LA LECCIÓN DEL CUERVO (Cuento fantástico)

Cuento infantil, fantasía, valores, empatía, respeto a los animales.




Autora: Scherezada. Cuento elegido por el jurado de este blog, durante el concurso "cuento infantil", del 28 de abril al 2 de Mayo. Evento realizado en el grupo de Facebook "Tertulias literarias y taller de escritura creativa". Imagen de Pinterest.


Mi nombre es Omar y quiero contarles mi historia, pero antes debo hacerles una advertencia: “Esta historia quizá no es apta para adultos”. Habla de cómo llegué a ser desde muy joven defensor de los animales y después Médico Veterinario.

Cuando era niño gustaba de lastimar animales indefensos, a pesar de los regaños de mis padres, hasta que un día “jugando” intenté ahogar al gatito de mi hermana. Yo tendría once años por aquel entonces. Sin ninguna explicación, mi padre me subió al auto y me llevó a un pueblo fuera de la ciudad. Nos internamos en el bosque, hasta que  encontramos sentado sobre una roca a un anciano. Mi papá me dijo que era un amigo de mi abuelo, lo saludó y le explicó a grosso modo lo que ocurría. Luego se fue, dejándome solo con él.

El anciano, cuyo nombre era Héctor, me pidió amablemente que me sentara a su lado y sin más comenzó su relato, que yo escuché con mucha atención:

“¿Sabes una cosa? Mi padre fue un revolucionario que peleó con los dorados de Villa y mi madre murió cuando nací, por lo que me quedé al cuidado de mis dos tías. Yo estaba muy molesto, porque sentía que de alguna forma mis padres me habían abandonado, y me desquitaba desobedeciéndolas y dañando a cualquier animal que se me cruzara en el camino, fueran cerdos, gallinas, pájaros, perros o los gatos de mis tías.

Una tarde, después de maltratar a los animales de la casa, salí con mi resortera a cazar aves en el bosque. Caminé y me interné en la espesura hasta que oí revolotear algunos pájaros. Le puse una piedra a la resortera y fue entonces cuando lo vi. Era un hermoso cuervo negro, posado majestuosamente en la copa de un árbol. Hasta entonces nunca había visto un cuervo, así que me quedé impactado. Pero al pasar mi emoción pensé que sería una presa fácil y apunté la resortera hacia él. Pero en aquel momento escuché una voz.

— ¿Por qué nos lastimas?

La voz venía del cuervo, que, sin embargo, no había abierto el pico. Al principio sentí miedo, pero me repuse y tomé valor para contestarle:

—Porque son animales y ustedes no sienten nada.

El cuervo volvió a “hablar”:

— ¿En verdad crees eso? Hagamos algo, préstame tu resortera y llévate esto a casa. Cuando descubras tu error, te estaré esperando en este mismo sitio. 

Tomó un bulto que estaba junto a él y lo dejó caer para que yo lo agarrara. Dejé allí la resortera y me fui a casa, sintiéndome confuso y un poco ridículo.

Al llegar a mi habitación descubrí con decepción que el bulto solo era una bola de estambre. Me sentí timado por el cuervo, aunque obviamente no dije nada de esto a nadie.

Aquel día me encerré en mi habitación y me puse a pensar en lo que me había ocurrido. Por un momento creí que lo había soñado, pero lo cierto es que yo ya no tenía mi resortera y sí el estambre. Lo tiré al suelo y me dormí.

Al despertar, me puse a jugar tranquilamente con el estambre, hasta que sentí un golpe en el costado. Para calmar mi dolor me lamí donde había recibido el golpe. ¡Lo creas o no, yo me había convertido en un gato! Más específicamente era Iris, la gata de una de mis tías, y los golpes los estaba recibiendo de mí mismo. Sí, allí estaba yo de pie, o más bien alguien con mi cuerpo, y mientras yo me lamía él me observaba con una mirada intimidante. Pensé que me golpearía de nuevo, así que corrí a esconderme debajo de la cama y vi desde allí como él salía de la habitación. Respiré con tranquilidad al sentirme a salvo, pero luego recordé que mis cachorritos estaban fuera de la habitación, a merced del maltratador. Corrí arriesgándome a que me golpeara de nuevo, los encontré y los empujé debajo de los muebles. Por fortuna, él solo pateó los recipientes de nuestra comida y de la leche. Por ese motivo nos quedamos sin comer durante todo el día, hasta que llegó una de las tías y nos dio algo de alimento.

Cuando el monstruo (como después supe que me decían los animales) se fue, yo abandoné la casa y me encontré con una perra labrador, que estaba lamiéndose una de sus patas delanteras. Ella me contó que el monstruo (o sea, yo en mi forma humana) la había pisado con más saña que nunca. Lo que más la apenaba era que ya no podría acompañar a la tía Rutilia cuando iba al pueblo a hacer sus compras. La tía se estaba quedando ciega y aquella perra la guiaba por las calles, pero a partir de entonces ya no podría caminar como antes.

