuando ella apenas era una adolescente y yo estaba iniciándome en el servicio policial. Entonces me tocó sacarla de un lío muy grande, en el que varios de mis compañeros cayeron muertos al enfrentarse a tiros contra cierto cártel del crimen organizado. Aquella chica había tenido una infancia muy desgraciada, lo cual la había llevado a fugarse de su hogar con un hombre al que apenas conocía y de quien, aun así, se enamoró. Aquel hombre no solo la engañó, sino que además la vendió a un burdel de mala muerte, en el cual fue víctima de trata de blancas. Yo fui uno de los policías que la rescató de aquel inmundo lugar, así como a otras jovencitas que habían sufrido una suerte similar. Dionisia se ofreció a atestiguar en contra de los criminales y yo había sido asignado a su custodia como testigo protegido, así que la llevé a una casa de refugio, donde también estaba su familia. Fue allí donde me enamoré locamente de ella. Tiempo después un paso en falso puso fin a mi corta carrera de policía, después de haberme graduado con honores en la academia. Con el paso de los años terminé siendo un simple guardia de seguridad de un famoso centro comercial. Gustavo había sido mi compañero en aquella época y mi imprudencia casi le costó el puesto también a él, pero lo salvé confesando que mis faltas se debían exclusivamente a mi propia irresponsabilidad. Después de tantos años sin vernos hoy ha venido aquí para que lo ayudase a descifrar este misterioso caso y a capturar al culpable. En resumen, aquel expediente dice lo siguiente: «Doña Dionisia era la amorosa madre de Ezequiel, o más bien su alcahueta, pues en varias ocasiones lo habían llevado a la comisaría, detenido como sospechoso de algunos delitos que se le achacaban. Aquel chico realmente era un adolescente bastante perturbado, según rezaba el diagnóstico psicológico anexo. Pero su madre siempre se las arreglaba para pagarle la fianza. Resultaba curioso que se refiriera a su hijo de quince años como "su pequeño" y que en sus alegatos dijera en repetidas ocasiones que no podía permitir que su pequeño terminara en la cárcel, porque “quién sabe qué cosas malvadas podrían hacerle ahí dentro, lejos de su protección”. Ella fue interrogada en varias ocasiones y declaró que se sentía en la necesidad de protegerlo cuando sus vecinos lo denunciaban. A quienes hablaban mal de él los acusaba de ser unos traidores, lo cual daba lugar a constantes pleitos y querellas dentro de las instalaciones de la comandancia. Tales disputas ya eran habituales y bien conocidas por el personal de la comandancia, pero, de alguna forma que aún no se ha esclarecido del todo, Ezequiel siempre resultaba exonerado de los cargos que pesaban contra él. El origen de aquel comportamiento tal vez tenía que ver con el hecho de que Dionisia había crecido en un ambiente sumamente machista. Cuando era niña sus propios padres la maltrataban de formas impensables, según lo que ella declaró ante el psicólogo que se le había asignado de oficio, bajo el compromiso firmado de esforzarse para mejorar la conducta de su hijo. Su padre la golpeaba brutalmente, con el silencio cómplice de su madre, quien callaba porque temía perder a su marido (y, sobre todo, las grandes cantidades de dinero que él le daba). Constantemente se preguntaba si acaso no era obligación de todos los progenitores cuidar a sus hijos por encima de todo. Su infancia la había marcado duramente. A pesar de que ella siempre había guardado silencio sobre las injusticias que había sufrido, se juró a sí misma que protegería a su hijo con su vida y contra quien fuera necesario. Ezequiel pasó de ser sospechoso de venta de drogas, delito que jamás se le pudo comprobar legalmente, a ser objeto de serias acusaciones de violencia familiar en contra de su madre. El escándalo que el muchacho provocaba cada vez que llegaba a su hogar borracho o drogado alertaba a los vecinos sobre lo que ocurría en el interior del departamento que compartían únicamente madre e hijo. Pero, tras las múltiples humillaciones que recibieron de la víctima en su vano esfuerzo por protegerla, como era de esperar, un día los vecinos se cansaron de denunciar y entonces la situación se salió de control, pues no hubo nadie que detuviera a aquel muchacho en sus brutales ataques contra su progenitora. Varios policías acudieron al departamento alertados por el ruido, pero, al ver la dantesca escena que los esperaba allí, pensaron que habían llegado cuando ya no había nada que remediar. Daba la impresión de que hubieran entrado varias personas al lugar de los hechos, pues había demasiados objetos fuera de lugar. Ezequiel no estaba allí y doña Dionisia yacía inmóvil boca abajo sobre un gran charco de sangre, con múltiples moretones en el cuerpo que parecían a simple vista haber sido provocados por el bate de baseball que se encontraba al costado derecho de la víctima.

