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LAS BRUJAS EN LA LITERATURA

 

Texto de Francisco Javier Fontenla, imagen de Pixabay.

Aunque la bruja es un personaje legendario que todos conocemos desde nuestra primera infancia, su origen está envuelto en el mayor de los misterios. En realidad, ni siquiera podemos afirmar que el aquelarre y el culto al Diablo hayan existido nunca, pues las desdichadas mujeres acusadas de brujería eran capaces de confesar cualquier cosa para librarse de la tortura, aun cuando la confesión podía acarrearles la muerte. Aquí solo vamos a tratar el tema desde un punto de vista estrictamente literario.

Posiblemente en el mito de la brujería confluyen dos factores contrapuestos: por un lado, la presunta sacralización de la mujer-sacerdotisa en los cultos paganos; por otro, su más que presunta demonización por parte de las religiones monoteístas. Como consecuencia inevitable de esa doble influencia, las brujas literarias responden a distintos arquetipos, muy diferentes entre sí e incluso antagónicos.

Tenemos en primer lugar el arquetipo de la bruja buena y sabia, heredera directa de las antiguas sacerdotisas paganas, que aparece en las leyendas europeas y en los cuentos tradicionales bajo la denominación de “maga” o de “hada madrina” (muy diferente de las verdaderas hadas, más interesadas en robar niños que en ayudar a las personas necesitadas). En otras historias más modernas la bruja buena aparece como tal y no disfrazada de “hada” (estoy pensando en las entrañables Flora y Schierke, personajes del conocido manga “Berserk”, obra del recientemente fallecido autor japonés Kentaro Miura).

Luego tenemos a la bruja fea y malvada, que vive con su gato negro en una cabaña del bosque y cuyos hábitos incluyen lindezas como preparar pócimas infernales, devorar niños, volar al aquelarre en una escoba y hechizar a las princesas. Este es el arquetipo más frecuente en los cuentos tradicionales (pensemos en la perversa anfitriona de Hansel y Gretel o en Baba Yaga, la bruja del folclore ruso, que vive en una cabaña con patas de gallo y que para volar utiliza un mortero en lugar de una escoba). Estas hechiceras poco agraciadas ya aparecen en obras clásicas de la literatura latina, como la “Farsalia” de Lucano o “El asno de oro” de Lucio Apuleyo, lo cual demuestra que son personajes anteriores al cristianismo y que ya eran temidas por los antiguos paganos. En algunas leyendas reciben rasgos propios de los vampiros o de los licántropos, pues chupan la sangre de los niños, devoran cadáveres o se convierten en animales untándose el cuerpo con una pócima suministrada por el Diablo. Por ejemplo, en un cuento del escritor español Gustavo Adolfo Bécquer varias brujas se convierten en gatos para entrar en una casa a través de la chimenea. Otros autores importantes que las han hecho aparecer en sus obras son William Shakespeare (en su tragedia “Macbeth”) y Miguel de Cervantes (en su novela corta “El coloquio de los perros”, aunque el escritor español trata a sus brujas con cierto escepticismo y sin atribuirles verdaderos poderes sobrenaturales).

Un término medio entre ambos arquetipos es la hechicera hermosa y malvada, que posee una gran sabiduría y una irresistible capacidad de seducción, pero también un corazón sumamente frío y cruel (sin embargo, en algunos casos su aparente malicia también puede interpretarse como un mecanismo de defensa frente a los abusos de la sociedad patriarcal). Estas hechiceras ya aparecen en la mitología griega (recordemos a Medea y a Circe), reaparecen en la literatura fantástica del siglo XIX (la Ligeia de Poe, sin ser una bruja propiamente dicha, se parece mucho a ellas en su misteriosa sabiduría) y su influjo se deja ver en algunas historias de la literatura “pulp” estadounidense, especialmente dentro del género de “espada y brujería” (Conan el Bárbaro se encuentra con una hermosa hechicera inmortal en “Clavos rojos”, último relato escrito por Robert E. Howard antes de su suicidio). En algunos casos este arquetipo se mezcla con el anterior (por ejemplo, en la historia de Blancanieves o en la película “La bruja”, dirigida por Robert Eggers y protagonizada por Anya Taylor-Joy).

¿ES FRANKENSTEIN UNA NOVELA FEMINISTA?

 

Texto: Javier Fontenla. Imagen: Pixabay. Advertencia: como es lógico, en este artículo resulta inevitable incluir algunos "spoilers" de la novela.

Sabemos que Mary Shelley (al igual que su madre, la pensadora Mary Wollstonecraft) fue una temprana feminista, lo cual nos lleva a plantearnos la siguiente cuestión: ¿Frankenstein puede considerarse una novela feminista? A simple vista, parece que no. Los tres personajes más importantes de la novela (Víctor, la criatura sin nombre, el capitán Walton) son de sexo masculino, mientras que los personajes femeninos (Elizabeth, Justine, etc.) apenas son algo más que víctimas pasivas de las circunstancias. Sin embargo, el trágico destino de esas mujeres puede implicar una críptica (y, en cierto modo, sarcástica) rebelión contra el tratamiento que recibían los personajes femeninos en la novela inglesa de la época. Dejando aparte a Jane Austen, los escritores de novelas sentimentales del siglo XVIII presentaban mujeres virtuosas y modositas que, tras muchos sufrimientos, alcanzaban la felicidad como premio por sus buenas cualidades, que siempre incluían la sumisión a las normas sociales y a los criterios masculinos (títulos como Pamela o la virtud recompensada, de Richardson, son bastante elocuentes en ese sentido). Pues bien, en la novela de Mary Shelley las mujeres también son bondadosas, cariñosas, sumisas y resignadas, piensan más en los demás (o sea, en los hombres) que en sí mismas y asumen con mansedumbre las peores jugarretas del Destino. ¿Y qué recompensa reciben por sus virtudes? Siempre una muerte trágica y prematura: la madre de Víctor fallece a causa de una enfermedad contraída mientras cuidaba abnegadamente a su familia, Justine es ejecutada por un crimen que no había cometido (sin que Víctor, que estaba convencido de su inocencia, hiciera demasiado por salvarla) y Elizabeth paga con su propia vida por los errores de su esposo, en los cuales ella no tenía ninguna responsabilidad. 

