- Amnesia autora Sara Lena Tenorio
- La niña fantasma autor Javier Fontenla
- El viejo capitán autor Javier Fontenla
- El despertar de Azathoth autora Carolina Arriaga
- Delirios de un huésped autor Aldebarán de Canis
- Desaparecida autora Brenda Valeria
- La corta noche de la vida Autor Ernesto Moreno
- Desde lo profundo autor Aldo Matus
- El Tripulante autor Marcelo Huarcaya Minauro
- Desde la profundidad autor William Delgado
- Simulacro autor Cristian Burgoa
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ENCOMIENDA DE NAHL
EL VIEJO CAPITÁN (CUENTO FANTÁSTICO)
Nos hallamos en cierta localidad portuaria de Nueva Inglaterra hacia el
año 1920. La solitaria casa del Viejo Capitán rara vez recibía visitas, pero
aquella tarde un joven escritor llamó a su puerta. Aunque poca gente conocía
íntimamente al Viejo Capitán, se decía que había vivido muchas experiencias
extraordinarias a lo largo de su ajetreada vida. El joven escritor quería
entrevistarse con él, guiado por la esperanza de que pudiera sugerirle el
germen de alguna historia interesante. Afortunadamente, el anciano resultó ser
una persona mucho más amable de lo que su visitante se había imaginado. Al
joven escritor también le agradó descubrir que la casa estaba llena de gatos,
pues él, al igual que su vetusto anfitrión, sentía cierta debilidad por los
pequeños felinos. El Viejo Capitán no solo los trataba con cariño, sino que
además hablaba con ellos como si pudieran entenderlo y les daba nombres de persona,
que al parecer se correspondían con los de sus antiguos compañeros de
navegación. Tras rehusar un vaso de ginebra y aceptar un té con pastelillos, el
escritor le pidió al anciano que le hiciera un breve resumen de su vida. El
capitán sonrió y dijo:
-Lo cierto es que he vivido bastantes aventuras emocionantes. Nací en el
seno de una familia distinguida, pero la Guerra Civil y el cólera aunaron sus
esfuerzos para dejarme huérfano a una edad muy temprana. Por ese motivo tuve
que dejar la escuela y embarcarme como grumete cuando aún no había cumplido los catorce años. Durante mi larga vida como marinero he navegado por lugares remotos
y extraños. Nunca me he casado, pero sí he mantenido relaciones amorosas con
varias mujeres de distintas razas. Curiosamente, a los veinticinco años, siendo
ya primer oficial de un barco mercante, aún era completamente virgen. Entonces
los monzones nos obligaron a buscar cobijo en cierta isla oriental, habitada
por una tribu de costumbres matriarcales. Por algún motivo le caí en gracia a
la princesa de la isla, que era una muchachita tan bella como caprichosa.
Intentó seducirme, pero yo, que en aquella época aún no estaba acostumbrado a
tratar con mujeres, rechacé sus intentos con cierta brusquedad. Aquella noche
encontré una cobra entre las ropas de mi cama y comprendí que la había
ofendido. Al día siguiente le ofrecí mis disculpas a la princesa y me excusé
diciéndole que estaba casado (como “prueba” de ello le mostré un viejo retrato de
mi madre). Ella no debió de quedar muy satisfecha con mis explicaciones, pues
mientras dormía la siesta encontré una araña venenosa en mi cama. Finalmente
accedí a acostarme con la princesa y al anochecer encontré un hermoso gatito
jugando en mi camarote. Aquel cachorro pertenecía a una especie endémica de la
isla y poseer uno se consideraba un gran honor entre los nativos. Comprendí que
la princesa por fin había quedado satisfecha y acepté su regalo con verdadero
placer. Poco después abandoné la isla y no volví a verla nunca más. Por lo que
sé, murió hace algunos años y hoy gobierna la isla su hija mayor, de quien se
dice que tiene los ojos azules. A veces he sentido la tentación de visitarla,
pero nunca me he atrevido, pues no me gustaría tener que elegir entre cometer un pecado o encontrarme con otro bicho venenoso en mi cama. En cuanto al gato,
fue mi mejor amigo durante los doce años que vivió. Todos los felinos de mi
casa son descendientes suyos y han heredado sus cualidades.
En aquel punto la narración del anciano marinero fue interrumpida por
las sirenas de un vehículo policial. Pocos segundos después el comisario en
persona llamó a la puerta del Viejo Capitán, quien aquella tarde recibió más
visitas de las que solía recibir en un año entero. El comisario se dirigió a él
en voz alta, pues ignoraba la presencia del joven escritor:
-Capitán, varias niñas han desaparecido misteriosamente mientras jugaban
en el bosque y, a juzgar por ciertos indicios, cabe pensar que han sido
raptadas. Mis hombres ya están peinando la zona, pero le agradeceríamos que nos
prestase su ayuda una vez más.