El informe que redactaron los peritos concordaba con la evidencia fotográfica que se había tomado del lugar de los hechos, indicaba que el cuerpo tenía severas evidencias de violencia pues el hueso del fémur derecho se había roto y las astillas salientes habían perforado la piel de la pierna. El hombro derecho se había dislocado. Numerosos trozos de cristal se habían incrustado en el rostro de la víctima. De su cabeza manaba un enorme chorro de sangre, durante la inspección la agente Margarita notó que aquella mujer aún respiraba. Pero la respiración de Doña Dionisia parecía muy débil, al igual que el resto de sus signos vitales, y era necesario actuar con rapidez para salvarle la vida. Cuando llegó la ambulancia, el paramédico declaró que aquella mujer aún estaba viva y empezó a estabilizarla con el escaso equipo que llevaba consigo. Por otra parte, los camilleros que lo acompañaban colocaron vendajes y torniquetes, y la subieron a la ambulancia tan rápido como les fue posible, pero poco antes de llegar al hospital el vehículo fue interceptado por un joven motociclista, que encañonó al conductor y lo obligó a abrir las puertas traseras del vehículo. A continuación, el joven subió y disparó sobre la paciente.

Cuando la policía se trasladó al lugar de los hechos, solo encontraron un superviviente. Este, un joven paramédico, declaró que, cuando aquel misterioso motorista se había acercado a la víctima, esta había abierto los ojos y le había dicho: —Ezequiel, te amo y siempre te protegeré. La respuesta del motorista había sido: —¿Igual que me protegiste de mi padrastro cuando abusaba de mí? Siempre lo supiste, madre, y te quedaste callada. Sabías del terror al que me sometía y del gran dolor que él me provocaba, cuando yo vivía en medio de un infierno que no parecía tener fin. No me quedó más remedio que hacer lo que hice, tuve que terminar con aquel cerdo porque tú no tuviste el valor de hacerlo. No me protegiste cuando más te necesité, y ahora su espectro me persigue y me obliga a cobrar venganza. Me dice que si tú hubieras tenido el valor de confrontarlo yo jamás habría tenido que asesinarlo. Desde aquel momento su voz está dentro de mi cabeza y me obliga a hacer cosas que no deseo. Yo también te amo, madre, pero él es más fuerte que yo. Según el testigo, a continuación aquel motorista había asesinado a la mujer y a sus compañeros de la Cruz Roja, mientras él se escondía en el asiento del copiloto, razón por la cual pudo escuchar, pero no ver, lo que había sucedido. Sin embargo, cuando la investigación continuó, la policía se dio cuenta de que aquella ambulancia había salido de la estación con un chófer y dos paramédicos, los mismos que habían aparecido sin vida dentro del vehículo. Aquel presunto paramédico que había prestado declaración desapareció sin dejar huella.» Para mí todo estaba claro. Ezequiel actuó solo, pero sus múltiples personalidades hacían sospechar la intervención de cómplices. De ser detenido y encontrado culpable, argumentará que actuó víctima de un ataque esquizofrénico, para así lograr una condena más benévola por el delito. Sin embargo, sospecho que el reporte de las huellas dactilares no coincidirá con las suyas, pues es un joven con un coeficiente intelectual bastante alto y seguramente habrá pensado cómo inculpar a otra persona. Pero, como aún es menor de edad, regresará al lugar de los hechos tratando de obtener recursos que le permitan independizarse. Se alejará de aquella ciudad en cuanto logre cumplir ese objetivo y se irá en busca de protección con el único familiar que le queda vivo, su verdadero padre. De alguna forma habrá descubierto mi secreto: que su padre soy yo. ©Autora: Sara Lena Tenorio

