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El retiro de Verónica (suspenso psicológico)


El día más escalofriante de mi vida fue aquel en el que por primera vez me fugué del control de mis padres. Llevábamos varios días en un ridículo retiro familiar, alejados de toda tecnología: internet, baterías e incluso energía eléctrica. Aquello resultaba una tortura y no un festejo, pues yo estaba a punto de cumplir trece años y no es que estuviera esperando algo similar a una fiesta de quince años, pero al menos esperaba que me llevaran a lugares divertidos y no a aquella gigantesca hacienda escondida en medio de la nada. Las canchas deportivas y el enorme salón de juegos me parecieron divertidos los primeros días, pero después la monotonía se apoderó de mí. Aquella tarde decidí salir sola a caminar al bosque de encinas, cuyo fresco aroma me resultaba reconfortante. Tenía ganas de conocer chicos y de salir a divertirme con ellos. De pronto alcancé a ver a un extraño joven, que era bastante atractivo, si bien aparentaba una personalidad un tanto sombría. Estaba vestido con unos jeans y una playera negros, lo que hacía que su piel pareciera aún más pálida. Su cabello castaño y largo hasta los hombros lo hacía lucir bastante sexy. Sentí que la sangre se congelaba dentro de mis vasos sanguíneos y mi respiración se contuvo involuntariamente cuando él movió la cabeza, echándose el cabello hacia atrás y clavando sus intensos ojos ámbar en mí, con una seriedad sepulcral. Había algo inusual en su expresión, como si fuera un depredador que acabara de encontrar a su presa. Su media sonrisa fue aún más turbadora, pues parecía estar avisando que yo era demasiado débil para él, mientras sus ojos brillaban y parecían adquirir una tonalidad rojiza, como si estuvieran llenándose de sangre. Tuve el impulso de correr para volver a la seguridad de la hacienda, mientras aquel chico parecía distraerse olfateando el viento. Luego volvió a mirarme, clavando sus intensos ojos rojos en los míos. Comprendí que estaba perdida, que correr o gritar sería infructuoso y caí sobre mis rodillas. Algún extraño instinto me hizo voltear el rostro y mostrarle mi cuello, con sumisión y resignación al sentir que estaba viviendo mis últimos momentos de vida. Mi mente me llevó a los mejores momentos del pasado, todos debidos al gran amor que siempre me habían demostrado mis padres. Hubiera querido tenerlos cerca para agradecerles todo el amor que me habían dado siempre, y pedirles perdón por mi ingratitud y necedad que me habían puesto en esta penosa situación. Sumisamente esperé el final y le dije:

 —Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo rápido y oculta lo que quede de mí, para que no les cause más dolor a mis padres.

 Él emitió una estruendosa carcajada, finalmente y se dirigió a mí con escalofriante familiaridad:

 —Descuida, Verónica, porque hoy estoy cazando a una presa más interesante que tú. 

Rápidamente alcé la mirada y él había desaparecido súbitamente. Me levanté y mi cuerpo aún temblaba. Mi vista hizo un rápido recorrido a mi alrededor. No había ni la menor señal de él. Jamás volví a verlo, pero estoy segura de que no volveré a salir sola a recorrer aquel territorio olvidado de la mano de Dios. 

 Autora Sara Lena ©

Imagen de Pinterest


Confesiones (Suspenso psicológico)




Texto de la autora Sara Lena Tenorio, foto de Pinterest.

Aquella mañana desperté de una horrible

pesadilla, quise reconciliar el sueño, pero

una llamada al teléfono de la casa me lo

impidió. Sonó muy temprano y estando

aún medio dormida escuché la

conversación entre ambas partes. Yo

estaba en la habitación contigua y,

como entonces aún no había altavoz,

supuse que mi tío, estaba hablando

demasiado fuerte sobre un accidente, al

otro lado de la línea.  No entendía lo

que pasaba, pero entonces toda mi

familia se alteró y yo dejé de escuchar

no solo la conversación, sino todos los

sonidos a mi alrededor.