El comisario se marchó y entonces el joven escritor se dirigió al
anciano:
-Disculpe mi ignorancia, capitán, pero no acierto a comprender cómo podría
usted ayudar en este asunto.
-En realidad, serán mis gatos quienes harán el trabajo. Poseen
cualidades fuera de lo común.
…
En el interior de una fábrica abandonada tres niñas atadas, amordazadas
e indefensas se hallaban a merced del maníaco que las había raptado. Aquel
psicópata ya estaba a punto de degollarlas cuando creyó oír un sonido extraño
procedente del exterior. Salió del edificio armado con un cuchillo, pero nunca
más volvió. En cambio, diez minutos después entraron en la fábrica varios
gatos, que se relamían y bostezaban como si se hubieran dado un buen banquete.
Los felinos rompieron a mordiscos las ataduras de las niñas, que huyeron de
allí a toda prisa, sin prestarle atención a un esqueleto que yacía entre los
arbustos, sin una sola brizna de carne sobre sus huesos.
…
Aquella noche el Viejo Capitán despidió al joven escritor y le dijo:
-Espero que haya obtenido algún provecho literario de nuestro encuentro,
señor Lovecraft.
Visita la semblanza del autor, Javier Fontenla, para leer lo que ha publicado en este blog.
Otros cuentos
participantes de este concurso son:
- Amnesia autora Sara Lena Tenorio
- La niña fantasma autor Javier Fontenla
- Encomienda de Nahl autora Scherezada
- El despertar de Azathoth autora Carolina Arriaga
- Delirios de un huésped autor Aldebarán de Canis
- Desaparecida autora Brenda Valeria
- La corta noche de la vida Autor Ernesto Moreno
- Desde lo profundo autor Aldo Matus
- El Tripulante autor Marcelo Huarcaya Minauro
- Desde la profundidad autor William Delgado
- Simulacro autor Cristian Burgoa
Amnesia (homenaje a H.P. Lovecraft)
He perdido la noción del tiempo desde que estoy solo, entre estas cuatro paredes blancas. Algunos recuerdos golpean mi mente, como flashazos que me revelan fragmentos de mi pasado. De pronto veo una cara conocida, es una chica de ojos color miel. Se trata de Leonor, mi hermana menor, cuya presencia parece refrescarme la memoria. La última vez que estuvimos juntos ella llevaba ese mismo bolso que cuelga de su hombro. Recuerdo que nuestra madre se lo tejió antes de morir. Leonor me dice con su flamante sonrisa que buscará la forma de ayudarme. Roberto, su novio, es un abogado experimentado y está buscando la forma de sacarme de este aprieto. Pero es imprescindible que me esfuerce en recordar el paradero de aquellos niños. Me muestra un cuaderno que contiene una lista escolar, la cual, según sus palabras, fue escrita por mí. “Maestro Andrés”, pone en la etiqueta. En la lista figuran los nombres de diez niños, acompañados por algunas anotaciones. Me esfuerzo intentando recordar, pero nada definido llega a mi mente.
La siguiente visita es de un hombre que apenas entra, me dice que mi amnesia es solo un engaño para encubrir mis terribles crímenes. Luego me lanza una sarta de amenazas e insultos. Me habría golpeado de no ser por la rápida intervención de los enfermeros, que terminan retirándolo. Al parecer, es el padre de uno de los niños extraviados. ¡Si tan solo pudiera recordar! Me llevo las manos a la cabeza y la golpeo contra la pared, esforzandome por revivir aquellos momentos. Termino cedado y con una camisa de fuerza, viendo el techo de este horrible cuarto.
Cuando me quedo solo llegan nuevos recuerdos. Estoy dando clases en una escuela rural, no hay nadie más a cargo. Yo calificaba la tarea mientras los niños jugaban en el patio, pues era la hora del recreo. De pronto los vi desde la ventana, estaban subiendo a lo alto del cerro. Tenía todas las puertas del recinto cerradas, pero de algún modo ellos habían escapado. Salí tan rápido como pude y logré acercarme a ellos. Parecían seguir a alguien que aplastaba a su paso la crecida maleza, pero no pude ver a nadie con ellos. Corrí tan rápido como pude, pero ellos apretaron el paso y no pude darles alcance. Cuando al fin llegué a la cima, había una especie de círculo de hierba aplastada, donde encontré algunas prendas de los niños, todas manchadas de sangre. Los busqué incansablemente, pero sin el menor éxito.