Este cuento es una ampliación del cuento "La madre amorosa", también de mi autoría y que pueden visitar en mi blog personal

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La monstruosa vida de la maestra del terror, Mary Shelley (autora de Frankenstein)



Semblanza histórica

Pintura de Charly M. Cadáver. Imágenes de Pinteres.

Una de las hipótesis que se manejan en el mundo literario, es que la impactante vida de la autora del libro "Frankenstein o el moderno Prometeo" se vio fuertemente influida por su vida personal. Los detalles de la misma han sido ampliamente discutidos por historiadores y críticos literarios, generando varias hipótesis que aún hoy son objeto de estudio. Su vida fue tan controvertida que inspiró una película con su nombre, estrenada en el año 2017. Dependiendo de la fuente, existen muchos datos que causan grandes confusiones. Por esa razón hicimos una investigación de su biografía. Contamos con el apoyo de la maestra de literatura María Silvina. Muchos de los datos que aquí se exponen han sido analizados y contrastados a través de las hipótesis presentadas por varios autores reunidos en un club de lectura, entre ellos la literata Raquel Sánchez. El análisis de la obra se realizó haciendo uso de diversas fuentes y el resultado fue revisado por el filólogo Javier Fontenla. Nuestras conclusiones aún pueden ser objeto de controversia.


Mary nació del romance entre dos autores radicales, que con sus ideas de feminismo y amor libre convulsionaron a la sociedad británica de inicios de la Revolución Industrial. El 30 de agosto del año 1797 nació Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley, en Somers Town, Londres. Sus padres fueron la escritora feminista Mary Wollstonecraft y el filósofo político William Godwin. Su vida se inició en medio de la tragedia, pues su madre murió pocos días de haberla traído al mundo, a causa de la fiebre del puerperio. En el hogar de su infancia tuvo la oportunidad de escuchar las pláticas de su padre con los más prestigiosos intelectuales de la época, que acostumbraban visitarlo. Aquel hogar estaba formado por la nueva esposa de su padre, Mary Jane Clairmont, por una hermana (Fanny Imlay) y por dos hermanastros (Charles y Claire).
Siendo una niña sin acceso a la escuela formal, Mary aprendió a escribir trazando las letras del epitafio de la tumba de su madre, a quien visitaba durante largas horas. Esa fue probablemente la razón por la cual Mary usaba primero el apellido de su madre, pues fue así como aprendió a identificar su propio nombre. Puede decirse que convivió con su madre de una forma singular, a través del legado que esta había dejado en sus textos. Su pasión por la lectura la mantuvo en permanente crecimiento intelectual, pero la sumió en una relación conflictiva con la esposa de su padre. Las ideas que había heredado de su verdadera madre y su dolorosa orfandad materna la condenaron a una vida problemática desde la primera infancia. Eso la llevó a volcar en sus letras el resultado de la esmerada educación que le había proporcionado su padre, si bien lo hizo con matices de dolor y polémicas controversias aún hoy vigentes. Dominó varios géneros literarios desde temprana edad y se aventuró a la innovación creativa.

Entre los años 1812 y 1814 fue enviada en dos ocasiones a Escocia, bajo la tutela de la familia de William Baxter. En su regreso a Londres, conoció a Percy Bysshe Shelley, un hombre casado que frecuentaba su casa como recomendado y pudiente alumno de su padre, y que contribuía al pago de las deudas familiares. La atracción entre ambos jóvenes dio lugar a un tormentoso romance, que concluyó con la fuga de los enamorados, llevándose Mary consigo a su media hermana Claire. Entre 1815 y 1819 fue madre de cuatro hijos, todos ellos fruto de su relación con Percy, pero solo uno sobrevivió: Percy Florence. Esa serie de pérdidas fue lo que indujo a Mary a un continuo estado de depresión.