Mis sentidos se aturdieron por unos

momentos, después llegó a mis oídos

un sonido agudo que parecía taladrarme

la mente. El cielo se había oscurecido

súbitamente en pleno día y yo no

alcanzaba a comprender lo que me decían.

Intenté leer sus labios, pero las sombras

que veía se

oscurecían, así que me tumbé en el sillón. 

 Mi confusa mente lo olvidaba todo pasado

un tiempo y así

pasaron algunos días durante los cuales

apenas tuve conciencia de lo que ocurría a

mi alrededor. Algunos flashazos de

recuerdos llegaban a mi mente y me

quedé con uno especialmente extraño.

Recordé un día en el que estaba en la

escuela secundaria. Como no podía

relacionarme con mis compañeros,

ellos no sabían nada de mí, de modo

que prefería tener plática con los

maestros. De ese modo no fue extraño

que el maestro de historia y geografía

acabara regalándome un libro que trataba

de asuntos ajenos a su formación

académica. Y también me dijo que

veía algo especial en mí. El libro, titulado

"El método Silva del control mental",

explicaba cómo despertar el poder de

la mente y en sus primeras páginas

presentaba algunos ejercicios para

despertar la capacidad de predicción.

Seguí algunas de aquellas instrucciones

y no tardaron en pasar cosas extrañas.

Empecé a soñar cosas que después

pasarían y, aunque no fue nada relevante,

me asustó lo desconocido, así que

regresé el libro y le dije al maestro que

ya no quería leerlo más. Él me pidió que

fuera un sábado a una clase especial.

Generalmente mi familia no me dejaba

salir salvo para hacer mandados

y tareas escolares, pero, para mi sorpresa,

ellos estaban tan consternados con aquel

acontecimiento del cual yo no quería

enterarme, que finalmente obtuve su

permiso. Al llegar a la clase especial vi al

maestro con una chica un par de años mayor

que yo. Entramos en un aula y vi cómo la

hipnotizaba. Después la pellizcó y le clavó

agujas, pero ella no parecía percibir el dolor.

Después de tan extraña exhibición, me dijo que

él me podría enseñar aquellas técnicas y muchas

cosas más, pues, según me dijo, la mente tiene

un poder ilimitado y él veía en mí ese

potencial. Afirmó que me enseñaría a controlar

mi mente. Entonces pensé que "ya no era la única

loca", me negué y él me dio una semana para

decidirme. Mi mente vagó pensando en todos los

peligros que podría correr si aceptaba, así que

decidí alejarme del maestro, para ni siquiera tener

que contestarle.

Pasado un tiempo me retrasé a la hora de

tomar las notas y salí un poco tarde al recreo.

El profesor me esperaba, me llevó a otro salón

y me ordenó que nunca le contara a nadie lo que

iba a ver, pues era algo reservado para los elegidos.

Él me dio un picahielos oxidado y me pidió que

tratara de doblarlo. Obviamente, no puede

deformarlo y se lo devolví. Su semblante adquirió

un aspecto más serio, se concentró y me dijo, una

vez más, que la mente era muy poderosa y que le

podías ordenar que no sintiera dolor. Introdujo el

picahielos hasta el fondo de su nariz, tan

profundamente que la punta debería haberle llegado

al cerebro. Aquello me horrorizó y le dije, cada

vez más asustada, que definitivamente no quería

hacer aquellas cosas, las cuales, aun siendo sin

duda admirables, me daban demasiado miedo. Él

me dijo que esperaba que yo acabara cambiando

de opinión, pero que su oferta expiraría pronto,

concretamente el día de mi próximo cumpleaños.

Jamás volví a retomar el tema, pues mi miedo era

mayor que toda mi curiosidad. 


Aún me sentía sensible por las extrañas experiencias

que había sufrido. La vigencia de aquel ofrecimiento

aún estaba dentro de tiempo, podía acceder al

conocimiento ofrecido, pero mi mente estaba enfocada

en la noticia que me había perturbado.