Cuando llegó la hora de la salida informé a los padres de lo ocurrido. Aunque tuve que soportar sus reproches, conseguí convencerlos para que me ayudaran a seguir buscando. Entonces llegamos a la cima y apareció el cuerpo inmóvil de una niña, que al despertar, parecía hallarse en estado de shock. Los padres me acusaron de su desgracia y decidí escapar. No recuerdo lo que pasó a continuación, solo sé que algún tiempo después aparecí aquí…
Mi hermana ha vuelto y exige que me quiten la camisa de fuerza, siento que su presencia me relaja. Saca algunas fotos de su bolso para ayudarme a recuperar la memoria y de pronto veo aquel extraño libro de negra encuadernación. Mi memoria se enciende al sacarlo, yo mismo de su bolso. Al tocarlo viene a mi mente el momento en el que lo encontré, dentro de una vieja caja de madera con extraños relieves. Alguien lo había dejado escondido en el archivo de la escuela. Desconozco su título, porque las primeras hojas están arrancadas y sobre la cubierta solo se ve la horrible etiqueta con mi nombre. Yo mismo lo etiqueté al notar que nadie lo reclamaba, así que decidí declararlo de mi propiedad y lo llevaba en mi portafolio todo el tiempo. Reconozco sus hojas amarillentas y su letra garigoleada, escrita a mano entre extraños símbolos e inquietantes ilustraciones. Era evidente que se trataba de un libro antiguo, quizás una reliquia de un valor incalculable. Sin embargo, mis múltiples ocupaciones docentes no me habían dejado tiempo para leerlo.
El tiempo de la visita terminó y una vez más la soledad me ayudó a ordenar mis recuerdos. Margarita, la única niña a la que encontramos tras la desaparición de mis alumnos, debió de haberme robado el libro, pues lo llevaba en sus manos mientras subía hacia lo alto del cerro, guiando a sus compañeros, y aún lo tenía a su lado cuando apareció desmayada en el monte. Antes de huir, tomé el libro del suelo y corrí. Recuerdo que sentí como si me siguiera algo invisible, así que continué corriendo hasta sentirme solo y no me atreví a abrirlo hasta que me vi a salvo. Pero antes de leerlo me topé con un indígena de la localidad, que dijo ser el brujo del pueblo.Tal vez ese hombre podría ser la clave para encontrar a los niños desaparecidos. Este me advirtió que yo estaba en grave peligro, porque aquel libro podía usarse para abrir un portal hacia otra dimensión, donde viven los seres primigenios, unos demonios extraterrestres que debían continuar encerrados en su mundo oscuro, por el bien de toda la humanidad. Lo tomé por loco, me exigió que le entregara el libro y me negué, forcejeamos y me lo arrebató, pero le di alcance rápidamente y lo noqueé para continuar huyendo.
Informé a las autoridades de este nuevo recuerdo, sin embargo, como no sé su nombre y en la localidad todos niegan conocerlo, los oficiales no reconocen su existencia y creen que todo el episodio solo existió en mi mente enferma.
Nuevamente mi soledad me ayudó a pensar. De pronto comprendí el peligro que corría Leonor.
—¡Mi hermana! —grité horrorizado, golpeando las paredes queriendo destrozarlas para salir en su ayuda.
La sangre que chorreaba por las heridas que me hice, en mi inútil intento de fuga, no me detenía de continuar intentando abrirme paso. Mi desesperación hizo que los enfermeros me suministraran un sedante más potente de lo habitual y durante mucho tiempo tuve que permanecer inmóvil, atado a la cama y envuelto en la camisa de fuerza. Durante algún tiempo hice vanos esfuerzos para liberarme. Llegó un oficial a decirme que me habían exonerado de los cargos, pues habían encontrado a los niños vagando en diferentes sitios de la carretera, pero el médico decidió que permanecería en observación por mis repentinos estados de histeria.
Ahora solo deseo volver a sumirme en el olvido. Acaba de ingresar un nuevo paciente: Roberto, mi cuñado. Chilla en la celda de al lado proclamando su inocencia, pero solo yo presto atención a sus gritos, que hablan de un ser con tentáculos llamado Cthulhu, al que acusa de haber asesinado a mi hermana.
Autora Sara Lena. 6/08/2021 ©
Diseño de imagen de Sara Lena
Revisado por el filólogo y maestro Javier Fontenla.
Escrito en homenaje al gran maestro del horror cósmico, basado en: Los mitos de Cthulhu. Participa en el concurso del tercer festival literario. #FestivalLitrarioLovecraft. Organizado por Avalon Rol y el blog El legado.
Aquí abajo aparecerán las ligas de más cuentos concursantes (en cuanto sean aprobados por el jurado interno).
- La niña fantasma autor Javier Fontenla
- El viejo capitán autor Javier Fontenla
- Encomienda de Nahl autora Scherezada
- El despertar de Azathoth autora Carolina Arriaga
- Delirios de un huésped autor Aldebarán de Canis
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LA NIÑA FANTASMA (CUENTO FANTÁSTICO)
Cuento fantástico basado en un relato de H. P. Lovecraft (fallecido el 15 de marzo de 1937), texto de Francisco Javier Fontenla, imagen de Pexels.
