SIMULACRO

homenaje a Lovecraft.


Texto e imagen proporcionados por el autor: Cristian Burgoa

Era una noche fría y oscura, un fugitivo decidió esconderse en un túnel; la policía lo había perdido de vista. 

El abandonado, húmedo y oscuro túnel al parecer era un perfecto escondite, quizás solo por esta noche. Era un poco difícil caminar por los grandes charcos de agua que se habían formado por el deterioro de los años. El fugitivo continuaba con su trayecto en la oscuridad hacia lo desconocido, de pronto, sintió tropezar con un objeto e impactar con algo sólido. — Que idiota soy, pudiendo utilizar la linterna desde un principio — Nervioso y un poco adolorido dijo, encendiendo su linterna, el fugitivo. Con la ayuda de la linterna pudo observar el objeto con el que impactó, aquél objeto era una abandonada y oxidada cabina de tren. Asombrado, pudo también apreciar alrededor suyo que existían restos humanos esparcidos por todas partes. Ese olor nauseabundo que emitían dichos cuerpos, era molestoso desde el momento en que ingresó al túnel.

De pronto, el fugitivo oyó aproximarse una motocicleta. El ruido del motor que emitía aquella motocicleta se hacía cada vez fuerte a medida que se acercaba. El fugitivo corrió para esconderse en la abandonada cabina, apagó la linterna y contuvo la respiración. Solo quedaba esperar a que dicha motocicleta pasara desapercibida, que por cierto era una patrulla en la que iban dos policías en ella.

— ¿Ves algo? — preguntó el policía que conducía la motocicleta.

— No, al parecer no se encuentra aquí. Ese hombre ya debe traer la ropa toda sucia, en caso de haber estado por aquí, no puedo creer que incluso se haya dado la molestia de traer puesta su bata blanca médica. Este lugar me genera morbo y nauseas, continuemos con la búsqueda de ese hijo de perra. — respondió el colega y compañero de la patrulla de policía.

Después de unos minutos, ya se había alejado aquella patrulla de policía. El fugitivo tomo aire para poder respirar, cogiendo su maletín se levantó del lugar en el que se había escondido, salió de la cabina. 

Encendió su linterna, continuó su camino con rumbo a lo desconocido. Cuando de repente, escuchó varios disparos de armas de fuego. El fugitivo asustado decidió apagar su linterna. Al parecer aquellos policías se encontraban en peligro. Se  escuchó un agonizante grito, los disparos habían cesado. El silencio se apodero del ambiente. El fugitivo creyó haber terminado el caos, al menos eso parecía. De repente escuchó un fuerte gruñido balbuceante. El fugitivo, impactado por lo que acabó de oír, decidió volver a la cabina del tren para resguardar su vida.

— ¿Dónde rayos llegué a parar? — Asustado y en voz baja dijo, el fugitivo.

Una vez dentro de la cabina, volvió a contener la respiración, al parecer no será una noche tranquila para él, hasta que cunda la calma. Después de unos segundos de silencio absoluto, dejo de contener la respiración para relajarse un poco.

Cuando todo parecía haber terminado, se empezaron a escuchar pasos torpes y lentos. Dichos pasos se estaban aproximando hacia la cabina del tren. Los pasos estaban cada vez más cerca. Aquella blasfema cosa empezó a golpear la cabina. El fugitivo era consciente de que aquella cosa sabia sobre su paradero. El fugitivo encendió su linterna, decidido a salir de aquel túnel abandonado, corrió sin mirar atrás. Ya se encontraba cerca de la salida, tenía pensado o imaginaba aproximarse hacia alguna carretera cercana y abordar en algún vehículo que lo llevase a las cercanías de la frontera para luego escapar de esta maldita realidad. Su realidad será otra porque el fugitivo acaba de tropezar.

— ¡¡¡Mierda!!! — gritó de dolor y desesperación, el fugitivo.

El dolor en la pierna era muy fuerte, esto permitía que la blasfemia cosa tenga ventaja y se acercase rápido. El fugitivo ya no soportaba el dolor, al parecer se generó una fractura en la pierna. Decidió quedarse en el suelo, la hemorragia no paraba. Apuntando la linterna hacia el blasfemo monstruo, pudo observar y reconocer el deforme y descompuesto rostro de aquél ser. 

En ese preciso momento. Millones de lunas giraron alrededor del cerebro del fugitivo, cada una de éstas contenían imágenes únicas, avanzaban en distintas velocidades. De todas estas lunas, con las cuales revive momentos, existe una muy especial. Esta luna especial emite la imagen de aquél día en que el fugitivo intento traer de vuelta a la vida, mediante un experimento, a su compañero y mentor. En aquél experimento que consistía en colocar la cabeza de su compañero en el cadáver de otro ser humano, mediante un “suero”. Dicha cabeza se encontraba en la cripta subterránea, fue un poco difícil conseguirla. Al final de cuentas dio resultado aquel experimento que había realizado el fugitivo, claro, no como esperaba. Había creado un monstruo con la cabeza de su compañero fallecido. Durante muchos años había desarrollado e investigado un nuevo “suero”, mejorado y eficaz, para revivir a los muertos y darles inmortalidad. Este nuevo “suero” se caracterizaba de revivir a los muertos con uso de razón y sentimientos.

El fugitivo sin posibilidad de caminar, se encontraba rodeado por ambos lados. En frente tenía al blasfemo muerto viviente, por el otro lado estaba rodeado por la policía. 

— ¡Doctor, misión cumplida!  Gracias por todas sus enseñanzas en nuestro bizarro proyecto, pude perfeccionar el “suero”. El “suero” es tan eficaz a tal nivel que debo decirle que todo lo que ocurre es ficticio, todo es una mentira, tanto nosotros como todas las personas en el mundo dejamos de existir hace mucho. Todos revivimos gracias al último “suero” que invente. Que dicho “suero”, solo queda una última dosis. Esa última dosis se encuentra en el maletín. Fue un placer trabajar con usted. Me enorgullece haber sido su compañero, cómplice, ayudante y amigo. ¡Doctor West, misión cumplida! — Dijo, el ayudante y/o fugitivo.

El fugitivo y/o ayudante prendió fuego, con la ayuda de un encendedor, al maletín que contenía la última dosis del “suero”. Mientras tanto la policía, con una ráfaga de disparos, terminaba con quienes en vida fueron Doctor West y su ayudante.

Autor Cristian Burgoa

Este texto participa en el concurso de cuentos Lovecraftianos, en seguida enlisto los otros participantes (Dale clic a las letras doradas, los enlaces, para que te lleven a cada uno de los títulos citados):


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1 comentario:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Excelente. Muy, muy buena historia. ¿Te gustaría trabajar con Bill Gates en el suero para las vacunas contra covid? Creo que como doctor West no te iría mal. Felicitaciones Cristian Burgoa. Está lectura atrapa de principio a fin.

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