Texto y diseño de imagen por Scherezada. Correcciones de Sara Lena.
Fernando nació y creció junto a su madre en un pueblito muy cerca del bosque. Su padre no vivía con ellos pero los visitaba con cierta frecuencia hasta que un día, cuando el niño tenía siete años, este ya no los visitó más. Una tarde justo por esos días vio que su madre llegó del mercado muy nerviosa, tomó sus cosas, las de su hijo y se fue con él a probar fortuna a la capital.
Al niño le hubiera gustado saber por qué su padre solo los visitaba de vez en cuando y después, el por qué desapareció de sus vidas pero conociendo el carácter de su madre no se atrevió a preguntar, había temas que la mujer no aceptaba ni siquiera escuchar.
El hermetismo y la ausencia de su madre que trabajaba todo el día cosiendo ropa, lo hicieron sentir muy solo hasta que comenzaron esos sueños. Comenzó a soñar con una mujer hermosa, de una belleza que solo había conocido en las telenovelas que a veces veía con su madre. Esta joven siempre se le aparecía en un bosque y le hablaba con ternura.
Poco a poco dejó de sentirse solo, era extraño pero esperaba la hora de dormir para verla y contarle sus secretos. No siempre se le aparecía pero cuando lo hacía, se sentía el joven más feliz del mundo. Al principio creía que era algo similar a su ángel de la guarda que no existía más que en sus sueños, pero con el paso de los años tuvo curiosidad sobre si esta mujer en realidad existiría. Cuando cumplió 25 años se dio a la tarea de buscarla, el bosque era muy parecido al del lugar donde había nacido así que sabía que ese sería el primer lugar en el que la buscaría.
Su madre en esos tiempos estaba muy enferma y ya casi había perdido la vista; se ayudaba de un bastón e intentaba ser independiente en la medida que sus fuerzas se lo permitieran pero su carácter seguía siendo igual así que Fernando no se atrevió a decirle lo que haría e inventó un viaje de trabajo de un día a cualquier otra ciudad y se despidió de su madre.
Ya en el pueblo le preguntó a la gente si conocían a alguna joven con las características que él ya se sabía de memoria pero no tuvo éxito, tal vez por desconfianza no le daban información importante a un extraño como él. Aunque esto lo decepcionó, también entendió este actuar de la gente y se dispuso a volver a su casa no sin antes pasar a una tienda por unos víveres de donde ya no pudo salir inmediatamente porque comenzó a llover, pero, al voltear por una de las puertas de la tienda la vio. Estaba ahí entre los árboles tratando de cubrirse del agua, el pelo le caía por la espalda hasta la cintura y el vestido era casi idéntico al que él recordaba en sus sueños.
Se salió rápido a buscarla y ella, como si ya se conocieran le sonrió. Fernando le ofreció llevarla a su casa y ella aceptó de buena gana.
Esa tarde platicaron durante varias horas de varios temas pero él no se atrevió a contarle su sueño por miedo a parecer tonto ante ella. La joven le dijo que se llamaba Esmeralda y para mayor agrado del joven le contó que en unos días se iría a vivir a la ciudad, así que intercambiaron números de teléfono y dejaron abierta la fecha para la siguiente cita ya en la ciudad.
Cuando se regresó a su casa no podía creer lo que había ocurrido, su ángel de la guarda era real y era aún más hermosa por dentro y por fuera de lo que él recordaba en sueños.
Esmeralda llegó a la ciudad tal y como se lo prometió. Comenzaron un noviazgo que al cabo de los meses se convirtió en un compromiso y por fin se casaron. Los sueños cesaron el día que la conoció, algo que él entendió, estos habían existido solo como un aviso para que la buscara así que, ya cumplido el cometido, no tenían por qué volver.
Desafortunadamente su madre ya no pudo asistir a su boda, su corazón ya no resistió un infarto. Una noche, mientras escuchaba la radio en su habitación, murió tranquilamente.
Pasado el tiempo Fernando y Esmeralda tuvieron dos hermosos niños gemelos, una niña de ojos verdes como ella y un niño muy apuesto como él.
Todo parecía ir bien hasta que una noche, al volver del trabajo encontró a Esmeralda llorando en su habitación. Al preguntarle lo que le ocurría, esta le explicó que su madre a quien no había podido visitar desde que se casó estaba muy grave y se quería despedir de ella. A Fernando lo habían ascendido en el trabajo y no le era posible faltar pero los niños estaban de vacaciones así que le dijo que se fueran y ya el fin de semana los iría a buscar. Él también había perdido a su madre y por eso entendía el dolor y la desesperación por la que ella debía estar pasando.