Recordé que era parecido a algo que había presentido

en un sueño y que me negaba a aceptar: mi padre había

fallecido en un accidente automovilístico aquella noche.

Buscaba la soledad, especialmente durante las noches, e

intentaba llamarlo, pero él ya no formaba parte de este

mundo. 

Una noche, finalmente, me quedé sola en la casona de mis

abuelos y, mientras miraba el fondo del patio, recordé

aquella pesadilla que llevaba días atormentándome y que

se reavivó al detenerme justo en el lugar en el que iniciaba.

Estaba en la parte frontal del patio, en el sueño la vi

convertirse en una laguna (el desnivel del suelo habría

permitido que allí hubiera realmente una laguna). Había

un muro de piedra al fondo, con un orificio en forma de

puerta que llevaba a otro patio, y que estaba allí a raíz de

un error de cálculo en la construcción. La piedra se había

transformado en una enorme reja, que se abrió sola y me

permitió acceder a una pequeña lancha en la cual algunos

familiares y yo iniciamos un viaje sobre el agua. En vez

del lote baldío que había allí en el mundo real, encontramos

una pequeña isla con forma de cerro. Buscábamos a mi

padre y habíamos decidido separarnos porque teníamos

poco tiempo para conseguir que volviera con nosotros. Si

no lo aprovechábamos, nos quedaríamos encerrados en

aquel lugar lúgubre, quizás para siempre.

Yo me dirigí hacia una hermosa banca metálica de color

blanco y me senté a contemplar el hermoso reflejo de la

luna sobre el agua, mientras mis familiares se internaban

en la búsqueda. Hasta que de pronto un intenso escalofrío

recorrió todo mi cuerpo, pues un fétido aliento soplaba

sobre mi cuello y había hecho que mi piel se erizara. Tenía

miedo de mirar hacia atrás, pero una voz masculina me

pidió que lo hiciera, pronunciando suavemente mi

nombre. Mi curiosidad fue mayor que mi miedo. Al

volver la cabeza vi un monstruoso ser de color rojo, con

cuernos en la frente, respirando fuertemente a escasos

centímetros de mi rostro. Fue entonces cuando me desperté

bruscamente de aquella pesadilla. 


Intentaba analizar ese recuerdo mientras observaba el

muro del patio. De pronto la luz de la luna llena iluminó

la entrada al traspatio y una figura femenina se fue

haciendo cada vez más clara. Era una mujer que emitía

un brillo espectral, estaba vestida de blanco, con el cabello

suelto hasta las caderas, parecía moverse con suavidad y

flotaba como a medio metro del suelo. Su vestido, que le

llegaba hasta los tobillos, se movía al ritmo de sus blancos

cabellos. Parecía hermosa y yo le pregunté si conocía a mi

padre o si acaso tenía algún mensaje para mí. Ella no hizo

el menor ruido y avanzó lentamente hacia mí, flotando

sobre el suelo. Cuando estuvo más cerca distinguí que no

era más que una osamenta y que gesticulaba de una forma

horrible. Como si alguien me hablara al oído, escuché

dentro de mi cabeza "no la mires, es un demonio y viene

por ti". Le di la espalda al espectro, aún sabiendo que

aquello era inútil, y de pronto escuché un  claxon fuera de

la casa. Finalmente habían llegado por mí para viajar al

pueblo en el que haríamos la misa del novenario de la

muerte de mi padre. Rápidamente tomé mi maleta, apagué

la luz, puse la cadena con el candado, y salí de allí lo más

deprisa que pude. Jamás he vuelto a ver a la mujer del

cabello blanco, pensé que mi obsesión me estaba

llevando a la locura y decidí guardar silencio. Al regresar a

casa, una amiga de mis tíos aseguró haber visto a una mujer

semejante a aquel horrible espectro, horas antes de mi

propia experiencia. Confesé mis experiencias, pero nadie

me creyó.


