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EL ENANITO FIEL

 

Texto: Javier Fontenla. Imagen: cuadro de Sophie Anderson en dominio público (fuente: Wikimedia Commons).

Muerta Blancanieves, el cuervo de la madrastra se posó sobre su cuerpecillo exánime y les dijo así a los ocho enanitos (sí, ocho, han leído bien):

-Nunca, nunca más la veréis/ y por su causa sufriréis.

Siete de los ocho enanitos, mudos y cabizbajos, se pusieron a llorar en silencio, pero el octavo enanito, que siempre había querido a Blancanieves con un amor profundo y sincero (aunque no completamente platónico), le dijo al cuervo en medio de sus sollozos:

-Nunca, nunca más la veremos/ ¡pero jamás la olvidaremos!

El cuervo se burló de él con un graznido y se fue con su malvada dueña.

Un año después volvió al lugar donde el cuerpo incorrupto de Blancanieves yacía dentro de un sarcófago de cristal. Siete de los ocho enanitos nunca pasaban por allí, no porque hubieran olvidado a su amiga, sino porque no querían reavivar sus penas atormentándose sin sentido. Pero el octavo enanito pasaba allí todo el tiempo que le permitían sus quehaceres, velando día y noche el cuerpo de su amada, siempre triste y lloroso como el primer día. El cuervo se fijó en él y le dijo:

-Nunca, nunca más la verás/ y por su causa sufrirás.

Sin dejar de sollozar, el enanito le respondió:

-Nunca, nunca más la veré/ ¡pero siempre la recordaré!

El cuervo se burló de él con un graznido y se fue.

Pasó otro año y el ave de mal agüero visitó una vez más el sarcófago de Blancanieves. Vio que el enanito fiel seguía allí y le dijo:

-Nunca, nunca más la verás/ y por su causa sufrirás.

El enanito, aunque tenía lágrimas en los ojos, le dedicó al cuervo una triste sonrisa y le dijo:

-Nunca, nunca más la veré/ ¡pero para siempre la amaré!

Tan profundo y poderoso era el amor reflejado por aquellas palabras que incluso el endurecido corazón del cuervo sintió un estremecimiento al oírlas. En vez de burlarse del enanito y marcharse, como había hecho en otras ocasiones, se quedó inmóvil y empezó a llorar, más conmovido por la abnegación del enanito que por el triste destino de Blancanieves.

Entonces apareció el hada buena del bosque y le dijo al enanito:

-Buen enanito, tu amor es tan grande y puro que en verdad no puede quedar sin premio. Así pues, te concedo el don de despertar a Blancanieves.

Apenas hubo pronunciado el hada estas palabras, el enanito enamorado despertó a Blancanieves con la fuerza de su amor (hoy se dice que los enanitos solo eran siete porque uno de ellos cuenta como príncipe). A continuación, el hada le dijo al cuervo:

-Pájaro sarcástico y agorero, tu malvada dueña ha muerto y, como castigo por haberte burlado dos veces del enanito, estarás doblemente condenado. En primer lugar, a partir de hoy vagarás sin rumbo por toda la eternidad. Y, en segundo lugar, para que nadie te vea más que como pájaro de mal agüero y emisario del Averno, solo podrás pronunciar las palabras tristes con las cuales intentaste minar el amor del enanito. Pero, como hoy has llorado por él, te concedo una gracia que aliviará en parte tu condena: algún día te encontrarás con un gran poeta de un país lejano, que te hará inmortal en sus versos, para que tu recuerdo no sea olvidado NUNCA MÁS.

 


LA MUÑEQUITA DE TRAPO (CUENTO)

 

Texto: Javier Fontenla. Imagen: The Turtle Dove, pintura de Sophie G. Anderson, tomada de Wikimedia Commons.

Durante mucho tiempo la muñequita estuvo sola y olvidada en un cuarto vacío, hasta que los dueños de la casa decidieron deshacerse de ella, pues solo servía para revivir recuerdos tristes. Arrancaron de su vestido una vieja tarjeta de felicitación, donde aún podía leerse “para Annie, feliz cumpleaños”, y se la regalaron a un vecino pobre, que vivía de vender objetos de segunda mano en los mercadillos callejeros.