El único personaje femenino que muestra cierta rebeldía es un personaje secundario y algo desconectado de la trama principal. Me refiero a la joven musulmana Safi, que desafía la voluntad de su padre para ir en busca de su amado Félix (puede establecerse cierto paralelismo entre su historia y los problemas que tuvo Mary con su propio padre, el filósofo ácrata William Godwin, a raíz de las relaciones amorosas que ella mantuvo con Percy Shelley cuando este aún estaba casado con Harriet, su primera esposa). Sin embargo, incluso la rebeldía de Safi tiene un punto de abnegación y "sacrificio por amor" (pasa de ser una joven rica a vivir pobremente con la familia de Félix en una humilde cabaña del bosque y, en todo caso, sigue dependiendo de un hombre).

A otro personaje femenino (el monstruo femenino que estaba fabricando Víctor para satisfacer los requerimientos de su primera criatura) ni siquiera se le da la oportunidad de existir: la mujer-monstruo es destruida antes de nacer y de poder hacer cualquier cosa, buena o mala. Sufre el desprecio de Víctor, que da por hecho que va a ser malvada, e incluso el del propio monstruo, quien da por hecho que, de haber nacido, ella lo hubiera amado y habría asumido su plan de huir a la selva sudamericana, como si no pudiera tener otros sentimientos ni otros proyectos que los que a él mismo le convenían. 

Como conclusión, podemos decir que, si bien sería exagerado calificar Frankenstein de “novela feminista” en el sentido más estricto y reivindicativo del término, en sus páginas subyace una protesta de la autora contra el desprecio que sufrían las mujeres (y en buena medida siguen sufriendo) tanto en la sociedad como en la literatura de la época.


LOS TRES MOSQUETEROS DE WEIRD TALES


Reedito este artículo como doble homenaje a Clark Ashton Smith (nacido el viernes 13 de enero de 1899) y a Robert Ervin Howard (nacido el 22 de enero de 1906)
Texto: Javier Fontenla. Imagen: Thor golpeando a la serpiente gigante, de Johann Heinrich Fuseli.

En la América de los años veinte y treinta se produjo la eclosión de las revistas pulp, que por poco precio (eran los tiempos de la Gran Depresión) ofrecían a sus lectores relatos sin demasiadas pretensiones literarias, pero que respondían perfectamente a los gustos de la época. Cada revista se especializaba en un género concreto: la aventura, los detectives, la ciencia-ficción y, en el caso de Weird Tales (expresión traducible por “Cuentos Extraños”), la fantasía oscura. El escritor norteamericano Lyon Sprague de Camp llamó en cierta ocasión “los tres mosqueteros de Weird Tales” a los autores de la revista que más recordamos actualmente (aunque en su época no siempre fueron los más exitosos).

Quizás el más importante de los tres fue Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), maestro de la literatura macabra y en sus últimos años también importante autor de ciencia-ficción. A pesar de ser un devoto admirador de Poe y de los novelistas góticos, Lovecraft tuvo el mérito de renovar el género macabro con la creación de una mitología particular, centrada en libros malditos, cultos ancestrales y lugares embrujados. En el mundo lovecraftiano acechan las sombras de dioses terribles, que gobernaron el mundo hace millones de años, mucho antes de que existiera la Humanidad, y que esperan desde las tinieblas el momento adecuado para recuperar su hegemonía. El protagonista típico de Lovecraft es un erudito o investigador, demasiado amigo de meterse donde no lo llaman... y que acaba pagando con creces su exceso de curiosidad. Probablemente las obras más conocidas de Lovecraft son La llamada de Cthulhu y El horror de Dunwich, ambas publicadas precisamente en Weird Tales.

Robert Ervin Howard (1906-1936) apenas vivió treinta años (se suicidó con un revólver por no poder asumir la muerte de su madre), pero tuvo tiempo de escribir numerosos relatos, entre los cuales destacan aquellos que pertenecen al género fantástico. Al igual que Lovecraft, con quien mantuvo una intensa relación epistolar, Howard escribió cuentos de terror y fantasía oscura, pero sus protagonistas no suelen ser investigadores demasiado curiosos, sino poderosos guerreros de tiempos pasados, capaces de enfrentarse con valor a todos los horrores que encuentran en su camino. Esa mezcla de terror y aventuras puede apreciarse en las historias de su personaje más famoso, Conan el Bárbaro, un guerrero prehistórico destinado a convertirse en un icono de la cultura popular, así como en el principal referente de un nuevo género: la fantasía heroica, también llamada “espada y brujería”.

Clark Ashton Smith (1899-1961) es actualmente el menos conocido de estos autores, a pesar de sus indudables méritos literarios. Al contrario que Lovecraft y Howard, Smith, más interesado en la poesía y en las artes plásticas que en la narrativa, no aportó grandes novedades al género fantástico ni creó ningún mito de la cultura popular, pero poseía una singular imaginación macabra y un envidiable estilo literario. Tal como dijo de Camp, “desde Poe nadie había amado un cadáver putrefacto tanto como él”. Su morbosa fantasía le permitió crear mundos fantásticos de maravilla y terror, algunos ambientados en un pasado remoto (Hiperbórea, Averoigne…) y otros en un futuro igualmente lejano (Zothique). En esos mundos pueden encontrarse toda clase de horrores (demonios y monstruos prehistóricos en Hiperbórea, vampiros y licántropos en Averoigne, nigromantes y muertos vivientes en Zothique, etc.). Al igual que Howard, Smith mantuvo relaciones epistolares con Lovecraft y también recibió su influencia en algunos de sus relatos (para ser exactos, fue una influencia mutua, pues Lovecraft incorporó a su mitología particular dioses y libros prohibidos inventados por Smith).


MITOS CREADOS POR EL CINE DE TERROR

 

Texto y fotografía: Javier Fontenla. Edición de imagen: Carlos Miranda.

