Texto de la autora Sara Lena Tenorio, foto de Pinterest.
Aquella mañana desperté de una horrible
pesadilla, quise reconciliar el sueño, pero
una llamada al teléfono de la casa me lo
impidió. Sonó muy temprano y estando
aún medio dormida escuché la
conversación entre ambas partes. Yo
estaba en la habitación contigua y,
como entonces aún no había altavoz,
supuse que mi tío, estaba hablando
demasiado fuerte sobre un accidente, al
otro lado de la línea. No entendía lo
que pasaba, pero entonces toda mi
familia se alteró y yo dejé de escuchar
no solo la conversación, sino todos los
sonidos a mi alrededor.
Mis sentidos se aturdieron por unos
momentos, después llegó a mis oídos
un sonido agudo que parecía taladrarme
la mente. El cielo se había oscurecido
súbitamente en pleno día y yo no
alcanzaba a comprender lo que me decían.
Intenté leer sus labios, pero las sombras
que veía se
oscurecían, así que me tumbé en el sillón.
Mi confusa mente lo olvidaba todo pasado
un tiempo y así
pasaron algunos días durante los cuales
apenas tuve conciencia de lo que ocurría a
mi alrededor. Algunos flashazos de
recuerdos llegaban a mi mente y me
quedé con uno especialmente extraño.
Recordé un día en el que estaba en la
escuela secundaria. Como no podía
relacionarme con mis compañeros,
ellos no sabían nada de mí, de modo
que prefería tener plática con los
maestros. De ese modo no fue extraño
que el maestro de historia y geografía
acabara regalándome un libro que trataba
de asuntos ajenos a su formación
académica. Y también me dijo que
veía algo especial en mí. El libro, titulado
"El método Silva del control mental",
explicaba cómo despertar el poder de
la mente y en sus primeras páginas
presentaba algunos ejercicios para
despertar la capacidad de predicción.
Seguí algunas de aquellas instrucciones
y no tardaron en pasar cosas extrañas.
Empecé a soñar cosas que después
pasarían y, aunque no fue nada relevante,
me asustó lo desconocido, así que
regresé el libro y le dije al maestro que
ya no quería leerlo más. Él me pidió que
fuera un sábado a una clase especial.
Generalmente mi familia no me dejaba
salir salvo para hacer mandados
y tareas escolares, pero, para mi sorpresa,
ellos estaban tan consternados con aquel
acontecimiento del cual yo no quería
enterarme, que finalmente obtuve su
permiso. Al llegar a la clase especial vi al
maestro con una chica un par de años mayor
que yo. Entramos en un aula y vi cómo la
hipnotizaba. Después la pellizcó y le clavó
agujas, pero ella no parecía percibir el dolor.
Después de tan extraña exhibición, me dijo que
él me podría enseñar aquellas técnicas y muchas
cosas más, pues, según me dijo, la mente tiene
un poder ilimitado y él veía en mí ese
potencial. Afirmó que me enseñaría a controlar
mi mente. Entonces pensé que "ya no era la única
loca", me negué y él me dio una semana para
decidirme. Mi mente vagó pensando en todos los
peligros que podría correr si aceptaba, así que
decidí alejarme del maestro, para ni siquiera tener
que contestarle.
Pasado un tiempo me retrasé a la hora de
tomar las notas y salí un poco tarde al recreo.
El profesor me esperaba, me llevó a otro salón
y me ordenó que nunca le contara a nadie lo que
iba a ver, pues era algo reservado para los elegidos.
Él me dio un picahielos oxidado y me pidió que
tratara de doblarlo. Obviamente, no puede
deformarlo y se lo devolví. Su semblante adquirió
un aspecto más serio, se concentró y me dijo, una
vez más, que la mente era muy poderosa y que le
podías ordenar que no sintiera dolor. Introdujo el
picahielos hasta el fondo de su nariz, tan
profundamente que la punta debería haberle llegado
al cerebro. Aquello me horrorizó y le dije, cada
vez más asustada, que definitivamente no quería
hacer aquellas cosas, las cuales, aun siendo sin
duda admirables, me daban demasiado miedo. Él
me dijo que esperaba que yo acabara cambiando
de opinión, pero que su oferta expiraría pronto,
concretamente el día de mi próximo cumpleaños.
Jamás volví a retomar el tema, pues mi miedo era
mayor que toda mi curiosidad.
Aún me sentía sensible por las extrañas experiencias
que había sufrido. La vigencia de aquel ofrecimiento
aún estaba dentro de tiempo, podía acceder al
conocimiento ofrecido, pero mi mente estaba enfocada
en la noticia que me había perturbado.
Recordé que era parecido a algo que había presentido
en un sueño y que me negaba a aceptar: mi padre había
fallecido en un accidente automovilístico aquella noche.