Meses después supe que mi padre creía en el mundo

paranormal y que, pese a haber sido un intelectual, 

guardaba en su biblioteca personal un libro titulado

"El método Silva del control mental".

Curiosamente, ese era su segundo apellido, Silva. Hay

quienes afirman que él sabía que estaba a punto de morir

y que incluso una vidente le había hablado de su próxima

muerte, razón por la que había dedicado sus últimos

meses de vida a prepararse para su inevitable destino y

tal vez, logró salvarme de las consecuencias de invocar a

seres del más allá.


Autora: Sara Lena  

Esta historia está basada en hechos reales, mis propias

confesiones.



EL ÁRBOL DE MI VIDA



Texto de Sara Lena, imagen de Pinterest.



Algunas personas son adictas al café y otras parecen recargarse de energía con el sexo, el alcohol o las drogas, pero a mí nada de eso me funciona. Solo mi árbol logra darme la energía positiva que necesito para seguir adelante. Lo planté hace tres años y ha crecido muy rápido. A veces estoy a punto de irme al trabajo y en el último momento regreso al jardín, para abrazarlo y rendirle mi dosis diaria de cariño. En su rugoso tronco siempre encuentro el consuelo y la energía que me impulsan para iniciar con buena vibra un nuevo día. Tal vez estoy perdiendo la razón, pero a veces me da la impresión de que puede escucharme y, en cierto modo, comunicarse conmigo. Si no lo abrazo a diario, siento que se abre un hueco en mi rutina diaria y entonces me embarga la desesperación, como si ya no pudiera seguir adelante con mi vida. En esas ocasiones siempre termino aquí, en el único lugar donde encuentro el consuelo y la paz que necesito para seguir adelante. 

Pero hoy es un día especial, pues se cumple un año de mi peor desgracia y ese recuerdo me consume por dentro, hasta que termino de rodillas bajo la lluvia, como si hubiera llegado a mi límite. Ni siquiera la alfombra de hojas que me preparó mi árbol puede borrar de mi mente el terrible dolor de ese recuerdo... 

Él me prometió que me amaría hasta el fin de sus días y ella que me sería fiel por siempre. Descubrí sus mentiras un día que volví a casa antes de lo previsto y los descubrí en mi propia cama. Pero en un primer momento no quise enojarme. Los dejé dormir y salí al jardín, para abrazar a mi árbol y reflexionar sobre mis errores. Comprendí que yo había permitido que su relación fructificara y, cuando me sentí cansada de llorar, me pareció oír que mi árbol me susurraba: 

—Todo fue culpa tuya.

Entonces comprendí que mis múltiples ocupaciones no me habían permitido darles a mis relaciones personales todo el tiempo que requerían. Aun así, ellos eran los seres más importantes en mi vida y yo había puesto toda mi fe en el gran amor que decían tenerme. Incluso los había alentado a estar juntos, para suplir de alguna forma mis ausencias. Pero su traición me destruyó y hoy sé que jamás podré reconstruirme a mí misma, pues ¿cómo podría volver a creer en el amor después de esto? Dejaron una herida tan profunda en mí que ya no puedo volver a creer ingenuamente en la bondad ajena. Cuando finalmente decidí pedirles explicaciones, se justificaron diciéndome que, a pesar de lo mucho que me querían, habían descubierto que eran dos almas gemelas, cuyo amor había surgido por obra del destino y no por un afán deliberado de perjudicarme. Me pidieron que fuera comprensiva con ellos, me juraron que jamás habían tenido la menor intención de herirme y que, de hecho, habían intentado resistirse con todas sus fuerzas a los sentimientos que los unían.

Nada ha sido más doloroso en mi vida, pero ahora puedo consolarme sabiendo que, a pesar de todo, los tres (mi novio, mi mejor amiga y yo) estaremos juntos para siempre. Y siempre puedo aferrarme al amor de mi árbol, el más hermoso de todos. El secreto de su belleza es que se nutre de sus cuerpos putrefactos. 