Hoy en día la popularidad del género macabro no procede de la literatura, sino del cine. Así pues, hay buenos escritores de terror, como Ambrose Bierce, Arthur Machen, Algernon Blackwood o Clark Ashton Smith, que son muy poco conocidos, pero no porque les falte calidad a sus relatos, sino porque estos no cuentan con adaptaciones cinematográficas de envergadura. Por el contrario, otros autores, como Mary Shelley, Bram Stoker, Stephen King o Anne Rice, han sido mucho más afortunados en ese sentido. Gracias al cine, sus personajes gozan actualmente de una enorme popularidad, llegando a ser verdaderos mitos de la cultura occidental contemporánea. Dejando aparte la mayor o menor calidad de sus distintas adaptaciones a la gran pantalla, es relativamente frecuente que el cine en general (y los guionistas de Hollywood en particular) deturpen esa mitología, añadiéndole elementos que todos nosotros conocemos, pero que originalmente no formaban parte de sus raíces literarias o folclóricas. Aquí vamos a mencionar diez mitos de la fantasía gótica creados exclusivamente por el séptimo arte:

¿El monstruo de Frankenstein es malo porque le metieron en cabeza los sesos de un asesino? No. El monstruo, que, por cierto, no se llama Frankenstein (ese es el apellido de su creador) ni tiene ningún otro nombre en la novela original de Mary Shelley- se vuelve malo como reacción frente al rechazo social que sufre a causa de su aspecto.

¿Los zombis comen carne humana?  No.  Los zombis del folclore caribeño hacen poco más que trabajar en las plantaciones de los hechiceros que los sacaron de la tumba. El zombi carnívoro e insaciable que aparece en las películas se inspira más bien en los ghouls, demonios necrófagos del folclore árabe.

¿Para detener a un zombi hay que pegarle un tiro en cabeza? En realidad, no es imprescindible recurrir a medios tan violentos. Según el folclore caribeño, es suficiente con un puñado de sal para detenerlos o espantarlos.

¿La luz solar puede matar a los vampiros? Eso no se dice en el folclore ni en la literatura vampírica clásica. Por supuesto, los vampiros son seres nocturnos que pasan el día encerrados en sus tumbas, pero no consta que la luz solar pueda matarlos. La primera vez que sucede eso es en la película Nosferatu de Murnau.

¿Los vampiros siempre son elegantes aristócratas de melancólica belleza? No necesariamente. El vampiro atractivo y refinado nace con la obra de Polidori, quien le atribuye a Lord Ruthven ciertas características de Lord Byron. En el folclore centroeuropeo los vampiros casi siempre eran simples campesinos y presentaban un aspecto bastante repulsivo (nos referimos exclusivamente a los vampiros varones y no a las vampiras, quienes siempre han sido sensuales y hermosas).

¿Los vampiros se convierten en murciélagos? Eso depende de cada tradición cultural. En las leyendas grecorromanas generalmente adoptaban el aspecto de serpientes o aves nocturnas (recordemos que los murciélagos no son aves, sino mamíferos). Posiblemente la identificación del vampiro con el murciélago es un invento moderno, acaso motivado por el descubrimiento de quirópteros hematófagos en Sudamérica.

¿El licántropo es bípedo? Generalmente no (hablamos, por supuesto, de cuando está transformado en bestia). En las leyendas medievales el licántropo casi siempre era cuadrúpedo y parecía un lobo normal, aunque era más grande y carecía de cola.

¿La licantropía se transmite a través de la mordedura? No. Eso vale para el vampirismo, pero en la tradición folclórica la licantropía nunca procedía de una mordedura, sino de una maldición o de ungüentos mágicos suministrados por el Diablo.

¿El licántropo solo se transforma en bestia cuando sale la luna llena? No. Aunque hay algunas tradiciones que asocian la licantropía con la luna llena, es más frecuente que el hombre lobo se transforme voluntariamente y en cualquier momento, untando el cuerpo con el ungüento mágico que le ha suministrado el Diablo. De todas formas, es habitual que sus transformaciones se produzcan en invierno, precisamente cuando los lobos "normales" se muestran más feroces, o que coincidan con las noches de aquelarre (Halloween, Noche de Walpurgis, etc.).

¿Solo las balas de plata pueden matar al licántropo? No. En las viejas tradiciones es más frecuente que el licántropo pueda ser destruido con armas convencionales. Eso sí, después conviene quemar su cadáver, para evitar que su fantasma se convierta en un vampiro.

LOS MITOS DE CTHULHU

 

Texto: Francisco Javier Fontenla, basado en la obra de H. P. Lovecraft, nacido el 20 de agosto de 1937. Imagen: Pixabay.

El escritor estadounidense August Derleth denominó “Mitos de Cthulhu” a un ciclo de relatos macabros, que acabaría convirtiéndose en un auténtico subgénero dentro de la literatura fantástica moderna. Dicho ciclo abarca algunas novelas cortas y numerosos cuentos, escritos por diversos autores desde el siglo XIX hasta hoy. Si bien sus principales artífices fueron H. P. Lovecraft y el propio Derleth, no podemos olvidar a sus precursores (Edgar Allan Poe, Arthur Machen…) ni tampoco a sus epígonos (Robert Bloch, Ramsey Campbell…). La temática de estos relatos mezcla el terror con la ciencia-ficción y actualiza los tópicos de la novela gótica (criptas tenebrosas, bosques embrujados, viejas casas que guardan un secreto...), al mismo tiempo que recibe la influencia de las teorías científicas y filosóficas más modernas. Según la filosofía “oficial” de los Mitos de Cthulhu, antes de que existiera el ser humano la Tierra recibió la visita de varias formas de vida procedentes del espacio exterior. Esos seres de origen extraterrestre construyeron grandes ciudades, hoy desaparecidas bajo las aguas del mar, las arenas del desierto o los hielos de la Antártida. A pesar de ser criaturas muy evolucionadas intelectualmente, su vida en la Tierra no fue nada fácil, pues las distintas razas alienígenas tuvieron que enfrentarse entre ellas por el dominio del planeta. Entre las principales razas podemos destacar las siguientes:

-Los Mi-Go llegaron a la Tierra desde el planeta Yuggoth (hoy llamado Plutón). Actualmente solo aparecen por aquí ocasionalmente y cuando lo hacen permanecen ocultos en zonas montañosas, pues prefieren evitar contactos con la especie humana. De todas formas, puede ser que de vez en cuando algún granjero o investigador demasiado curioso desaparezca misteriosamente.