En uno de sus viajes por el continente fueron invitados por Claire, a la residencia de Lord Byron y, tras varias noches de charlas, Byron propuso la idea de escribir una historia sobrenatural, que desafiara las normas. Estaban presentes Byron, Percy, Mary y Polidori (médico personal de Byron). Gracias a ese reto, Mary acabó dando vida a su famoso monstruo sin nombre, creado por Victor Frakenstein. De esa misma forma surgió  "El Vampiro" de Polidory, que fue el primer relato moderno de vampiros y el germen de otras muchas obras, como "Dracula" de Bram StokerSolo ellos siguieron el reto, que resultó muy importante para el mundo de la literatura, porque convirtió a Polidori en el creador de los vampiros literarios, mientras que con la creación de Mary nacía el icono de la Ciencia Ficción. Primero fue un sueño de Mary, en el cual vio al científico creador y al monstruo. Según los expertos, el texto comenzó como un relato corto o cuento y luego, con ayuda y guía de su pareja, se convirtió en la obra maestra que vería la luz editorial en 1818. La literatura de terror posgótica y la ciencia ficción nacen gracias a esta obra. Aunque esta recibe la influencia del estilo romántico vigente en su época, anuncia el camino que seguirán autores posteriores, como Julio Verne. Estas obras llegarían a inspirar la mente a importantes científicos y descubridores, que acabarían haciendo realidad aquellas aventuradas ideas, convirtiéndolas en realidades que hoy ya forman parte de nuestros avances científicos y tecnológicos. 



Jerónimo Ledesma publicó en Ediciones Colihue Clásica (2006) la traducción al español de la obra de Mary Shelley “Frankestein o El Nuevo Prometeo”. La obra contiene notas y una introducción donde se nos revela el contexto histórico, social, político y familiar de la autora. Analiza la influencia literaria feminista de su madre, la filosofía de su padre y el impacto de Shelley en su vida. Ello nos permite rastrear la formación literaria de Mary y la intervención de Percy en su obra cumbre, iniciada en 1816 y publicada en 1818, tras haber sido rechazada por varias editoriales. La primera edición constó de quinientos ejemplares y contenía una introducción de Percy, condición indispensable para ser publicada. Como escritora, Mary no fue suficientemente considerada en una época convulsionada por los estallidos sociales y por grandes cambios en los paradigmas culturales, pero durante la cual la figura femenina aún estaba vetada en los círculos académicos y literarios. Así fue como nació un icono de la literatura universal. 170 años después de su fallecimiento Mary es recordada y homenajeada en todos los idiomas, entre otros motivos porque ella supo imprimir en sus obras fuertes convicciones sobre la vida, el amor, el abandono, la política y la muerte.


Tras la muerte de su esposo se dedicó a reivindicar al poeta con su obra, así como a criar al su único hijo superviviente. Vivió de manera independiente, gracias al producto de sus trabajos y a sus publicaciones. Afectada por un tumor cerebral y por múltiples complicaciones en su salud, su vida se apagó el 1 de febrero de 1851.


Escribió varias obras a lo largo de su vida, las cuales se citan a continuación.

  1. Historia de una excursión de seis semanas (1817).

  2. Frankenstein o el moderno Prometeo (1818).

  3. Maurice, or the Fisher's Cot es un libro infantil publicado en 1997, que Mary Shelley escribió en 1820 para Laurette Tighe.