Autora:Sara Lena Tenorio


Corrección de estilo: Francisco Javier Fontenla

Derechos reservados de autor ©

La protagonista de este cuento sufre graves trastornos mentales, que la hacen mantener obsesivas rutinas y generar raras fantasías de positivismo, al estrechar una extraña relación con su árbol favorito. En medio de su depresión, recuerda sin remordimientos haber asesinado a su novio y a su mejor amiga, a quienes enterró a un lado de su árbol.



Amnesia (homenaje a H.P. Lovecraft)



He  perdido la noción del tiempo desde que estoy solo, entre estas cuatro paredes blancas. Algunos recuerdos golpean mi mente, como flashazos que me revelan fragmentos de mi pasado. De pronto veo una cara conocida, es una chica de ojos color miel. Se trata de Leonor, mi hermana menor, cuya presencia parece refrescarme la memoria. La última vez que estuvimos juntos ella llevaba ese mismo bolso que cuelga de su hombro. Recuerdo que nuestra madre se lo tejió antes de morir. Leonor me dice con su flamante sonrisa que buscará la forma de ayudarme. Roberto, su novio, es un abogado experimentado y está buscando la forma de sacarme de este aprieto. Pero es imprescindible que me esfuerce en recordar el paradero de aquellos niños. Me muestra un cuaderno que contiene una lista escolar, la cual, según sus palabras, fue escrita por mí. “Maestro Andrés”, pone en la etiqueta. En la lista figuran los nombres de diez niños, acompañados por algunas anotaciones. Me esfuerzo intentando recordar, pero nada definido llega a mi mente. 


La siguiente visita es de un hombre que apenas entra, me dice que mi amnesia es solo un engaño para encubrir mis terribles crímenes. Luego me lanza una sarta de amenazas e insultos. Me habría golpeado de no ser por la rápida intervención de los enfermeros, que terminan retirándolo. Al parecer, es el padre de uno de los niños extraviados. ¡Si tan solo pudiera recordar! Me llevo las manos a la cabeza y la golpeo contra la pared, esforzandome por revivir aquellos momentos. Termino cedado y con una camisa de fuerza, viendo el techo de este horrible cuarto. 


Cuando me quedo solo llegan nuevos recuerdos. Estoy dando clases en una escuela rural, no hay nadie más a cargo. Yo calificaba la tarea mientras los niños jugaban en el patio, pues era la hora del recreo. De pronto los vi desde la ventana, estaban subiendo a lo alto del cerro. Tenía todas las puertas del recinto cerradas, pero de algún modo ellos habían escapado. Salí tan rápido como pude y logré acercarme a ellos. Parecían seguir a alguien que aplastaba a su paso la crecida maleza, pero no pude ver a nadie con ellos. Corrí tan rápido como pude, pero ellos apretaron el paso y no pude darles alcance. Cuando al fin llegué a la cima, había una especie de círculo de hierba aplastada, donde encontré algunas prendas de los niños, todas manchadas de sangre. Los busqué incansablemente, pero sin el menor éxito.


Cuando llegó la hora de la salida informé a los padres de lo ocurrido. Aunque tuve que soportar sus reproches, conseguí convencerlos para que me ayudaran a seguir buscando. Entonces llegamos a la cima y apareció el cuerpo inmóvil de una niña, que al despertar, parecía hallarse en estado de shock. Los padres me acusaron de su desgracia y decidí escapar. No recuerdo lo que pasó a continuación, solo sé que algún tiempo después aparecí aquí…


