DESDE LA PROFUNDIDAD

Homenaje a Lovecraft.





Texto de William Delgado R. Imagen de Pixels.


El pequeño Lovecraft no lo podía creer. Después de las intrépidas garras de una imaginación subyugante con relación al espacio exterior y a los espíritus de las arboledas, le parecía estar viviendo la misma imaginación cuando sus ojos se toparon con la enorme biblioteca de su abuelo, no tanto por el tamaño sino por la calidad de sus obras. Las empastaduras y las hojas fueron dejando huellas de letras en su cerebro curioso. Cientos de historias de un universo conformado por otros universos fueron cobrando vida, nuevamente, ante los pequeños ojos que recreaban el movimiento de sus párrafos. El silencio empezaba gritar sin dejar de permanecer mudo.


Fue entonces cuando se topó con un libro único, un libro que marcaría con fuego el nacimiento del pasado, el descubrimiento de lo oculto y la locura que reptaba por las mentes ignorantes de la realidad. Era el más grueso de todos. Sintió temor al pretender abrirlo, no lo hizo. ¿Se trataba acaso de un libro sagrado o maldito de conocimiento ilimitado? Su empastadura, negra como boca de lobo, carecía de título, motivo suficiente para que la curiosidad venciera todo tipo de temor. La mente de un niño, tomada por muchos como inmadura y carente de experiencia, es en realidad la más abierta a descubrir los tesoros arcanos que las mentes adultas y maduras se niegan a creer, a no ser que su niño interno siga despierto.


No lo soportó. Sus manos inquietas abrieron el libro con lentitud dramática, pero… ¡Oh, sorpresa! Mil y una páginas dejaron al descubierto su desnudez completa. Ni una maldita letra se vislumbraba en sus hojas amarillentas. Una sonrisa que se dibujó en su semblante no tardó en convertirse en carcajada. Tanto temor sólo por abrir un libro sin escritos… Pero todo se trucó en asombro cuando sus manos no pudieron soltarlo, se inquietó, se desesperó. ¿Qué rayos estaba pasando?


Se pasmó cuando sus ojos no pudieron parpadear, y sus manos empezaron a pasar las hojas una a una hasta llegar a la primera, entonces sucedió el horror con el crujir de dientes. Decenas, cientos, miles y millones de letras y símbolos empezaron a llenar las hojas del libro donde horribles contornos de criaturas desconocidas se fueron dibujando. Sus dedos empezaron a pasar las hojas de forma imparable. Sus ojos desorbitados no podían creer lo que estaban contemplando. Mil y una maravillas de lo eterno, efímero y misterioso inundaron sus ojos filtrándose hasta su cerebro. El vacío final de donde todo surgió se manifestó sin forma y sin color mientras una masa repleta de tentáculos, Azathoth, emergía de él. La locura misma de una fantástica creación sin fundamento dispuesta a iniciar su papel de motor en una oscuridad de absoluto terror, una oscuridad surgida de la misma entidad. ¿Es que acaso el origen tiene tentáculos involucrados? Millones de creaciones amorfas y redondas empezaron a surgir, algunas oscuras otras con luces intermitentes. Observó su mundo, su planeta, cuando ni una sola gota de agua decoraba su desierto. IA, IA, UBBO-SATHLA. Una entidad pulposa descendió hasta la profundidad del desierto donde hizo emerger el fuego, el agua, la tierra, el aire y las plantas. De esta entidad surgieron los primeros seres pobladores, denominados dioses de la tierra: Saturno, Cronos, Zeus, Hera, Poseidón, Hades, Odín, Thor, Freya, Osiris, Isis, Horus, Anubis, Anu, Marduk, Chiminigagua, Chibchacum, Quetzalcoatl, Indra, Visnú, Shiva entre muchos otros, quienes en medio de sus disputas por los elementos se vieron envueltos en sangrientas batallas contra unos seres superiores venidos del espacio, Los Antiguos, quienes a su vez fueron respaldados por sus dioses monstruosos: Yog-Sothoth, Shub-Niggurath, Cthulhu, Hydra, Dagón, Nyarlathotep, quienes se proclamaron vencedores por corto tiempo, puesto que la Gran Raza de Yith, conformada por Kathanid, hermano de Cthulhu, y por otros seres igual de poderosos, reforzó la lucha de los escasos dioses de la tierra. En medio del caos surgieron los animales grandes y pequeños, los humanos, y una raza de humanoides con características anfibias llamados Profundos, quienes esclavizaron a los heridos Shoggoths de Yith para usarlos a su favor. Los humanos se dividieron según su atracción por lo puro y lo impuro, tomado luego como benevolencia y maldad.


Todo lo anterior fue bastante poco para lo que el pequeño Lovecraft tuvo que contemplar, incluso el futuro repleto de caos, desesperación y tinieblas. La humanidad está destinada al exterminio. Sentía que su cerebro se hinchaba, casi como si fuera a reventar, pero las palabras finales de un árabe loco hicieron culminar aquel infierno de conocimiento abisal. “Desde la profundidad vendrá el caos. Que Anu se apiade de vuestras almas”. En ese momento soltó el libro que cayó y se cerró. El pequeño Lovecraft pudo parpadear, miró a todo lado y se dejó caer mientras un terrible dolor de cabeza le azotaba sin piedad. Empezó a convulsionar y se desmayó mientras hilillos de sangre salían por su boca, nariz y oídos.


Al despertar, se irguió lentamente como aquel que ha dormido bastante poco tras un día de exagerado esfuerzo. Sintió herrumbre en su cara y miró un libro caído de color amarillo, se acercó a él un tanto mareado y miró su título: El Rey En Amarillo, lo tomó, pero no se sintió con ánimos de leer, así que lo puso en el estante en medio de otros libros. Se agarró la cabeza y salió del lugar, no podía recordar nada con excepción de la palabra Azathoth que rugía impetuosa en la oscuridad mental de su corazón. 

Este cuento participa en el concurso de cuentos Lovecraftianos, en seguida enlisto los otros cuentos participantes publicados hasta la fecha. 


Semblanza del autor:
Mi nombre es William Delgado R. Soy escritor colombiano de la tierra de Pasto. Soy creador y administrador del grupo de Facebook  de la Sociedad Lovecraftiana Pasto Colombia. En Facebook aparezco con el nombre de William Blackthorn. Tengo 29 años. Escribo desde los 15. Me destaco en novelas cuentos y poemas de terror, fantasía y erotismo gótico.



1 comentario:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

William. Felicitaciones. Me atrapó la lectura viajando a través del tiempo, imaginando cómo podría haber surgido toda la creación desde el fondo de los océanos.

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