-Los Primordiales vivieron en grandes ciudades desaparecidas hace millones de años (de ellas solo quedan unas misteriosas ruinas en el corazón de la Antártida). No es buena idea acercarse a los vestigios de sus asentamientos, pues allí aún hoy acechan los soggoths, monstruos sin forma creados por los Primordiales.

-La Raza de Yith era seguramente la más evolucionada y misteriosa de todas estas especies. Sus miembros tenían el poder de proyectar sus mentes hacia los cuerpos de otros organismos, incluso a través del tiempo. Gracias a eso, los seres de Yith aprendieron los conocimientos acumulados por las demás especies evolucionadas, incluida la nuestra.

-Los Grandes Antiguos son, sin duda, los seres más conocidos y siniestros de la mitología lovecraftiana. Eran criaturas colosales, semejantes a dragones o pulpos gigantes, y vivían en ciudades de extraña arquitectura, cuyos extraños edificios ignoraban las normas de la geometría euclidiana. Sus ciudades fueron inundadas por el mar y los Grandes Antiguos entraron en estado letárgico, aguardando el momento propicio para despertar y destruir a la especie humana. A pesar de todo, hay hombres que los adoran como si fueran dioses y están dispuestos a ayudarlos en su reconquista de la Tierra.

Dejando aparte estas razas alienígenas, los Mitos de Cthulhu también hablan de otras criaturas igualmente misteriosas, pero que tienen su origen en este planeta:

-Los Profundos son monstruos marinos semejantes a los tritones de la mitología griega, pero mucho más horribles. En ciertas ocasiones mezclaron su sangre con la especie humana, dando lugar a razas híbridas de aspecto inquietante, que viven en las islas del Pacífico y también en cierta villa portuaria de Nueva Inglaterra.

-Los Gules no son monstruos exclusivos de la mitología lovecraftiana, pues ya aparecen en las leyendas de los antiguos árabes. Son bestias necrófagas semejantes a vampiros o licántropos, que viven bajo tierra y salen de noche para alimentarse de carroña, aunque también les gusta la sangre fresca. Al igual que los Profundos, pueden tener descendencia híbrida con los humanos.

Para finalizar esta breve exposición de la mitología lovecraftiana, debemos mencionar a sus dioses supremos (Azazoth, Yog- Sothoth, Nyarlathotep…). Todos ellos son malévolos y simbolizan una filosofía pesimista, según la cual los valores y sentimientos humanos carecen de toda importancia para el universo. A nivel cósmico no somos más que criaturas insignificantes, perdidas sin esperanza en un vacío tenebroso y hostil.

Como complemento de este artículo y ejemplo de los Mitos, añado mi adaptación de una breve historia de Lovecraft, "La colina de Zamán":

La gran colina se alzaba junto al viejo pueblo y su ladera –verde, empinada y cubierta de árboles que parecían espiar el campanario- empezaba donde terminaba la calle principal. Durante doscientos años habían corrido rumores sobre lo que sucedía en aquella colina maldita, historias de ciervos y pájaros que habían aparecido extrañamente mutilados o sobre niños perdidos que habían desaparecido para siempre. Un día el cartero no encontró a ninguno de los habitantes del pueblo, incluso sus casas habían desaparecido. La gente llegó de Aylesbury para ver qué había sucedido. Todos pensaron que el cartero se había vuelto loco, por decir que había visto los ojos hambrientos de la colina y sus mandíbulas abiertas.


OTROS DOS MUNDOS FANTÁSTICOS

 

Texto: Francisco Javier Fontenla. Imagen: Pixabay. 

La  primera parte de este texto la puedes leer en

este  enlace: https://ellegadodesaralena.blogspot.com/202

2/06/ dos-mundos-fantasticos.html

 

En primer lugar, vamos a hablar de Sarnath, la ciudad prehistórica donde se ambienta uno de los primeros relatos de H. P. Lovecraft (1890-1937), La maldición que cayó sobre Sarnath (curiosamente, en la India existe una ciudad homónima). Sarnath era una ciudad grande y poderosa, que existió en el universo lovecraftiano hace muchos miles de años. Se encontraba en el país de Mnar, donde antes se hallaba la misteriosa ciudad de Ib, cuyos habitantes no eran humanos. Las extrañas criaturas de Ib fueron exterminadas por los fundadores de Sarnath, que edificaron su propia ciudad sobre la sangre de aquellos desdichados seres. Junto a las murallas de Sarnath se extendían las aguas de un lago, donde vivían grandes saurios acuáticos. Dentro de la ciudad había torres que llegaban hasta el cielo, palacios, templos y jardines. Allí todo era grande y hermoso, pero cierto día, coincidiendo con el aniversario de la fundación de la ciudad, sus habitantes sufrieron la maldición del dios Bokrug, que había sido adorado por las criaturas de Ib. Algunos dicen que del lago surgió una extraña niebla, que entró en el palacio real y convirtió en monstruos a todos sus habitantes. Los testigos de aquella terrible metamorfosis huyeron aterrorizados. Al día siguiente ya no quedaba nada de aquella poderosa ciudad ni de sus orgullosos habitantes. Allí solo quedaban tierras desiertas y el lago donde vivían los saurios acuáticos.

La Era Thuria forma parte de la mitología creada por Robert E. Howard (1906-1936), padre de la fantasía heroica moderna, y es anterior a la Era Hiboria, durante la cual vivió Conan el Bárbaro. Esta época se inicia con el auge de una antigua civilización en el continente Thurio, donde destacaba el poderoso reino de Valusia. Pero allí no solo había países civilizados, sino también inmensos desiertos y tenebrosas selvas, habitadas por tribus salvajes de cultura prehistórica. Otros pueblos bárbaros, diestros en el arte de la guerra, habitaban las islas de los mares que bordeaban el continente por ambos flancos. En el mar occidental vivían los pictos y los atlantes, mientras que en el oriental habitaban los lemurianos. Al igual que sucedería miles de años después en el imperio romano, algunos guerreros bárbaros fueron contratados como mercenarios por los países civilizados, llegando a ser sus generales e incluso sus gobernantes (tal fue el caso de Kull, un guerrero atlante que llegó a ostentar sobre sus sienes la corona de Valusia). Al sur del continente Thurio existía un misterioso reino, desconectado de los demás y que, según Howard, era de “origen prehumano” (aunque no da más detalles al respecto, es posible que dicho reino estuviera dominado por los siniestros “hombres serpiente”, a los cuales Kull tuvo que enfrentarse en varias ocasiones). Respecto al fin de la Era Thuria, citamos literalmente las palabras del propio Howard: Entonces el Cataclismo estremeció al mundo entero. Atlantis y Lemuria se hundieron, las islas pictas desaparecieron o se convirtieron en las montañas de un nuevo continente. Muchos territorios del continente Thurio desaparecieron bajo las olas y quedaron sumergidos, dando lugar a grandes lagos y mares interiores. Los volcanes entraron en erupción y terribles seísmos arrasaron las capitales de los imperios. Naciones enteras desaparecieron para siempre. Muchos siglos después del Cataclismo, surgirían nuevos reinos civilizados, empezando así la Era Hiboria de Conan.