Como se acercaban las fiestas navideñas, un hombre andaba buscando regalos para sus dos niñas. A su hija mayor, que se llamaba Sarai, le regaló un móvil, pero a la pequeña Amanda le compró una muñequita de trapo que encontró en un puesto de la calle. Ni él mismo podría explicar por qué eligió aquella vieja muñeca de segunda mano en vez de una nueva. Quizás fue porque aquella tarde caía una ligera llovizna sobre la ciudad y las gotas que resbalaban sobre las mejillas de la muñequita parecían lágrimas, como si aquel pobre juguete llorara de soledad. Lo cierto es que Amanda aceptó encantada aquella muñeca, a la cual, con inocencia infantil, adjudicó rápidamente un nombre de persona: Annie. Cuando sus padres le preguntaron por qué había escogido aquel nombre, Amanda, muy seria, les respondió que no lo había elegido ella, sino que se lo había dicho la misma muñeca. Y además añadió que Annie le contaba muchas cosas de cuando ella todavía no era una muñeca de trapo, sino una niña de carne y hueso, como la misma Amanda. Entonces sus padres sonrieron y no dijeron nada, pues sabían que su hija era una niña muy fantasiosa. Por el contrario, Sarai (que iba a cumplir trece años y, por tanto, ya se consideraba mayor) no perdía ocasión de burlarse de su hermanita, a la cual llamaba tonta por hablar con muñecas. Así comenzaron muchas peleas entre las dos niñas, a menudo acompañadas de mutuos lanzamientos de ropa y de otras muestras de hostilidad, que los sufridos padres tenían que detener riñendo seriamente a ambas contendientes. La madre, preocupada, le sugirió a su marido que sería mejor deshacerse de Annie, para que Amanda dejara de imaginar cosas raras. Pero a él le pareció una idea muy cruel y se limitó a encoger los hombros sin decir nada.

Una fría tarde otoñal, mientras las niñas estaban solas en la casa, entró un ladrón forzando la puerta. Sarai, que estaba estudiando en su cuarto y de paso escuchando música con los auriculares, no se enteró de nada. Amanda, que se hallaba en el salón jugando (y quizás hablando) con Annie, sí que advirtió la presencia del intruso, pero este la atrapó y le tapó la boca con la mano. Entonces sonó un grito que se oyó en todo el edificio. El ladrón, asustado, soltó a Amanda y huyó de la casa a toda prisa, no sin antes darle un buen empujón a la sorprendida Sarai, quien había salido de su cuarto para ver qué pasaba. Amanda aseguró que había sido Annie quien había gritado al verla en peligro, pero, naturalmente, nadie le hizo caso. Harto ya de tantas fantasías, su padre, aunque de mala gana, decidió deshacerse de la muñeca. Mientras Amanda estaba en la escuela, agarró a Annie y la abandonó en un vertedero de las afueras. Aquella noche cayó un fuerte aguacero sobre la ciudad y una riada arrastró a la pobre muñequita hacia el olvido. Antes de que desapareciera para siempre, unas gotas de lluvia, o quizás lágrimas, resbalaron sobre sus tristes mejillas de trapo. Pero allí ya no había nadie para verlas.


LA HISTORIA DE EOS

 


Texto: Javier Fontenla. Autor del collage pictórico: Carlos Miranda, a partir de cuadros de Jules-Louis-Philippe Coignet y J. W. Waterhouse.

Esto sucedió en una época olvidada de la Antigüedad. Entonces vivía en Asia Menor un poderoso guerrero llamado Hecateo, cuya esposa Casandra había muerto a causa de una misteriosa enfermedad. Poco después del funeral, Eos, la única hija del matrimonio, empezó a mostrar síntomas de la misma enfermedad que había matado a su madre. Un día Hecateo, desesperado, abandonó la ciudad, supuestamente para ir en peregrinaje al templo de Apolo, donde rezaría por la curación de su amada hija.

Lagina, una bruja que odiaba a Hecateo y a toda su familia, aprovechó la ausencia del guerrero para vengar una vieja afrenta. Se puso en contacto con unos rufianes y les dijo:

-Raptad a la niña mientras su padre está fuera y llevadla a la lejana Cólquide. A su rey le encantará tener como esclava a la hija del general que le ha infligido tantas derrotas.