Al siguiente día Esmeralda hizo las maletas de ella y sus hijos. Los tres se fueron dejando a Fernando solo.
Esa noche él volvió de trabajar, cenó y se acostó a dormir, no quiso importunar a su esposa quien en ese momento debía estar cuidando o quizá dándole el último adiós a su madre. Al siguiente día, al volver del trabajo se sintió muy cansado y se acostó a dormir. Estaba tan acostumbrado a cenar con sus hijos que al no verlos por segunda vez, el apetito se le fue y prefirió irse a la cama sin cenar.
Esa noche, para su asombro volvió a soñar con Esmeralda, le dio gusto porque aunque ya la tenía físicamente, a veces extrañaba verla también en sueños. Solo que esta vez el sueño era distinto a los que recordaba, no estaba en el campo como siempre, en esta ocasión estaba ahí, en su casa, más específicamente en la habitación que fuera de su madre. La vio abriendo un cajón y por más que él le preguntaba qué hacía ahí no recibió respuesta. Después de unos minutos se levantó y se fue de la habitación dejándolo un tanto confundido.
Despertó un poco exaltado, sabía que ella, su esposa en su papel de su ángel de la guarda algo le estaba intentando decir pero no entendía qué. Le marcó por teléfono a Esmeralda para saber si estaban bien pero esta no le contestó, cuando vio el reloj entendió que debían estar dormidos, eran las tres de la mañana.
Pero la inquietud del sueño no lo dejó tranquilo y fue a la habitación de su madre. No tuvo que buscar mucho para encontrar su caja de objetos personales. Estaba cerrada con llave pero esta se encontraba debajo de la caja así que no le causó ningún problema abrirla.
Encontró algunas cosas que no tenían valor económico pero sabía que para su madre tenían mucho valor sentimental. Debajo de algunos artículos como un botón, una pluma, unos pétalos marchitos de rosas y una envoltura de chocolate había algunos papeles que al principio dudó un poco en leer pero al final se atrevió.
Había una carta de su padre dirigida a su madre en la que le pedía un poco de tiempo para poder separarse de su esposa a quien ya no quería y tampoco tenía nada en común con ella pero necesitaba hacerlo de forma pacífica porque todos sabían "a lo que se dedicaba" y de lo que era capaz. De ninguna manera quería perder a su pequeño hijo de cinco años a quien sí amaba con todas sus fuerzas. De alguna forma esto le dio una explicación a Fernando del por qué las visitas esporádicas de su padre y se sintió tranquilo al saber que en algún momento tuvo la intención de vivir con ellos.
Debajo de esta carta, como acomodado de forma cronológica encontró recortes de un periódico local del pueblo donde había nacido, en el cual se decía que por celos y coraje una mujer o "la bruja del pueblo", como le llamaban le había quitado la vida a su esposo, a su hijo y después, a la entrada del bosque se había suicidado, no sin antes lanzar amenazas a la mujer que, aseguraba, le había querido quitar a su esposo, jurándole venganza por lo que le había hecho.
Después de leer esto, Fernando dudó mucho antes de ver la foto del hombre aunque estaba casi seguro que se trataba de su padre, y el niño que tenía en brazos debía ser su hermano. Aunque le daba tristeza, por lo menos eso le explicaba el por qué no lo volvió a ver, aunque le hubiera gustado conocer a su hermanito ahora que sabía que había tenido uno.
Después de unos segundos tomó valor, respiró profundo, observó la foto y con tristeza comprobó que el hombre en efecto era su padre, pero esta tristeza en un segundo se convirtió en terror cuando vio la foto de "la bruja" que abrazaba sonriente a su padre en esa foto familiar. Era Esmeralda y usaba el mismo vestido que tantas veces le vio en sus sueños y en el día que la conoció en el bosque, era la bruja, la mujer que esa tarde se había llevado a sus hijos, quizá para no regresarlos jamás.
***Scherezada***
1 comentario:
Maravilloso despertar. Esté cuento me activó las conecciones neuronales, es una inspiración para seguir escribiendo. Le felicito a Sherezada y Dios le bendiga su talento.Les cuento que sentí gran estimulación creativa que me invita a una segunda parte. Me encanta leerte Sherezada!! Gracias!!
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