SANGRE Y GATOS (CUENTO DE HALLOWEEN)

Texto: Francisco Javier Fontenla. Fuente de imagen: Pexels.

Yo, el vampiro Hecateo, llevaba miles de años vagando por el mundo, sin otro objetivo que satisfacer mi eterna sed de sangre. Llegué a pensar que mi destino sería caminar sin rumbo hasta el fin de los tiempos... y después hundirme para siempre en las tinieblas del Infierno, pues no ignoraba que ese es el destino reservado a las criaturas de la noche. Sin embargo, nunca perdí por completo la esperanza de descansar en paz junto a las almas de mis seres queridos.

A principios del siglo XXI descubrí que el último ejemplar del Grimorio de Lilith estaba guardado en la biblioteca de cierta universidad estadounidense. Pensando que podría encontrar una respuesta en las mohosas páginas de aquel viejo grimorio, una noche de Halloween (cuando las fuerzas mágicas alcanzan su máximo poder) entré en la biblioteca y lo robé tras golpear a un guardia. No tardé en hallar la información que buscaba: podría descansar en paz si era capaz de realizar tres buenas acciones en el plazo de aquella misma noche (aunque solo tendría una oportunidad).

Como ya no necesitaba el Grimorio de Lilith, lo dejé al lado de un mendigo que dormía en la calle. Cuando aquel pobre diablo se despertase, podría ganar una sustanciosa recompensa devolviendo el libro a la biblioteca. Aquella fue mi primera buena acción de la noche.

Estaba caminando por las afueras de la ciudad cuando apareció una chica vestida con el uniforme de la policía local. La muchacha se acercó a mí y me dijo:

-Caballero, queda usted arrestado por el robo de un valioso libro en la biblioteca universitaria.

-No sé de qué me está hablando, agente. Yo soy extranjero y apenas llevo unas pocas horas en esta ciudad.

-Me parece que ha aprovechado muy bien esas pocas horas, pues el guardia del museo nos ha dado su descripción. Será mejor que me acompañe a la comisaría.

Yo apenas podía disimular mi rabia, pues pronto amanecería y, si aquella imbécil me llevaba a la comisaría, no tendría tiempo para realizar las dos buenas acciones que me faltaban. Pero, por otra parte, tampoco podía hacerle daño sin comprometer mi redención.

Entonces sonaron tres o cuatro disparos y me desplomé, derribado por el impacto de varios proyectiles. Permanecí algún tiempo inconsciente, hasta que escuché una voz:

-Venga, hombre, levántate de una vez, que tus heridas ya están curadas. Sé que eres un vampiro y que no puedes morir tan fácilmente.

Abrí los ojos y vi a un gato callejero, que me miraba fijamente con sus brillantes ojos verdes. Entonces comprendí que había sido él quien me había hablado… no con la boca, por supuesto, sino con la mente. El gato había lamido mi sangre mientras estaba inconsciente y así se había establecido un nexo psíquico entre los dos. Yo le pregunté qué había sido de la chica y él me respondió:

-Se la llevaron los mismos hombres que intentaron matarte. Son unos tipos muy peligrosos, que por las noches se dedican a raptar mujeres jóvenes. Si estás interesado en el tema, yo sé dónde se esconden. Se trata de un edificio abandonado que conozco muy bien, porque allí viven las ratas más deliciosas de la ciudad.

Le pedí al gato que me llevara allí y llegamos poco antes del amanecer. Los secuestradores aún no habían violado a su prisionera, pues, como una agente de la ley era una víctima especial, primero querían contactar con los principales criminales de la ciudad, para ofrecerles la posibilidad de presenciar la violación a cambio de dinero.

Se quedaron atónitos al verme, pues pensaban que estaba muerto. Uno de ellos tuvo suficiente coraje para clavarme una navaja en el pecho, pero, cuando comprobó que eso tampoco podía matarme, se acobardó y salió corriendo, seguido por sus cómplices.

La chica estaba atada a una silla y tenía una mordaza en la boca. Como es natural, la pobre palideció de terror cuando le mostré los dientes y le dije:

-Ahora voy a beber tu sangre, para compensar la que perdí cuando esos hombres me dispararon.

Pero entonces apareció el gato (tal como yo le había indicado previamente). Fingí sorprenderme, interrumpí mi ataque y le dije a la chica:

-Esta noche estás de suerte, muchacha. Los gatos son seres mágicos, cuya proximidad protege a la gente de las criaturas infernales. Al parecer, tendré que dejar esto para otra ocasión.

Dicho esto, me marché de aquel edificio, satisfecho porque había realizado casi simultáneamente las dos buenas acciones que necesitaba. No solo había evitado una violación, sino que además le había dado a aquella chica una buena razón para adoptar a un pobre gato callejero.

Y así fue como por fin pude descansar en paz. Feliz Halloween para todos y todas.


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Vampiros:
Brujas
Gatos:
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2 comentarios:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Esta historia maestro Javier, me ha gustado tanto como las demás que he leído de su autoría. Lo que describe sobre los gatos al final, es tan cierto como nuestra existencia. Son criaturas mágicas y con dones especiales que no sabemos explicar. Feliz día. Dios le continúe bendiciendo. Felicitaciones. 👏👏👏🤗🤗🤗🙏🙏🙏

Javier Fontenla dijo...

Muchas gracias, Óscar. Y la verdad es que, aunque también me gustan los perros, siempre me han fascinado los felinos, tanto si sirven para espantar vampiros como si no. :)

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