-Sí, pero cuando su padre se entere irá a buscarla.

-No podrá, pues le he tendido una trampa mortal. Y antes de acabar con él le haré creer que su hija está muerta, para que la desesperación anule sus facultades.

Lagina robó el cadáver de una niña fallecida pocos días antes y usó la magia para alterar sus rasgos, haciéndolos idénticos a los de Eos. A la noche siguiente le mostró el cadáver a Hecateo y le aseguró que ella misma había asesinado a su hija, dando así inicio a una venganza que duraría siglos. Pero esa es la historia de Hecateo y aquí estamos contando la de Eos.

La pobre muchacha fue encerrada en la bodega de un barco, que partió rumbo a la lejana Cólquide.  Pero durante el trayecto la nave fue atacada por unos piratas especialmente feroces, cuyo líder era una mujer llamada Deyanira. Cuando esta encontró a Eos, le preguntó:

-¿Qué hace una chiquilla como tú en un barco como este? ¿Eres una esclava?

Aunque débil y asustada, Eos no había perdido su orgullo y respondió:

-¡Yo no soy ninguna esclava! Estoy aquí porque esos hombres me secuestraron, pero no se hubieran atrevido a hacerlo si mi padre hubiera estado conmigo. Me llamo Eos y soy la hija del general Hecateo.

Muchos años antes Hecateo le había salvado la vida a Deyanira, quien podía ser despiadada, pero no desagradecida. Le dedicó a Eos una sonrisa y le dijo:

-En ese caso, te devolveré a tu casa lo antes posible. Y además lo haré gratis.
Ignorando las protestas de sus subordinados, que sin duda hubieran preferido usar a Eos como mercancía, Deyanira ordenó poner rumbo a la ciudad donde vivía Hecateo, una vez que los vientos fueron favorables. Pero al llegar allí supo que el general había desaparecido misteriosamente durante su viaje de peregrinación. En la ciudad se daba por hecho que había muerto y el nuevo líder del ejército era uno de sus rivales más enconados. Deyanira pensó:

-No le haría ningún favor a Eos devolviéndola a esta ciudad, donde ya no tiene ningún pariente vivo. Además, el nuevo general del ejército sería capaz de matarla solo porque lleva la sangre de su viejo enemigo. Será mejor que me la lleve conmigo.

Eos lloró durante días al saber que había perdido a su padre, pero Deyanira, generalmente poco maternal, la trató con mucho cariño y finalmente consiguió que la aceptara como amiga. Aunque el paso del tiempo consiguió aliviar en parte la tristeza de Eos, no sucedió lo mismo con el mal que la aquejaba, pues este era cada vez más fuerte y todo parecía indicar que la niña no viviría mucho tiempo.
Mientras tanto, uno de los piratas decidió robar un precioso colgante que Eos siempre llevaba consigo, incluso cuando dormía. La niña lo había heredado de su madre, a quien se lo había regalado su “querida amiga” Lagina con ocasión de su matrimonio. Aquella joya tenía como adorno una extraña piedra preciosa, distinta de todas las gemas conocidas y que sin duda alcanzaría un buen precio en los mercados de Asia. Mientras Deyanira y sus compañeros dormían tras una noche de borrachera, el pirata entró furtivamente en el camarote de Eos. Su idea era amordazar a la niña, arrancarle el colgante del cuello y huir del barco en un bote antes de que los demás se despertaran. Tal como había planeado, le tapó la boca a Eos para ahogar sus gritos y le palpó el pecho en busca del colgante. Pero entonces fue él quien emitió un sonoro grito, que despertó a toda la tripulación del barco. El pirata, viéndose acorralado, intentó huir llevándose a Eos como rehén, pero sus fuerzas le fallaron y se desplomó pálido como un muerto. Cuando Deyanira se acercó para rematarlo, vio que una enorme araña se había adherido a su antebrazo derecho y que le estaba chupando la sangre con avidez, hinchándose a medida que absorbía el preciado jugo. Tras aplastar a la araña y poner fin a la agonía del traidor, Deyanira abrazó a la asustada Eos para tranquilizarla. Y entonces comprendió que la niña nunca había estado enferma: aquella araña, que de día parecía una piedra preciosa, se despertaba por las noches para suministrarle pequeñas dosis de veneno mientras dormía, tal como había hecho antes con su madre. Cuando el pirata tocó al arácnido, este, furioso o asustado, le propinó una picadura más profunda y prolongada de lo habitual, cuyos efectos fueron fulminantes.