Siendo inspector de
policía en Baltimore, me vi implicado en dos casos íntimamente relacionados. El
primero de ellos fue el robo de un viejo grimorio oriental custodiado en la
biblioteca de la universidad. Me refiero al último ejemplar del Al-azif o
“Libro de los murmullos infernales”, obra escrita durante el siglo VIII por el
sabio árabe Abdul Alhazred. Según una leyenda recogida por el escritor H. P.
Lovecraft, ese brujo solo tuvo tiempo de recoger por escrito una pequeña parte
de su saber, pues murió hacia el año 738 en extrañas y horribles
circunstancias. Algunos cronistas dicen que murió devorado por un monstruo
invisible en las calles de Damasco, aunque, como es lógico, los historiadores
serios siempre han desdeñado esa versión de los hechos.
Pocos días después del
robo tuvo lugar el segundo caso que ocupó mi atención en aquella época. Una
chica de catorce años llamada Amanda (no puedo revelar su apellido) fue raptada
al salir del colegio. En un primer momento pensamos que era cosa de un
pederasta, pero luego descubrimos que Amanda era conocida en la escuela como
“la niña fantasma”, a causa de sus presuntos poderes de médium.
El ladrón del Al-azif
(cuya verdadera identidad tampoco puedo revelar) averiguó de alguna forma que
Amanda podía hablar con los espíritus y decidió raptarla. Su intención original
era que la niña contactara con el espíritu de Alhazred, usando como canal el
libro que él mismo había robado, y le transmitiera todos los conocimientos que
el viejo hechicero se había llevado a la tumba. Pero, como Amanda no quería
colaborar, el ladrón realizó un extraño ritual de magia negra para robarle sus
poderes. De esa manera, él mismo podría contactar con Alhazred, sin depender de
la voluntad de Amanda y sin correr el riesgo de que ella intentara engañarlo.
Mientras tanto, yo
estaba en el jardín de su casa, intentando sin éxito que sus criados me
permitieran entrar en el edificio. Había recibido cierta información sobre el
paradero de Amanda, pero, como mis fuentes carecían de valor oficial, no había
podido obtener una orden judicial que me franqueara el acceso. Ya estaba a
punto de darme por vencido cuando oí un grito de terror procedente del
interior. Como aquel grito me daba una buena excusa para entrar sin
autorización judicial, saqué mi pistola y les dije a los criados que se apartaran
(cosa que hicieron sin oponer resistencia, pues el susto los había anulado por
completo). Al entrar en el salón vi que el dueño de la casa estaba tendido
sobre el suelo, pálido como un muerto. Le salía espuma por los labios y solo
podía repetir murmullos incoherentes en una lengua desconocida. Amanda también
estaba allí, atada y amordazada, pero completamente ilesa. Cuando le quité la
mordaza, ella misma me contó que su secuestrador había caído al suelo tras
contactar con el espíritu de Alhazred. Yo no entendía qué le había pasado a
aquel hombre y le pregunté a Amanda:
-¿Sabes si tomó algún
tipo de droga ritual o algo por el estilo?
La muchacha negó con la
cabeza y dijo:
-No creo. Lo que pasa
es que, al absorber los conocimientos de Alhazred, también averiguó lo que se
siente cuando un monstruo te devora las entrañas. Yo intenté advertirlo, pero
entonces lo oyó a usted hablando con los criados y me tapó la boca para que no
gritara.
El Al-azif fue devuelto
a la biblioteca de la universidad y el ladrón permanece ingresado en un hospital
psiquiátrico. Amanda ha recuperado su vida normal y no parece lamentar la pérdida
de sus poderes paranormales.
…
-Lo que aún no
entiendo, comisario Grant, es cómo conocía usted el paradero de Amanda.
-La verdad es que me lo
contó mi hija Annie.
-¿Y ella cómo lo sabía?
-Eso lo ignoro. Annie
murió hace muchos años y solo sé lo que me cuenta en mis sueños.
Participa en el concurso del tercer festival literario. #FestivalLitrarioLovecraft. Organizado por Avalon Rol y el blog El legado. Aquí abajo aparecerán las ligas de más cuentos concursantes (en cuanto sean aprobados por el jurado interno, por su apego a las bases del concurso).
- Amnesia autora Sara Lena Tenorio
- El viejo capitán autor Javier Fontenla
- Encomienda de Nahl autora Scherezada
- El despertar de Azathoth autora Carolina Arriaga
- Delirios de un huésped autor Aldebarán de Canis
- Desaparecida autora Brenda Valeria
- La corta noche de la vida Autor Ernesto Moreno
- Desde lo profundo autor Aldo Matus
- El Tripulante autor Marcelo Huarcaya Minauro
- Desde la profundidad autor William Delgado
- Simulacro autor Cristian Burgoa
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