Mi hermana ha vuelto y exige que me quiten la camisa de fuerza, siento que su presencia me relaja. Saca algunas fotos de su bolso para ayudarme a recuperar la memoria y de pronto veo aquel extraño libro de negra encuadernación. Mi memoria se enciende al sacarlo, yo mismo de su bolso. Al tocarlo viene a mi mente el momento en el que lo encontré, dentro de una vieja caja de madera con extraños relieves. Alguien lo había dejado escondido en el archivo de la escuela. Desconozco su título, porque las primeras hojas están arrancadas y sobre la cubierta solo se ve la horrible etiqueta con mi nombre. Yo mismo lo etiqueté al notar que nadie lo reclamaba, así que decidí declararlo de mi propiedad y lo llevaba en mi portafolio todo el tiempo. Reconozco sus hojas amarillentas y su letra garigoleada, escrita a mano entre extraños símbolos e inquietantes ilustraciones. Era evidente que se trataba de un libro antiguo, quizás una reliquia de un valor incalculable. Sin embargo, mis múltiples ocupaciones docentes no me habían dejado tiempo para leerlo.


El tiempo de la visita terminó y una vez más la soledad me ayudó a ordenar mis recuerdos. Margarita, la única niña a la que encontramos tras la desaparición de mis alumnos, debió de haberme robado el libro, pues lo llevaba en sus manos mientras subía hacia lo alto del cerro, guiando a sus compañeros, y aún lo tenía a su lado cuando apareció desmayada en el monte. Antes de huir, tomé el libro del suelo y corrí. Recuerdo que sentí como si me siguiera algo invisible, así que continué corriendo hasta sentirme solo y no me atreví a abrirlo hasta que me vi a salvo. Pero antes de leerlo me topé con un indígena de la localidad, que dijo ser el brujo del pueblo.Tal vez ese hombre podría ser la clave para encontrar a los niños desaparecidos. Este me advirtió que yo estaba en grave peligro, porque aquel libro podía usarse para abrir un portal hacia otra dimensión, donde viven los seres primigenios, unos demonios extraterrestres que debían continuar encerrados en su mundo oscuro, por el bien de toda la humanidad. Lo tomé por loco, me exigió que le entregara el libro y me negué, forcejeamos y me lo arrebató, pero le di alcance rápidamente y lo noqueé para continuar huyendo. 


Informé a las autoridades de este nuevo recuerdo, sin embargo, como no sé su nombre y en la localidad todos niegan conocerlo, los oficiales no  reconocen su existencia y creen que todo el episodio solo existió en mi mente enferma.


Nuevamente mi soledad me ayudó a pensar. De pronto comprendí el peligro que corría Leonor.


—¡Mi hermana! —grité horrorizado, golpeando las paredes queriendo destrozarlas para salir en su ayuda.


La sangre que chorreaba por las heridas que me hice, en mi inútil intento de fuga, no me detenía de continuar intentando abrirme paso. Mi desesperación hizo que los enfermeros me suministraran un sedante más potente de lo habitual y durante mucho tiempo tuve que permanecer inmóvil, atado a la cama y envuelto en la camisa de fuerza. Durante algún tiempo hice vanos esfuerzos para liberarme. Llegó un oficial a decirme que me habían exonerado de los cargos, pues habían encontrado a los niños vagando en diferentes sitios de la carretera, pero el médico decidió que permanecería en observación por mis repentinos estados de histeria.


Ahora solo deseo volver a sumirme en el olvido. Acaba de ingresar un nuevo paciente: Roberto, mi cuñado. Chilla en la celda de al lado proclamando su inocencia, pero solo yo presto atención a sus gritos, que hablan de un ser con tentáculos llamado Cthulhu, al que acusa de haber asesinado a mi hermana.



Autora Sara Lena. 6/08/2021 ©

Diseño de imagen de Sara Lena


Revisado por el filólogo y maestro Javier Fontenla.


Escrito en homenaje al gran maestro del horror cósmico, basado en: Los mitos de Cthulhu. Participa en el concurso del tercer festival literario. #FestivalLitrarioLovecraft. Organizado por Avalon Rol y el blog El legado.


Aquí abajo aparecerán las ligas de más cuentos concursantes (en cuanto sean aprobados por el jurado interno).

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Todo este homenaje a Lovecraft estará disponible desde el evento en Facebook. Dale clic aquí.
Dale clic aquí para ver las bases del concurso.




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