DOS MUNDOS FANTÁSTICOS

 

Texto: Francisco Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.

Un elemento recurrente en la literatura fantástica es el mundo mítico lleno de misterios y aventuras, que supuestamente existió en un pasado remoto o que existirá en un futuro igualmente lejano. Además de clásicos como la Atlántida, Hiperbórea, Agartha o Lemuria, los más conocidos de esos mundos imaginarios son la Era Hiboria de Robert E. Howard, la Narnia de C. S. Lewis, la Tierra Media de Tolkien y el Westeros de George R. Martin. Aquí vamos a presentar dos mundos fantásticos que no gozan de tanta fama como los anteriores, pero que no por ello resultan menos interesantes para los amantes del género.

Zothique, el último continente de la Tierra en un remoto futuro, es el escenario donde se ambientan varios relatos del escritor estadounidense Clark Ashton Smith (1899-1961). Se trata de un lugar enigmático, desolado y siniestro, donde nuestra ciencia ha sido olvidada y sustituida por la magia negra. Los habitantes de Zothique llevan una vida semejante a la de los antiguos árabes, pero mucho más peligrosa, pues sufren el acoso de distintas criaturas sobrenaturales, desde vampiros hasta dioses malvados, pasando por toda clase de brujos y nigromantes. En los misteriosos mares que rodean las costas de Zothique hay algunas islas habitadas, como Naat, donde viven nigromantes con sus esclavos zombis y caníbales de raza negra (por cierto, quizás George R. Martin hizo una referencia a Naat en Game of Thornes, cuando llamó “Nath” a la isla natal de Missandei).

Ahora vamos a remontarnos al siglo XIX, cuando el aventurero Arthur Gordon Pym, creado por Edgar Allan Poe, visitó la misteriosa isla de Tsalal. Esta isla se encuentra al sur de los mares conocidos en aquella época, donde hoy sabemos que se halla el continente antártico. Curiosamente, allí el clima es bastante benigno, al menos durante la época estival, aunque en las aguas circundantes se encuentran bloques de hielo. La flora y la fauna de la isla, tal como las describe Poe por mediación de Pym, son muy peculiares, aunque sin sobrepasar los límites de lo verosímil. Hay animales que conocemos (tortugas, peces marinos, holoturias…) y también especies endémicas (osos gigantes, grandes e inofensivas serpientes de especie desconocida, enormes pájaros blancos…). Los habitantes de la isla son de raza negra (incluso sus dientes son oscuros) y abominan del color blanco. Tienen unos hábitos muy primitivos y ni siquiera construyen casas propiamente dichas, pues viven en los árboles o en cuevas, aunque sí saben fabricar embarcaciones rudimentarias. Reciben a los visitantes con aparente amabilidad, pero ya sabemos que las apariencias engañan. Varias décadas después de que Poe hubiera narrado las aventuras de Gordon Pym, nada menos que Julio Verne escribió una secuela de su historia, titulada La esfinge de los hielos. En la novela de Verne la isla de Tsalal recibe la visita de nuevos exploradores, pero estos encuentran allí un espectáculo desolador. La isla había sido arrasada por una catástrofe natural, con la consiguiente desaparición de todos sus habitantes.

(Continuará.)

Lee la continuación con el siguiente enlace:

https://ellegadodesaralena.blogspot.com/2022/07/otros-dos-mundos-fantasticos.html 

 


LECTURAS OSCURAS

 Texto: Fontenla. Imagen: Pixabay.

¿Quieres pasarlo de miedo este verano? Pues aquí van como recomendación varias obras de fantasía oscura, no tan famosas como Drácula o Frankenstein, pero no por ello menos interesantes.

Empezamos por los cuentos de Edgar Allan Poe, escritor estadounidense del siglo XIX, considerado por muchos el mayor maestro de la narrativa fantástica. Si osas penetrar en los oscuros mundos de Poe, debes andar con cuidado, pues te tambalearás sobre el estrecho hilo que separa la vida de la muerte (La caída de la casa Usher, Ligeia…), investigarás los casos criminales más inquietantes (El doble crimen de la Rue Morgue, El escarabajo de oro…), te dejarás arrastrar por el romanticismo más morboso (Berenice, Morella...), lucharás contra las fuerzas más terribles de la Naturaleza (Manuscrito hallado en una botella, La caja oblonga…) y también conocerás a los siniestras fantasmas que acechan en las profundidades del corazón humano (El gato negro, El corazón delator…). Hay muchas ediciones de los cuentos de Poe en todas las lenguas y, siendo textos de dominio público, resulta fácil encontrarlos en Internet, donde puedes leerlos de forma legal y gratuita (algunos puedes encontrarlos en publicaciones anteriores de este mismo blog).

Mucho antes de que Stephenie Meyer alcanzara la fama con Crepúsculo, ya había historias donde el amor romántico convivía en perfecta simbiosis con la fantasía oscura. Entre esas historias podemos destacar una novela corta titulada Olalla, obra de Robert Louis Stevenson, el mágico autor escocés que también nos contó las aventuras de Jim Hawkins y las desventuras del Doctor Jekyll. Olalla se ambienta en un lugar agreste de España en los tiempos de las guerras napoleónicas. Un oficial británico, convaleciente tras haber resultado herido en la lucha contra los franceses, se establece en el ruinoso caserón de una vieja familia hidalga, que la gente del lugar teme y rechaza a causa de ciertas leyendas ancestrales. El oficial se enamora de Olalla, la hermosa hija de la dueña del caserón, pero no tardará en descubrir que la familia de su amada esconde un terrible secreto. Esta es la premisa argumental de una historia al mismo tiempo turbadora y dramática, que quizás no sea especialmente terrorífica, pero que te acompañará durante toda la vida, como el recuerdo de un hermoso sueño que nunca se hizo realidad (por cierto, la inspiración de Olalla vino precisamente de una experiencia onírica).