Habíamos crecido juntos y no sabía qué hacer ni cómo ayudarla. Al final, lo único que hice fue lamerle las heridas. En eso estábamos cuando oí un lamento que venía del corral. Fui allí a echar un vistazo y vi que una gallina lloraba. El monstruo la había tirado al suelo, su oviducto había quedado dañado y ya no podría poner más huevos, por lo que, además de lastimada, estaba muy triste. Verla así me dio mucha tristeza, pero no había nada que yo pudiera hacer.

Al siguiente día se repitió mi martirio con el monstruo. Me encontraba durmiendo plácidamente en la sala de la casa cuando él me golpeó. Una de sus tías le llamó la atención, pero él echó una carcajada y se sentó a desayunar como si nada. Yo corrí a proteger de nuevo a mis cachorros. Antes de terminar de desayunar, él salió al patio con un pocillo lleno de café caliente y se lo echó encima a los cerdos, riéndose mientras escuchaba sus chillidos de dolor.  La piel de los cerdos ya estaba muy lastimada, porque eso era algo que el monstruo hacía con mucha frecuencia. 

Tuve que aguantar aquel suplicio durante cosa de una semana, hasta que cierta noche él me golpeó en la cabeza (porque le obstruía el camino, según dijo). Me dio con tanta fuerza que ya no podía moverme, ni siquiera quejarme ni pensar en mis cachorros. Cerré los párpados sintiendo que había llegado mi fin. Cuando abrí los ojos estaba nuevamente en mi cuerpo humano. Corrí a buscar a Iris, que ya agonizaba, y a la perra labrador, las subí a la camioneta de mis tías y les pedí que las lleváramos al pueblo para que las viera el veterinario, quien afortunadamente consiguió salvarlas (la vida a una y la pata a la otra).

Mientras estaba en el pueblo compré una pomada para quemaduras y, ante la mirada atónita de mis tías, la unté en las heridas de los cerdos hasta que se curaron. Por quien ya no pude hacer nada fue por la pobre gallina, a quien solo acaricié y pedí perdón hasta el día de su muerte.

Después estudié veterinaria y desde aquella época vengo al bosque todas las tardes, para traerle comida al cuervo y a conversar con él.”

Al decir esto me señaló un árbol donde estaba un hermoso cuervo negro, quien, sin necesidad de abrir el pico, me dijo: “Cuando el hombre se apiade de todas las criaturas vivientes, solo entonces será noble¹”. En aquel momento Héctor me miró y sonrió seguro de que había aprendido la lección.


¹ Buda

Scherezada

Corrección ortográfica por Sara Lena.

Edición de estilo por Javier Fontenla.




13 comentarios:

Unknown dijo...

Me encantó!! Felicitaciones!! Yo soy otro tú!!

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Cuando lo leí por primera vez, me encantó. Hoy lo he vuelto a leer y la lección ha quedado más clara.
Si quieres descubrir “la lección del cuervo” te invito a leer este maravilloso cuento una vez más. Felicitaciones @Scherezada 🍾🎉👏👏👏🤗🤗🤗

RICARDO ERNESTO ACEVEDO dijo...

me encanto muy lindo el cuento, al principio me atrapo, en el cambio del humano a animal un poco me perdi, pero por un momento, despues segui la historia genial el estilo muy lindo cuento la leccion del cuervo

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Mientras la naturaleza intenta de muchas formas ayudarnos y enseñarnos el valor de la vida y de toda la creación, el ser humano, inmerso en su ignorancia, solo busca dañar y destruir. Solo hasta que se da cuenta de que está sumido en una situación dolorosa y sin remedio, es cuando comprende y acepta sus errores, lamentablemente para entonces, es demasiado tarde. Hermoso cuento Scherezada. Felicitaciones.

Mavita Orozko dijo...

Excelente lección, y como siempre,excelente cuento Shere... Una de tus mas fieles y leales seguidoras, Mavita Orozko

Mavita Orozko dijo...

Excelente lección, y como siempre,excelente cuento Shere... Una de tus mas fieles y leales seguidoras, Mavita Orozko

Manuela dijo...

Es muy muy bueno, felicidades.

Alejandra Deloisa dijo...

Me encantó tu cuento, muchas gracias Sherezada

Unknown dijo...

Fantástico cuento!!!
Gracias por escribirlo, nos deja un gran mensaje

BMJ dijo...

Cuanta enseñanza ! Es un cuento maravilloso muchas felicidades Schere!

Unknown dijo...

Excelente relato. Enseña de forma fácil para los pequeños.

Unknown dijo...

Formidable, excelente relato

Unknown dijo...

Hermoso.
Una gran lección.

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