Al día siguiente Deyanira y Eos, ya recuperada del susto, emprendieron un largo viaje hacia la costa cimeria, donde algunos años después la muchacha se casó con el hijo de su protectora, dando inicio a una larga estirpe de grandes héroes.


LA HISTORIA DE HECATEO

 


Texto: Javier Fontenla. Imagen: Carlos Miranda.

Mi historia comenzó hace miles de años en una olvidada colonia griega de Asia Menor. Fue en aquella vieja ciudad donde yo, Hecateo, alcancé los más elevados honores militares y el amor de la hermosa Casandra. Pero mi amada esposa no tardó en morir a causa de una misteriosa enfermedad, quizás hereditaria, y solo quedó para consolarme mi hija Eos, una niña tan bella y amable como lo había sido su madre. Ni aun entonces terminaron mis cuitas, pues antes de llegar a la pubertad Eos empezó a mostrar los primeros síntomas de la dolencia que se había llevado a su madre. Mi hija era una niña de cuerpo delicado, que no podría resistir mucho tiempo los embates de aquella implacable enfermedad, contra la cual nada podían hacer los remedios de los galenos ni las preces de los sacerdotes. Entonces decidí recurrir a una medida desesperada y una noche, tras decirles a mis criados que iría como peregrino al templo de Apolo, volví a la ciudad disfrazado de mendigo y entré en la cárcel por un pasadizo secreto. Una vez dentro, golpeé al carcelero y abrí la celda donde se hallaba confinada Lagina, una sacerdotisa que había sido condenada a muerte por brujería. Se decía que acudía por las noches a un templo abandonado en medio del desierto, donde los demonios, a cambio de su pleitesía, le habían revelado muchos secretos prohibidos. Cuando entré en el calabozo Lagina me dijo, sin mostrar ningún temor hacia mi espada:

-¿Habéis venido a ejecutarme en persona o acaso debo esperar algún favor de vos, noble Hecateo?

-Eso solo depende de ti, bruja. Sabes que mi hija está enferma. Si me juras que usarás tu magia para curarla, te ayudaré a escapar. Pero si no…

-De acuerdo, general. Os juro por las aguas del Infierno que atenderé a vuestra hija. Pero para curarla necesito reunir ciertos ingredientes, que solo yo conozco. Si me facilitáis la fuga, mañana a esta misma hora os entregaré el remedio en la cripta del templo embrujado.

Yo confié en la palabra de Lagina, pues ni siquiera la peor de las hechiceras sería capaz de traicionar un juramento proferido en nombre del Infierno. La ayudé a huir y pasé el día siguiente orando en un santuario de las montañas, pues había cometido un grave pecado liberando a Lagina y necesitaba el improbable perdón de los dioses. Luego me dirigí al lugar donde ella me había citado. Durante el trayecto me encontré con una manada de lobos hambrientos, que se disputaban rabiosamente un amasijo de carroña. Pero yo iba armado y apenas les presté atención. Una vez en el templo, bajé a la cripta y me encontré con Lagina, quien, fiel a su palabra, me aguardaba allí, hermosa y sonriente. Le pregunté dónde estaba el remedio que me había prometido y ella me señaló un pequeño cofre, instándome a que lo abriera con mis propias manos. Pero cuando lo abrí me quedé helado de horror al ver que dentro se hallaba la cabeza, lívida y ensangrentada, de mi querida hija Eos. Lagina me dijo entre carcajadas:

-Os juré que atendería a vuestra hija y he cumplido mi palabra. Ahí tenéis su cabeza, por el resto de su cuerpo podéis preguntarles a los lobos del desierto. ¡Pero no os daré la oportunidad de hacerlo!

Aprovechando que estaba paralizado por el dolor, Lagina huyó de la cripta, dejándome encerrado antes de que pudiera agarrarla para vengarme.