  4. Mathilda. Fue escrita entre 1819 y 1820, debido a su contenido, no sería publicada hasta 1959.

  5. Un cuento de las pasiones o la muerte de Despina (1822).

  6. Valperga o Vida y Aventuras de Castruccio, Príncipe de Lucca (1823).

  7. La novia de la Italia moderna (1824).

  8. El último hombre (1826).

  9. La suerte de Perkin Warbeck: Un romance (1830).

  10. Falkner (1830).

  11. Transformación (1830).

  12. Proserpina (1832).

  13. El mortal inmortal (1833).

  14. Lodore (o La hermosa viuda) (1835).

  15. Caminatas en Alemania e Italia, en 1840, 1842 y 1843 (1844).

Autores: María Silvina Díaz, Sara Lena Tenorio y Javier Fontenla


Referencias sacadas del Muy historia en versión impresa y digital:


https://www.muyhistoria.es/contemporanea/fotos/las-obras-mas-importantes-de-mary-shelley/frankenstein-o-el-moderno-prometeo




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El extraño Yousef


Texto de Sara Lena, dedicado a Bram Stoker, creador de los vampiros literarios por su reciente cumpleaños (8 de noviembre). Forma parte de la antología: Pesadillas bajo la tinta, la cual pueden adquirir de manera gratuita al costado de este blog. Imagen de Pinterest

 La mayoría de los aldeanos de aquella pequeña villa minera, estaban tratando de recuperarse de las grandes pérdidas humanas que les dejó la Revolución. Sentían  orgullo de sus tierras por la valentía de sus héroes, que les habían dejado una buena relación con los burgueses (quienes recientemente habían tomado el poder político de Francia).    

Aquel día la gente estaba terminando sus jornadas laborales. El cielo repentinamente comenzó a rugir con estruendosos relámpagos y se cubrió con oscuras nubes. El aire se sintió pesado, como si costara más trabajo respirar. El ambiente se tornaba  sombrío con la entrada del crepúsculo y las personas se apresuraban para regresar a sus casas a resguardarse de lo que parecía una gran tormenta eléctrica que se avecinaba. Mientras corrían todos despavoridos, recogiendo sus cosas, algunos vieron salir de entre la espesura del bosque a un extraño niño. El chico de unos ocho años de edad, vestía muy diferente a todos los demás, no era fácil saber su posición social pues, aunque la tela de sus ropas parecía fina, estaba roída y sucia. Su pálida piel y extensas ojeras le daban un aspecto enfermizo, razón por la que Amelie Allard, se apiadó del pequeño. La joven acababa de enviudar a causa de la guerra y vivía con sus dos pequeños gemelos, de la edad del desconocido. Ella dejó de recoger la ropa del tendedero para ir en auxilio del pequeño. Lo guareció en su cabaña y regresó a sus labores, una vecina que la había visto le advirtió que no debía confiar en los desconocidos, aquel misterioso niño era demasiado extraño como para permitir que se quedara a solas con sus pequeños. Amelie se estremeció con aquella afirmación y se apuró para terminar de acomodar la ropa en su cesta, para no retrasar más su regreso. Suspiró aliviada al entrar y ver que los tres niños jugaban alegre e inocentemente alrededor de la mesa. Continuó con sus quehaceres apenas advirtiendo la algarabía de los pequeños.

Luego vino el momento del interrogatorio, se sentaron a la mesa a compartir los alimentos, pero el pequeño desconocido se declaró satisfecho. Afirmó llamarse Yousef, haber quedado huérfano en la guerra y llevar varios días vagando en el bosque. Amelie se apresuró para acostar a sus hijos en su cama y darle al pequeño Yousef la habitación de los niños, atendiendo a todos con mucha amabilidad. Al poco tiempo cesaron los ruidos de las ramas de los árboles que habían estado chiflando por el viento. Horas después, una intensa luz roja se asomaba por la ventana de la recamara en la que dormían la viuda y sus hijos. Aquella iluminación despertó a Amelie, para contemplar horrorizada cómo ardía la madera de las paredes. Yousef apareció en la puerta e intentó entrar en aquella habitación para sacar a sus amigos, pero no lograba pasar. No había fuego en esa zona, pero algo le impedía al pequeño entrar en la habitación de sus anfitriones. Amelie corrió por la escoba que estaba a un lado de su cama, comenzó a apagar el fuego azotando la escoba y barriendo la entrada de su cuarto para disipar las llamas. Rezaba por la vida de sus hijos y la de ella. Yousef sacó a los niños rompiendo una pared con sus pequeñas manitas y Amelie salió tras ellos. Afuera estaban los vecinos, sosteniendo antorchas y liderados por un joven llamado Pierre. Se acercó a la familia a una distancia segura de las llamas que consumían rápidamente aquella casa. Mirándolos con desprecio sentenció:

