El legado de mi padre.

Texto de Beda Kurwen. Imagen de Pixels (edición en canva).


Como tantas otras personas odio la navidad. Podría decir que, en realidad lo que odio, es la fecha 24 de diciembre, desgraciado día en el que nací. Es curioso como la normalidad no aplica para todos, y es más curioso aún, como quienes son realmente personas funcionales buscan encontrar alguna rareza. Ignoran que los que realmente son raros, solo desean poder caminar como alguien normal, poder dormir, soñar, y quizá tener una familia, una vida.

Me di cuenta de mi anormalidad en mi adolescencia, o por lo menos fue ahí donde empecé a ver las cosas que no tenía en comparación con mis compañeros de preparatoria. Tenía prohibido llevar amistades a mi casa. En los equinoccios tenía estrictamente prohibida la salida de la casa: no importaba si tenía un examen, o si pasaba algo importante en la fecha, no me dejaban salir y se aseguraban muy bien de eso. No pude tener animales, aunque mi familia vivía muy conectada a la naturaleza, de hecho, la casa estaba en las afueras de la ciudad y era un terreno que, según sé, perteneció a la familia por años. Estas y otras reglas como contarle a mi madre con quien hablaba, y según la antigüedad de la familia podía o no hablarle, eran una de las tantas cosas con las que me acostumbre a vivir. En mi décima navidad, después de unos regalos, mi padre se despidió de mí; me abrazó, me apretó muy fuerte y al soltarme dijo con una voz ronca.

  • Hijo, sé que no vas a entender esto, pero es preciso que me vaya. Las cosas en nuestra familia funcionan así. Espero nunca tengas que comprobar nada y siempre le hagas caso a tu madre, y a las reglas que tenemos en la familia. Si todo va bien, que es lo que espero con ansias, en unos 15 años nos volveremos a ver. 

Tarde 6 años en recordar a la perfección lo que me dijo. ¡Oh! ¡Como me hubiese gustado haber entendido aquellas palabras antes!

Siempre había seguido todas las reglas impuestas, incluso poco llegué a decir del abandono de mi padre; pero un día en pleno acto de rebeldía desobedecí a mi madre y es que, el simple hecho de llevar un animal a casa, representaba para mi toda una aventura, un acto en contra de una de las reglas fundamentales de mi familia. Fue así que un día mientras volvía a casa, me encontré un gato, era chiquito, de color blanco y ojos celestes, parecía estar solo y perdido, según mi razonamiento; calculé que era imposible que mi madre se percatara de su presencia, después de todo la casa era enorme, y sobraban tantas habitaciones que podría ser un hotel, y solo se usaban unas dos veces al año en los equinoccios, cuando mis tres tíos paternos venían de visita con su familia, y se quedaban unos días. La casa parecía llena de vida en esos momentos y el tiempo que fui chico, tanto yo como mis primos, lo disfrutábamos mucho jugando, ya que entre nosotros no había regla alguna, más que no salir de la propiedad. El resto del año las habitaciones en la segunda planta, a las cuales no íbamos nunca, quedaban vacías y solo eran habitadas por el polvo.  Pensé que podría ir escondiendo el gatito ahí, y en el momento de que llegaran invitados, cosa que iba a tardar, vería que hacer; pero mientras tanto, me excitaba la idea de tener un animal en casa, y en gran parte la idea de desobedecer también. Lo infiltré fácilmente, lo dejé en mi cuarto, que por suerte estaba alejado del de mi madre, y actúe con total normalidad, esperando que terminara la cena para poder retirarme a dormir, que es lo que mi madre siempre cree que hago. Fue a la madrugada o en algún horario de la noche, donde creí que estaba perdido en una pesadilla. Con horror, sentí el recorrer de un líquido por mi cara. Me desperté abruptamente al sentir que una gota de sangre recorría mis mejillas. Abrí los ojos, y en la penumbra podía ver algo blanco, flotando, girando encima de mí. Mis sentidos se pusieron en alerta, me sentí completamente despierto. Inmóvil en mi cama, intenté pedir ayuda; pero algo no me lo permitía. Era el gato, el pequeño gato estaba flotando sobre mi cabeza; algo que no podía ver, que no podría explicar, estaba estrujándolo, lo retorcía como si fuese un trapo, y todo lo que este desprendía caía sobre mi cara. Para cuando logré gritar, su sangre ya había penetrado en mi garganta, estaba tibia, espesa, y casi ahogó mi llamada de auxilio. Pronto escuché a mi madre hablarme a lo lejos. El gato salió despedido hacia un rincón, y de reojo creí ver algo más grande que la puerta moverse hacia el cadáver. Al fin, mi madre entró en la habitación, tenía una vela color roja encendida, y un vaso con agua, llorando le dije que prendiera la luz, que había algo en el rincón; pero en cambio me abrazó y al oído me dijo unas palabras que retumbaron en mi mente.

  • Él solo te quiere alimentar. Estoy segura que no te sentiste amenazado, solo es que viste algo que no podes explicar. Salgamos de la habitación así te calmas, pero es preciso que no prendas ninguna luz de la casa por esta noche. Sea lo que sea que viste, no hace falta que me lo expliques, te creo, y es necesario que también creas que existe.

No pude decir más nada esa noche. Mi vida después de eso cambió totalmente y aprendí a seguir las reglas más que nunca. También aprendí que si desobedezco, un tercero pagará por mí, y aunque esté prohibido, puede que en algún futuro use eso a mi favor. Hoy es mi cumpleaños, y también hace ya 15 años de la promesa de mi padre. Espero poder verle, para así, hacerle pagar por su legado.



                                                                 Beda Kurwen

Este cuento fue seleccionado por el jurado interno del blog El legado de Sara Lena y Fontenla, para participar en el concurso de "cuentos oscuros de navidad".

Si aún no te has enterado del concurso te recomiendo que veas la invitación en vídeo y consulta las bases (dándole clic a cada uno de los enlaces anteriores).


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Los cuentos preseleccionados para el concurso son los siguientes:


Una vez que hayas leído todos los cuentos, puedes darle clic al siguiente enlace para

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3 comentarios:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Este texto me dejó impactado. Aunque a la primera lectura no lo comprendí, la segunda vez se aclararon mis dudas. Felicitaciones. Atrapa de principio a fin. Dios te continúe bendiciendo. 🤗🤗🤗🙏🙏🙏

Marisela dijo...

Su cuento esta excelente, me recordo a Bram Stoker, mientras leía me comía las uñas, de imaginar que sucederia... 👏👏

KIDIA dijo...

Muy bueno, felicitaciones 👏

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