Pero Poe, Stevenson y Stephenie Meyer no son los únicos que han sabido mezclar romanticismo, misterio y terror en un una misma historia. Amor oscuro es una antología de relatos fantásticos, en los cuales encontrarás lo más dulce y lo más terrible que puede producir la imaginación humana. Los participantes de dicha antología, entre los cuales figuramos Sara Lena y yo mismo, junto con otros muchos escritores de distintos países, te animamos a darnos una oportunidad de asustarte, para lo cual puedes comprar un ejemplar en Amazon a través del enlace que figura en este mismo blog.

LOS HÉROES DE ROBERT ERVIN HOWARD

 

Texto: Francisco Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.

El 11 de junio del año 1936 se suicidaba Robert Erven Howard, considerado, con perdón de Tolkien, el principal autor de espada y brujería. Su principal aportación a la cultura popular moderna fue, sin duda, el guerrero prehistórico Conan de Cimeria, más conocido cómo Conan el Bárbaro. Pero Howard creó otros personajes que también merecen nuestra atención. Aquí vamos a hacer una breve presentación de los más destacados (dejando aparte a Conan, que ya es suficientemente conocido).

Kull de Atlantis (también llamado Kull de Valusia) fue el que vivió en una época más remota, cuando el mítico continente de Atlantis aún no había sido devorado por las aguas del mar. Teniendo en cuenta que, según los cálculos de Platón, esa catástrofe tuvo lugar hace unos doce mil años, podemos pensar que Kull fue contemporáneo de los mamuts y del Hombre de Cro-Magnon. Nació precisamente en un pueblo de Atlantis y durante su juventud llevó una vida nómada, siendo unas veces esclavo, otras bandido, más tarde mercenario y finalmente rey de Valusia, el reino más rico y poderoso de la época. Tanto antes como después de acceder al trono, Kull fue un poderoso guerrero, que luchó contra numerosos enemigos humanos y, sobre todo, contra los peligrosos Hombres Serpiente. En algunos aspectos su vida fue muy semejante a la de Conan, pero, al contrario que el cimerio, Kull nunca mostró especial interés por las mujeres. Además, en su madurez vivió atormentado por preocupaciones filosóficas, lo cual contrasta con la actitud despreocupada y hedonista de Conan.

Bran Mak Morn fue un rey picto que vivió en la actual Escocia durante la época del Imperio Romano. Preocupado por conservar a toda costa la independencia de su pueblo, Bran luchó contra los romanos e incluso llegó a emplear la magia contra ellos. Después de su muerte se convirtió en una leyenda para el pueblo picto, que empezó a adorar sus estatuas y a esperar su retorno al mundo (en ese sentido se parece al famoso Rey Arturo de los ingleses, que, según cierta profecía, algún día volverá de Avalón, la isla mágica, para recuperar su antiguo reino).

Turlogh O’ Brien fue un guerrero celta, que vivió en Irlanda durante los siglos más oscuros de la Edad Media. Era un vagabundo sin ley ni amo, que luchó contra los vikingos y otros adversarios. Además, en uno de sus viajes llegó al misterioso país de Bal-Sagoth (una tierra misteriosa, habitada por los descendientes de los atlantes y por espantosos monstruos prehistóricos). Durante una de sus aventuras recibió la ayuda de guerreros pictos adoradores del rey Bran, en una especie de crossover entre este ciclo narrativo y el anterior. En realidad, hay muchas razones para pensar que todos los héroes de Howard vivieron en un mismo universo fantástico, aunque en épocas distintas.

Solomon Kane fue un puritano inglés del siglo XVI, que navegó por los siete mares bajo las órdenes del célebre corsario Francis Drake (con quien tuvo sus más y sus menos). También luchó en las guerras de religión que tiñeron de sangre la Europa continental y, cuando ya era un hombre maduro, viajó por los lugares más oscuros e inhóspitos del África Negra, sin más motivación para eso que su irresistible sed de aventuras. Solomon, como todos los héroes de Howard, es un guerrero fuerte y hábil con la espada, más bien solitario y de carácter poco amistoso. Pero no es un bárbaro, sino un hombre de moral rígida y profundo espíritu religioso, que se cree destinado a luchar contra el Mal en nombre de su Dios. Desprecia las conquistas, las riquezas e incluso el amor, no teniendo otro objetivo en su vida que cumplir la misión asignada por la Providencia. A pesar de ser un fervoroso cristiano, mantuvo buenas relaciones con el hechicero africano N’Longa, quien lo ayudó con su magia en varias ocasiones. Durante sus viajes por el mundo, Kane luchó contra numerosos enemigos humanos, desde piratas hasta caníbales, pero también tuvo que enfrentarse a muchas criaturas extrañas (vampiros, demonios, fantasmas, etc.). Kane es, sin duda, el más misterioso de todos los héroes de Howard (y quizás también el más oscuro).

Pero Howard no solo creó héroes masculinos, sino también valerosas espadachinas, al mismo tiempo hermosas y mortíferas, como Valeria de la Hermandad Roja o Sonia de Rogatino. Según la cronología del "Howardverse", estas valientes guerreras fueron contemporáneas, respectivamente, de Conan y de Solomon Kane.

Finalizamos este artículo con mi adaptación de un texto publicado por Howard en la legendaria revista Weird Tales. En él se hace referencia al rey asirio Sargón, a sus guerras y a una visión apocalíptica, que parece presagiar la decadencia de su imperio (o quizás el fin de la Humanidad). Estas inquietantes palabras nos introducen en el mundo mítico de Howard, al mismo tiempo heroico y pesimista.

LAS PUERTAS DE NÍNIVE

Estas son las puertas de Nínive: una vez ganadas sus guerras, llegó Sargón y contempló fijamente las torres, donde el sol de la mañana imprimía sus reflejos.

