EL ORIGEN DE DANIEL (CUENTO FANTÁSTICO)

 


Autor: Francisco Javier Fontenla García. Imagen: Pexels.

A mediados del siglo XIX una hermosa dama de origen desconocido se estableció en una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, adonde llegó acompañada por su hijo, un niño pálido y triste al que llamaba Dan. Aquella mujer alquiló una casa de campo, donde ella y el niño vivían prácticamente enclaustrados. Nadie sabía quién era el padre de Dan, pero todo el mundo daba por sentado que había muerto, pues su madre siempre vestía de negro. La servidumbre de la casa se reducía a dos criados llamados Jack y Molly.

Una noche Dan estaba en su habitación, leyendo con fervor los cuentos de Edgar Allan Poe, cuando entró su madre y le dijo:

-Dan, deberías bajar para llevarles agua a los caballos.

Dan era un muchacho cariñoso y obediente, pero estaba tan emocionado con la lectura que, por una vez, intentó escaquearse:

-¡Ay, mami! ¿Y no podría ir Jack?

-Fue de cacería al bosque y aún no ha regresado.

-¿Y Molly?

-Está ayudándome a preparar la cena.

Finalmente, el pobre Dan se dio por vencido y, tras separarse con rabia de su libro, bajó al patio de muy mala gana. Allí se encontró con una mujer desconocida, cuyas facciones eran muy hermosas, aunque excesivamente pálidas. No parecía una simple vagabunda, pues iba bien vestida y tenía las manos blancas como la nieve. Dan, aunque sorprendido y algo asustado por su presencia, se dirigió a ella con mucha educación:

-¿Necesita usted algo, señorita?

Ella respondió con voz dulce:

-Sí, querido niño. Tengo mucha sed.

Dicho esto, la intrusa se arrojó sobre Dan con la rapidez de un gato salvaje, le tapó la boca con la mano y empezó a sorber su sangre con una fruición casi erótica. El indefenso Dan no tardó en perder la conciencia, pero antes de desmayarse oyó que aquella mujer le decía:

-Tranquilo, eres demasiado guapo para morir. Voy a embrujar tu mente, para que cuando despiertes no tengas otra voluntad que la mía. Entonces me amarás con todo tu corazón y serás mi esclavo para siempre.

Dicho esto, aquella mujer dejó caer al muchacho y llamó a la puerta de su casa.

Cuando Dan recuperó la conciencia, consiguió levantarse con mucho esfuerzo y entró tambaleándose en su hogar. Entonces vio, con horror, que la pesadilla aún no había terminado. Mientras él estaba inconsciente, aquella mujer había capturado a su madre y a Molly, a las cuales había atado y amordazado. Ella le dijo con una sonrisa sensual en la boca:

-Debes demostrarme tu fidelidad matando a estas dos furcias y bebiendo su sangre. Puedes usar el cuchillo que está sobre la mesa.

Dan agarró el cuchillo, pero, en vez de usarlo para matar a su madre y a Molly, se lo clavó en el corazón a la mujer vampiro. Esta se desplomó y dijo con voz mortecina:

-No pensé que pudieras resistir mi hechizo. Pero esto aún no ha terminado.

Dicho esto, la mujer vampiro expiró, pero de su cadáver se desprendió una humareda negra, que se fundió con el cuerpo de Molly.

Mientras tanto Dan, agotado por el esfuerzo, había caído al suelo, víctima de un nuevo desmayo. Poco después aparecieron varios campesinos armados, que habían llegado allí siguiendo un rastro de sangre. Cuando le quitaron la mordaza a Molly, esta les dijo:

-¡Ese niño es un hijo del Diablo! ¡Y su madre una bruja! De lo contrario, no hubiera podido matar al vampiro.

Al oír esto, uno de aquellos hombres acuchilló salvajemente a la madre de Dan, mientras le escupía estas palabras:

-¡Siempre supe que no eras trigo limpio, maldita furcia!

Los demás miembros de la partida hicieron ademán de matar al inconsciente Dan, mientras Molly contemplaba el espectáculo con diabólica alegría. Pero entonces apareció Jack, que los amenazó con un rifle y les dijo:

-¡Atrás todos, miserables! No permitiré que derraméis más sangre inocente.

Los campesinos miraron con furia al recién llegado, pero solo Molly se atrevió a desafiar su puntería. Impulsada por el espíritu diabólico que la poseía, agarró un hacha y se abalanzó sobre Dan. Entonces Jack la mató de un disparo, haciendo que los lugareños retrocedieran espantados. El ruido del disparo despertó a Dan, que se quedó horrorizado cuando vio que su querida madre estaba muerta. Jack le dijo:

-Señorito Daniel, no es momento de lamentarse. Si de verdad amaba a su madre, haga lo que ella hubiera querido: márchese inmediatamente de este maldito pueblo y no vuelva nunca más.

Comprendiendo que su vida dependía de seguir las instrucciones de Jack, Daniel Hunter se marchó llorando.

2 comentarios:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Maravilloso relato maestro Francisco. Me he puesto en el lugar de Dan y créame que la ira que este niño sintió al ver a su madre sin vida fue muy intensa, aunque nada pudo hacer para vengar su muerte. Excelente. Felicitaciones 👏👏👏.

Javier Fontenla dijo...

Muchas gracias una vez más, esa era la sensación que intentaba transmitir. :)

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