Desde lo profundo

Homenaje a Lovecraft.


Texto e imagen de Aldo Matus


Se escucharon tres golpes secos y continuos.

TOC. TOC. TOC.


Dulce, se apresuró rápidamente hacia la puerta. Esperaba la llegada de Víctor, sin embargo, lo que vio frente a sus ojos la llenó de desilusión y frustración.... Simplemente, suspiró, se dio la vuelta y caminó hacia la cocina.

Rodrigo entró rápidamente, siguiendo los pasos de Dulce. Detrás de él iba dejando pequeños charcos de agua, su ropa estaba totalmente empapada. Dulce, nunca lo volteó a ver. 

Rodrigo, comenzó a hablar:

“Mira, disculpa que sea yo otra vez, pero es que...Lo siento. Yo realmente... No quería que esto sucediera, este...Ya sabes, ¿no?, son cosas que a veces pasan y uno no puede controlar o bueno, más bien, uno no las controla...eh, son las cosas que se dan cuando uno juega y, juega con los demás.... De verdad, lo siento, Dulce. Yo no quería esto... pero bueno...lo hecho, hecho está y.… creo, creo que me arrepiento”.

Una ráfaga de viento azotó la puerta que se había quedado abierta mientras Dulce se dirigía a la cocina. El golpe la sobresaltó. Inmediatamente volteó en esa dirección esperando que Víctor hubiera llegado... No era él.

Dulce regresó su mirada hacia la tarja donde se lavaba las manos. La suciedad que tenía en ellas debía de lavarla de forma profunda y meticulosa. Inmediatamente después, sonó la puerta. Tres golpes secos y continuos.

TOC... TOC... TOC...

Dulce nuevamente se apresuró a abrir la puerta, esperaba que Víctor estuviera frente a ella. Nuevamente la frustración hizo su aparición. En su rostro empezaba a dibujarse un poco más la angustia. Se dio la vuelta y regresó a la cocina.

“Dulce, por favor... por favor...no me ignores. En verdad, no sabes cuanto lo siento... Bueno, bueno... no lo siento, pero es que... así tenía que ser. Así estaba establecido y... creo que, las cosas fallaron un poquito.... Pero de verdad, no me ignores en este momento.

No sabes lo que siento. Siento que mi pecho se oprime. Siento que los sentimientos me ahogan. Siento que hundo. Siento que mis pies están amarrados y voy cayendo en lo profundo de un lago de confusión. Siento la angustia de todas las cosas que inundan mi cabeza, mis pulmones... mi alma.

Lo siento, Dulce... lo siento. No me ignores”.

Dulce continuaba en la tarja lavándose las manos, simplemente se alcanzó a escuchar: —Maldito. Maldito, idiota.

“Dulce, lo siento” decía Rodrigo mientras se tocaba el pecho. Con su dedo índice, dibujaba una circunferencia. “Me duele todo esto, Dulce. Todo esto y, esto también, atormenta mi cabeza, creo... creo que me voy a volver loco. Dulce, discúlpame, de verdad. Discúlpame”.


La puerta se azotó nuevamente.

TOC... TOC... TOC...

Dulce se acercó cautelosamente a la puerta.

—¿Víctor? ¿Víctor, eres tú?

No hubo respuesta.

—¿Víctor?

TOC... TOC...TOC...

Dulce, abrió la puerta y, nuevamente, la desilusión, la frustración, la angustia, estallaron en sus ojos.

Dulce dejó la puerta abierta y corrió rápidamente a la cocina para seguir lavándose las manos, envuelta en llanto.

“Dulce, lo siento, por favor...Solamente vengo por mi libro, es lo único que necesito, nada más el libro y, me iré. Solamente quiero quitarme esta angustia del pecho, esto que me ahoga, que me inunda, que me lleva al fondo.  Yo no tuve la culpa, fue él, él no siguió las instrucciones”.

—¿Dulce?... ¿Dulce?...

—¿Víctor?

—Sí... ¿por qué tienes la puerta abierta?

Dulce corrió hacia los brazos de Víctor y estalló en llanto. Sollozando y en el punto que divide el pánico de la histeria.

—Tengo miedo, Víctor... tengo mucho miedo. Van siete veces que tocan a la puerta y... Aquí no hay nadie... no hay nadie, Víctor... Creo que hicimos algo mal... Bueno, todos hicimos algo mal. Necesitamos sacarlo del fondo del lago y... quemarlo junto con su pinche libro...

—¿Cuál libro?

—El libro que nos estuvo leyendo. El libro que está en el estudio... Ve por él y, hay que sacar el cuerpo del lago. Lo tenemos que sacar y quemarlo junto con su libro.

Víctor se dirigió hacía el estudio. Tomó el libro que contenía letras extrañas en la portada en relieve, su forro, parecía estar hecho de piel. En su interior, símbolos extraños saltaban a la vista como si se tratase de formas en tercera dimensión.

Un grito estremeció el estudio y toda la casa completa. 

Víctor se apresuró a la cocina y vio a Dulce tendida en el piso con la espalda rasgada y llena de sangre. Charcos de agua se distinguían desde la puerta y hasta la cocina, lodo, pasto y yerba húmeda...

En el fondo del lago, amarrado con una gran piedra en sus pies, Rodrigo tenía los ojos abiertos y su visón se dirigía hacia la superficie. En su rostro se dibujaba una sonrisa diabólica. Con la uña del dedo índice, rasgaba y arrancaba la carne de su pecho dibujando la circunferencia de un símbolo extraño. Era el mismo símbolo que tenía Dulce en su espalda.

Víctor vio la portada del libro bajo la luz que más intensa que le ofrecía la cocina.

—Maldito, Libro de los Muertos... Maldito seas, Rodrigo.

En el piso, letras hechas con sangre partes de carne de la espalda de Dulce, se leía...

Tú eres el siguiente....Voy por ti, amigo.


TOC... TOC...TOC..

Basado en El Necronomicón.

Redes sociales: # FanOtico Campo Abierto.

Escritor Mexicano, autor de 2 novelas tituladas “Trance” y “Mar Inverso.

Participante en 2 antologías tituladas “Cuando mis demonios me atacan” en la cual participa con 3 relatos y “Tlajtolpapalotl” con 2 relatos




 Este cuento ganó el tercer lugar en el concurso "Cuentos Lovecraftianos". Enseguda se muestra el diploma y abajo se enlistan (y enlazan) los demás cuentos participantes.




Todo este homenaje a Lovecraft estará disponible desde el evento en Facebook. Dale clic aquí.






1 comentario:

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Este cuento es muy bueno. Atrapa, encierra terror y suspense. Mucha adrenalina a través de la desesperación de dulce y un final escalofriante. Felicitaciones Aldo.

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