Sargón bajó de su carruaje, arrojó su yelmo a la arena, dejó caer su espada de filo llameante y se mesó la barba con las manos vacías. Entonces habló:

"Las torres me muestran sus rojizos resplandores y la gente me saluda con alegres canciones. Pero un extraño hechizo pesa sobre mí y puedo ver el ocaso de las gentes que pueblan la Tierra. Las ciudades caen arrasadas, el metal de los carruajes se cubre de moho. Veo, a través de una niebla extraña y gris, cómo todo cuanto existe se difumina en el polvo, incluso las puertas de Nínive.”

LOS LIBROS MALDITOS DEL UNIVERSO LOVECRAFTIANO

 


Texto: Francisco Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.

Todos los amantes del horror cósmico han oído hablar del Necronomicón, el célebre grimorio que, según la leyenda, fue escrito por el hechicero árabe Abdul Alhazred en la época de los califas Omeyas, pero que en realidad solo existió en la fecunda imaginación de H. P. Lovecraft (1890-1937). Según nos cuenta el propio Lovecraft en La historia del Necronomicón, Alhazred escribió su obra tras haber visitado muchos lugares prohibidos, como las criptas de Menfis o las ciudades malditas que yacen bajo las arenas del desierto.

Sin embargo, Lovecraft no fue el único autor de los Mitos de Cthulhu que concibió un libro maldito. En realidad, casi todos sus colaboradores inventaron por lo menos un grimorio lleno de hechizos y sabiduría prohibida. Aquí vamos a hablar de dos libros diabólicos, que podrían competir en oscuridad con el mismísimo Necronomicón.

Los misterios del gusano es un libro de magia negra inventado por el escritor estadounidense Robert Bloch (1917-1994), quien, antes de crear al psicópata Norman Bates, escribió varios cuentos de inspiración claramente lovecraftiana. En uno de sus primeros relatos, El vampiro estelar, nos cuenta la historia de Los misterios del gusano. Su autor se llamaba Ludvig Prinn y murió quemado en Bruselas, como castigo por haber practicado la brujería. Al parecer, Prinn había viajado a Oriente, donde se inició en la magia árabe y en el culto a los seres de las tinieblas. Aunque su libro fue prohibido por la Iglesia, sobrevivieron varios ejemplares y algún tiempo después apareció una nueva edición expurgada. Actualmente solo los iniciados en las ciencias ocultas conocen los secretos de este libro maldito, cuyos hechizos pueden invocar a seres realmente terribles.

Cultos sin nombre fue inventado por Robert E. Howard (1906-1936), que habla de él en algunos de sus relatos. Su presunto autor fue un investigador alemán llamado Von Juntz, que vivió a principios del siglo XIX. Al contrario que Abdul Alhazred o Ludvig Prinn, Von Juntz no fue un hechicero, sino un ávido estudioso de las religiones primitivas. Durante varios años recorrió los lugares más remotos y misteriosos del mundo, siempre en busca de cultos desconocidos para el hombre civilizado. También leyó muchos libros prohibidos (entre ellos el Necronomicón) y se inició en distintas sociedades místicas o esotéricas. El terrible destino sufrido por Von Juntz, que murió asesinado en extrañas y siniestras circunstancias poco después de haber publicado su obra, motivó que muchos propietarios del libro optaran por deshacerse de él, para así conjurar la maldición que parecía acompañarlo. Por consiguiente, hoy en día es muy difícil encontrar ejemplares de la primera edición. Este libro habla de una misteriosa piedra negra de las montañas húngaras, de un templo perdido en la selva de Honduras y del viejo continente de Mu, inundado por las aguas del Pacífico en tiempos prehistóricos. También insinúa que ciertos horrores de los tiempos primordiales siguen acechando en los lugares más olvidados de la Tierra.

Finalmente Clark Ashton Smith se inventó el Liber Ivonis, del cual no sabemos gran cosa, dejando aparte que lo redactó un hechicero prehistórico llamado Eibon y que es el más blasfemo e impío de todos estos volúmenes (¡glub!).


EL CÍRCULO DE LOVECRAFT

Texto: Francisco Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.

En la América de los años veinte y treinta se produjo la eclosión de las revistas pulp, que por poco precio (eran los tiempos de la Gran Depresión) ofrecían a sus lectores relatos sin demasiadas pretensiones literarias, pero que respondían perfectamente a los gustos de la época. Cada revista se especializaba en un género concreto: la aventura, los detectives, la ciencia-ficción y, en el caso de Weird Tales (expresión traducible por “Cuentos Extraños”), la fantasía oscura. El escritor norteamericano Lyon Sprague de Camp llamó en cierta ocasión “los tres mosqueteros de Weird Tales” a los autores de la revista que más recordamos actualmente (aunque en su época no siempre fueron los más exitosos).

Quizás el más importante de los tres fue Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), maestro de la literatura macabra y en sus últimos años también importante autor de ciencia-ficción. A pesar de ser un devoto admirador de Poe y de los novelistas góticos, Lovecraft tuvo el mérito de renovar el género macabro con la creación de los Mitos de Cthulhu: una mitología particular centrada en libros malditos, cultos ancestrales, lugares embrujados y dioses terribles, que gobernaron el mundo hace millones de años, antes de que existiera la Humanidad, y que esperan desde las tinieblas el momento adecuado para recuperar su hegemonía (lo cual tendría pésimas consecuencias para todos nosotros). Probablemente las obras más conocidas de Lovecraft son La llamada de Cthulhu y El horror de Dunwich, ambas publicadas precisamente en Weird Tales.

Robert Ervin Howard (1906-1936) apenas vivió treinta años (se suicidó con un revólver por no poder asumir la muerte de su madre), pero tuvo tiempo de escribir numerosos relatos, entre los cuales destacan aquellos que pertenecen al género fantástico. Al igual que Lovecraft, con quien mantuvo una intensa relación epistolar, Howard escribió cuentos de terror y fantasía oscura, pero sus protagonistas suelen ser poderosos guerreros de tiempos pasados, capaces de enfrentarse con valor a todos los horrores que se encuentran en su camino. Esa mezcla de terror y aventuras puede apreciarse en las historias de su personaje más famoso, Conan el Bárbaro, que tras la muerte de Howard se convirtió en un icono de la cultura popular y en el principal referente de un nuevo género: la fantasía heroica, también llamada “espada y brujería”.