 

—¡Ese niño es un demonio! Esa fuerza que todos han visto confirma nuestras sospechas, debemos lincharlos para limpiar nuestra aldea del mal.

 

 Las voces de casi todo el pueblo, gritaban a coro furiosamente:

 

— ¡Sí! Linchemos al demonio y a la familia que lo está refugiando.

 

 Amelie se colocó frente al niño diciendo que los verdaderos demonios eran las personas que se habían atrevido a prenderle fuego a su casa. Entonces gritó:

 

—¿Qué mal les hemos hecho? El soldado Allard dio la vida por todos ustedes, para darles oportunidades de salir adelante y poner a nuestra villa en una posición privilegiada. ¿Así lo agradecen? Tratando de matar a sus huérfanos y viuda. ¡Deberían sentirse avergonzados!

 

—Quítate de en medio Amelie, quien se junta con demonios le da la espalda a Dios y ustedes ya están marcados para el Diablo—. Dijo Pierre, lanzando su antorcha encendida sobre la chica.

 

En un rápido movimiento, Yousef avanzó, empujando a un lado a Amelie y atrapando la antorcha encendida por el mango. Luego miró seriamente a Pierre, con un gesto de desaprobación e inclinando de lado la cabeza. Le dijo a Amelie en voz baja.

 

—Corran hacia el bosque y no paren. Pónganse a salvo.

 

Rápidamente la chica tomó a sus hijos, uno en cada brazo y rodeó la cabaña dirigiéndose al bosque. La voz infantil de Yousef les advirtió a los atacantes que se alejaran de aquel lugar, pero los aldeanos avanzaban lentamente hacia él, ignorando a Amelie, gracias a las provocaciones del pequeño. Lo rodearon y se abalanzaron hacia el niño intentando golpearlo. Él los esquivó con facilidad, les quitó las antorchas a los fornidos hombres que estaban al frente de la turba y las arrojó al otro lado de la ruta de huída de Amelie, sobre la cabaña vecina que empezó a incendiarse de inmediato. Les dijo con una voz fuerte, que sonó como con un eco de ultratumba:

 —Esta es su última oportunidad, váyanse o mueran.

  La mayoría de los aldeanos huyeron al ver cómo se extendían las llamas, pero Pierre y diez hombres más se quedaron para enfrentarlo. Yousef entreabrió los labios dejando ver sus largos y afilados colmillos. Se lanzó sobre Pierre, saltando con mayor agilidad que la de un lince. Inmovilizó al joven entrelazando sus piernas a la altura del pecho y succionó su sangre del cuello. Brincó antes de que Pierre se desplomara en el piso, cayendo en cuclillas. Apenas tocó el suelo con las puntas de los pies. Levantó el rostro con gesto de satisfacción y dibujó una sonrisa diabólica  en su delicado rostro, mostrando sus colmillos manchados con la sangre que fluía de entre sus labios. Sus ojos refulgían en un rojo intenso. Rápidamente saltó sobre cada uno de sus atacantes, dejando en pocos minutos sus cuerpos vacíos de sangre. Arrojó, sin ninguna dificultad, cada uno de los cuerpos a las intensas llamas, frente a las miradas de algunos curiosos que no tardaron en tener la misma suerte que sus valientes representantes.