Buscaba la soledad, especialmente durante las noches, e
intentaba llamarlo, pero él ya no formaba parte de este
mundo.
Una noche, finalmente, me quedé sola en la casona de mis
abuelos y, mientras miraba el fondo del patio, recordé
aquella pesadilla que llevaba días atormentándome y que
se reavivó al detenerme justo en el lugar en el que iniciaba.
Estaba en la parte frontal del patio, en el sueño la vi
convertirse en una laguna (el desnivel del suelo habría
permitido que allí hubiera realmente una laguna). Había
un muro de piedra al fondo, con un orificio en forma de
puerta que llevaba a otro patio, y que estaba allí a raíz de
un error de cálculo en la construcción. La piedra se había
transformado en una enorme reja, que se abrió sola y me
permitió acceder a una pequeña lancha en la cual algunos
familiares y yo iniciamos un viaje sobre el agua. En vez
del lote baldío que había allí en el mundo real, encontramos
una pequeña isla con forma de cerro. Buscábamos a mi
padre y habíamos decidido separarnos porque teníamos
poco tiempo para conseguir que volviera con nosotros. Si
no lo aprovechábamos, nos quedaríamos encerrados en
aquel lugar lúgubre, quizás para siempre.
Yo me dirigí hacia una hermosa banca metálica de color
blanco y me senté a contemplar el hermoso reflejo de la
luna sobre el agua, mientras mis familiares se internaban
en la búsqueda. Hasta que de pronto un intenso escalofrío
recorrió todo mi cuerpo, pues un fétido aliento soplaba
sobre mi cuello y había hecho que mi piel se erizara. Tenía
miedo de mirar hacia atrás, pero una voz masculina me
pidió que lo hiciera, pronunciando suavemente mi
nombre. Mi curiosidad fue mayor que mi miedo. Al
volver la cabeza vi un monstruoso ser de color rojo, con
cuernos en la frente, respirando fuertemente a escasos
centímetros de mi rostro. Fue entonces cuando me desperté
bruscamente de aquella pesadilla.
Intentaba analizar ese recuerdo mientras observaba el
muro del patio. De pronto la luz de la luna llena iluminó
la entrada al traspatio y una figura femenina se fue
haciendo cada vez más clara. Era una mujer que emitía
un brillo espectral, estaba vestida de blanco, con el cabello
suelto hasta las caderas, parecía moverse con suavidad y
flotaba como a medio metro del suelo. Su vestido, que le
llegaba hasta los tobillos, se movía al ritmo de sus blancos
cabellos. Parecía hermosa y yo le pregunté si conocía a mi
padre o si acaso tenía algún mensaje para mí. Ella no hizo
el menor ruido y avanzó lentamente hacia mí, flotando
sobre el suelo. Cuando estuvo más cerca distinguí que no
era más que una osamenta y que gesticulaba de una forma
horrible. Como si alguien me hablara al oído, escuché
dentro de mi cabeza "no la mires, es un demonio y viene
por ti". Le di la espalda al espectro, aún sabiendo que
aquello era inútil, y de pronto escuché un claxon fuera de
la casa. Finalmente habían llegado por mí para viajar al
pueblo en el que haríamos la misa del novenario de la
muerte de mi padre. Rápidamente tomé mi maleta, apagué
la luz, puse la cadena con el candado, y salí de allí lo más
deprisa que pude. Jamás he vuelto a ver a la mujer del
cabello blanco, pensé que mi obsesión me estaba
llevando a la locura y decidí guardar silencio. Al regresar a
casa, una amiga de mis tíos aseguró haber visto a una mujer
semejante a aquel horrible espectro, horas antes de mi
propia experiencia. Confesé mis experiencias, pero nadie
me creyó.
Meses después supe que mi padre creía en el mundo
paranormal y que, pese a haber sido un intelectual,
guardaba en su biblioteca personal un libro titulado
"El método Silva del control mental".
Curiosamente, ese era su segundo apellido, Silva. Hay
quienes afirman que él sabía que estaba a punto de morir
y que incluso una vidente le había hablado de su próxima
muerte, razón por la que había dedicado sus últimos
meses de vida a prepararse para su inevitable destino y
tal vez, logró salvarme de las consecuencias de invocar a
seres del más allá.
Autora: Sara Lena
Esta historia está basada en hechos reales, mis propias
confesiones.
2 comentarios:
Esta historia es bastante fuerte. Genera en verdad temor y ansiedad. Solar con hechos desagradables y luego ver cómo se materializan, debe ser horroroso y muy desagradable.
Felicidades maestra Sara. Es toda una artista en este género. 🤗🤗🤗👏👏👏
Muchísimas gracias Oscar, coincido con tus observaciones, gracias por tu amable opinión.
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