Clark Ashton Smith (1899-1961) es actualmente el menos conocido de estos autores, a pesar de sus indudables méritos literarios. Al contrario que Lovecraft y Howard, Smith, más interesado en la poesía y en las artes plásticas que en la narrativa, no aportó grandes novedades al género fantástico ni creó ningún mito de la cultura popular, pero poseía una singular imaginación macabra y un envidiable estilo literario. Tal como dijo de Camp, “desde Poe nadie había amado un cadáver putrefacto tanto como él”. Su morbosa fantasía le permitió crear mundos fantásticos de maravilla y terror, algunos ambientados en un pasado remoto (Hiperbórea, Averoigne…) y otros en un futuro igualmente lejano (Zothique). En esos mundos pueden encontrarse toda clase de horrores (demonios y monstruos prehistóricos en Hiperbórea, vampiros y licántropos en Averoigne, nigromantes y muertos vivientes en Zothique, etc.). Al igual que Howard, Smith mantuvo relaciones epistolares con Lovecraft y también recibió su influencia en algunos de sus relatos (para ser exactos, fue una influencia mutua).

Como es sabido que los tres mosqueteros, en realidad, eran cuatro, vamos a añadir a un cuarto autor: Robert Bloch (1917-1994), quien, además de colaborar con Lovecraft en la creación de los Mitos de Cthulhu, fue el autor de numerosas historias de horror sobrenatural, suspense y ciencia-ficción. Entre ellas destaca Psicosis, novela de terror psicológico que inspiró la famosa película homónima de Alfred Hitchcock. 

Howard, Smith y Bloch, junto con otros escritores como August Derleth y F. B. Long, formaron el llamado "Círculo de Lovecraft", a raíz de las relaciones personales y literarias que todos ellos mantuvieron con el creador de los Mitos de Cthulhu.

Como colofón, presentamos la adaptación de Nyarlathotep, un turbador poema fantástico escrito por Lovecraft y publicado en Weird Tales (enero de 1931).

Y por fin llegó desde el interior de Egipto el extraño Oscuro ante el cual se arrodillaban los campesinos; silencioso y enjuto, misterioso y altivo, envuelto en sedas rojas como las llamas del sol poniente. A su alrededor se apiñaban las ansiosas multitudes, pero al retirarse no se atrevían a repetir las enseñanzas que habían oído, mientras una pavorosa noticia se difundía entre las gentes: las bestias salvajes lo seguían y lamían sus manos. Entonces mostró el mar un suceso terrible; renacieron tierras olvidadas, con sus cúpulas de oro cubiertas de algas. Se resquebrajó la tierra y se abatieron llamas iracundas sobre las asustadas ciudades de los hombres. Entonces, aplastando lo que por placer había moldeado, el Caos sin alma arrasó los escombros de la Tierra.

MIS RELATOS Y YO

 

Siendo hoy el día de mi cumpleaños, cuento con que la indulgencia del lector me permita hablar un poco de mis propios relatos. Y lo haré como si me estuviera entrevistando a mí mismo, mediante unas cuantas preguntas y sus respectivas respuestas.

1-¿Por qué escribo cuentos fantásticos? Esa es la pregunta más fácil de responder: única y exclusivamente porque me gusta. Aunque procuro escribir bien dentro de mis modestas posibilidades, mis únicas pretensiones al hacerlo son meramente lúdicas. En cuanto a mi preferencia por el género fantástico, se debe a que puede abarcar casi cualquier tema, incluyendo el terror gótico, la aventura épica y la anticipación científica.

2-¿Cuál es tu relato favorito? Esa pregunta ya no es tan fácil. Naturalmente, tengo mis preferencias, pero estas no son siempre las mismas y pueden cambiar en cuestión de días. No me atrevo a mencionar un solo título, pero sí puedo decir que, en general, les tengo más cariño a mis cuentos de fantasmas que a aquellos donde aparecen brujas, licántropos o vampiros. Si tuviera que elegir uno solo de mis relatos, creo que me quedaría con Amanda (porque suele ser el más apreciado por mis lectores, en cuyo criterio confío bastante más que en el mío propio).

3-¿Cuál es tu personaje favorito? Me gusta especialmente Yosuke Takeda, un ronin o samurái sin amo de la Era Meiji, porque es el más humano de todos mis personajes. Él no tiene poderes sobrenaturales de ningún tipo, sino que, según sus propias palabras, solo es "un hombre con una espada”.

4-¿Hay algo de ti en tus personajes? Me gustaría responder que sí, pero mentiría. En general, ellos no son como yo, sino, en todo caso, como a mí me hubiera gustado ser, que es algo muy distinto. Eso sí, tenemos algunos rasgos comunes: casi todos han nacido bajo el signo de Piscis, son solteros y prefieren pasar desapercibidos. Además, ni uno solo de ellos sabe conducir.

5-¿Cuál es el escritor al que más le debes? Eso no sabría decirlo, pero el escritor que me ha acompañado durante más tiempo ha sido, sin duda, Gustavo Adolfo Bécquer, cuyos cuentos de hadas me hechizaron siendo niño. De todas formas, considero que el escritor más entrañable del género fantástico es Julio Verne. Fuera de ese ámbito, he leído con especial fruición las novelas policíacas de Agatha Christie. En cuanto a las personas que conozco personalmente, estoy en deuda con Sara Lena (por haberme concedido su confianza como colaborador de sus propias novelas), con Jorge Emilio Bóveda (por haberme estimulado para participar con mis escritos en la Revista Inviable), con Enrique García Somoza (por haberme revelado las maravillosas historias que se esconden en el mundo de los cómics) y, por supuesto, con tod@s l@s amig@s y compañer@s que siempre me han motivado para escribir.

6-¿Cuáles son tus personajes de ficción favoritos? Me gustan especialmente los héroes oscuros tipo Batman: esos personajes solitarios, misteriosos y atormentados que, a pesar de no creer en la bondad humana, siempre acaban haciendo lo correcto. También siento debilidad por los investigadores de lo paranormal, como el agente Fox Mulder de la serie Expediente X.

7-¿Crees realmente en la magia y en los vampiros? Esa es la pregunta más difícil de todas, a la cual no puedo responder con un sí o un no, sino con una frase famosa: I want to believe.

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