 

 Amelie y sus hijos se internaron en el bosque y escucharon aterradores gritos infernales. El bosque se iluminó por el fuego que consumía lo que hacía poco tiempo había sido un pueblo próspero. Yousef alcanzó a sus amigos en el bosque. Los niños estaban aterrorizados al ver la sangre que manchaba la blanca camisa del extraño y se abrazaron a las piernas de su madre. Amelie los tranquilizó explicándoles que gracias a aquel niño, ellos estaban a salvo. Les resultaba un gran misterio la forma en la que él había logrado salvarlos, pero definitivamente era un ángel para ellos. Yousef les explicó: 

 

—Yo no fui del todo sincero, les dije que había quedado huérfano en la guerra, pero jamás les aclaré cuándo ni dónde. Nací hace más de mil años y quedé huérfano durante la conquista de la Península Ibérica —. Amelie hizo un gesto de angustia e interrumpió a Yousef aclarando.

 

—Mi pequeño Yousef, no vamos a pedirte más explicaciones. Tienes derecho a guardar tus secretos. Tú nos salvaste la vida y eso es lo único que importa, siempre te estaremos agradecidos. 

 

—¡Gracias Amelie! Ya noté que tú también sabes guardar secretos. Reconozco el poder de una bruja que protege su espacio con magia blanca y eso fue lo que no me permitió entrar a su recámara inmediatamente cuando quise salvarlos. 

 

—Tienes razón Yousef. No fue tu aspecto sino tu nombre, de origen musulmán, el que me hizo desconfiar de ti. Me di cuenta de que mentías, pero aun así quise protegerte, no sin antes tomar las debidas precauciones. Me doy cuenta de que en realidad yo nunca te protegí a ti. Eras tú quien lo hacía con nosotros pero, ¿por qué?

 

—Hace mucho tiempo, cuando tu marido era un pequeño de la edad de tus hijos, me desenterró de una tumba en la que llevaba muchos años amarrado, dentro de un ataúd sellado. No sé cuánto tiempo había dormido, pero el ruido de la mina me despertó. Grité con desesperación y solo escuchaba a las personas huir despavoridas afirmando que este bosque estaba hechizado. Pero él escuchó mis ruegos y se las arregló para rescatarme con las herramientas que usaban en la mina. Fuimos los mejores amigos en secreto, yo habría querido acompañarlo a la guerra para protegerlo, pero él me hizo jurar que protegería a su familia si él les llegaba a faltar—. Explicó Yousef.

 

—Pero, ¿qué fue lo que te hizo salir de tu escondite justamente hoy? ¿Por qué no antes? Llevamos dos años solos.

 

—Alcancé a escuchar a Pierre hablando con sus seguidores, cuando juntaban leña. Dijeron que sospechaban que la viuda de Allard, era una bruja. Aunque en realidad no tenían pruebas. Acordaron que debían quemarte junto a tus hijos y ya estaban construyendo al otro lado del pueblo. Mi llegada solo les dio el pretexto que estaban buscando para convencer a los demás para condenarlos y adelantar sus planes.

 

—Pierre nunca me perdonó que rechazara su propuesta de matrimonio cuando éramos niños. Recientemente intentó abusar de mi tras mi viudez, pero yo lo amenacé con delatarlo ante el pueblo si me seguía acosando. Su resentimiento casi nos costó la vida.

Continuaron internándose en el bosque hasta descubrir una zona cubierta por espesas enramadas. Al abrirse paso encontraron un claro con una cabaña al fondo. 

Amelie y los tres niños se sintieron bajo la protección de una familia en aquella zona oculta. Yousef  no tardó en deleitar a sus nuevos familiares contándoles maravillosas historias, en las que algunos años atrás se encontraban dos pequeños que, aun conociendo sus diferencias, llegaron a quererse como solo los verdaderos hermanos saben hacerlo. Mientras los pocos sobrevivientes del pueblo, cubrían con aceite los árboles que rodeaban el bosque, para hacer arder a los “demonios” que habían acabado con su próspera villa y hacerlos pagar por todos sus pecados.

 


Autora. Sara Lena


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