Tras varias horas de postración espiritual, durante las cuales solo fui capaz de llorar y maldecir, recobré en parte mi presencia de ánimo y me pregunté cómo podría huir de mi encierro. No ignoraba que las criptas de los templos solían tener pasadizos secretos, que permitían la huida de los sacerdotes en caso de asedio. Tras una larga búsqueda, encontré el acceso a una galería subterránea y caminé durante mucho tiempo por aquel interminable pasadizo, sin más guía que la mortecina luz de mi antorcha. Finalmente llegué a una siniestra cripta funeraria, donde las momias de los antiguos sacerdotes yacían en sendos nichos de piedra. Entonces aquellos cadáveres milenarios se irguieron, animados por algún infernal remedo de la vida humana, y se abalanzaron sobre mí para beber mi sangre. Decapité a uno de ellos con mi espada y entonces su sangre negra roció mi rostro, pero yo estaba demasiado nervioso para prestar atención a ese detalle. Sabiendo que no podría vencer a todos aquellos cadáveres vivientes, escapé del pasadizo y busqué a los lobos que había visto en las cercanías del templo. Para unos lobos hambrientos mis terroríficos perseguidores solo eran amasijos de carne muerta, que fueron rápidamente despedazados. Yo conseguí esquivar la refriega encaramándome sobre una roca, donde me mantuve en reposo hasta el alba. Pero cuando salió el sol sus rayos me cegaron, obligándome a buscar cobijo en una tenebrosa gruta. Entonces comprendí que la sangre del vampiro me había convertido en un nuevo ser de las tinieblas y que mi destino sería deambular entre las tinieblas por toda la eternidad. Pero me sirvió de consuelo saber que también tendría toda la eternidad para vengarme de Lagina.

FALSAS CREENCIAS SOBRE ESPÍRITUS Y DUENDES

 

Texto: Fontenla. Imagen: La pesadilla de Fuseli (fuente: Wikimedia Commons.)

Evidentemente, desde un punto de vista racionalista todas las creencias referentes a duendes, fantasmas y demás habitantes del mundo invisible solo pueden ser falsas. Aquí solo vamos a hablar de algunas que también son discutibles para el folclore y la parapsicología.

I-¿Los fantasmas son eternos? No está tan claro. Según ciertos parapsicólogos ingleses, las sombras de los muertos parecen deteriorarse hasta desaparecer pasados cuatrocientos años (que, de todas formas, es una edad bastante respetable). Sin embargo, existen excepciones: en algunos lugares de Gran Bretaña se han visto espectros de legionarios romanos, cuya edad no puede ser inferior a quince siglos.

II-¿Los fantasmas siempre son espíritus o sombras de personas muertas? Es la creencia común, pero no es necesariamente así. Supuestamente en varias ocasiones se han visto fantasmas de personas que, en el momento de la aparición, aún estaban vivas y gozaban de buena salud. Es bien conocido el mito germano del “doble espectral”, cuando ves tu propio fantasma. Evidentemente, cuando lo ves aún estás vivo, pero quizás no por mucho tiempo, pues la aparición del doble se considera un presagio fúnebre.

III-¿Los demonios pueden predecir el futuro? Es cuestión de creencias: los brujos creen que sí (tal como puede verse en el Macbeth de Shakespeare) y la Iglesia Católica lo niega. Según la demonología cristiana, los ángeles caídos no poseen el don de la profecía ni tampoco pueden efectuar verdaderos milagros. Sin embargo, como son muy inteligentes, normalmente sus vaticinios para el futuro acaban haciéndose realidad. Eso no significa que profeticen: tú, con tu modesta inteligencia humana, también puedes ver nubes negras en el cielo y suponer acertadamente que va a llover, sin necesidad de poseer ningún don profético.

IV-¿Los duendes son espíritus elementales? Los alquimistas del siglo XVI acaso hubieran respondido afirmativamente, pero hay otras opiniones. Algunos los consideran demonios de ínfima jerarquía, otros los identifican con los espíritus de los muertos, asimilándolos a los fantasmas, y no falta quien dice que son ángeles neutrales, que no tomaron partido en la guerra entre Dios y Satán, por lo que no pudieron permanecer en el Cielo ni tampoco ir al Infierno. Cierto clérigo español del siglo XVII llamado fray Antonio de Fuentelapeña dijo que eran “animales aéreos”, corpóreos pero invisibles, engendrados por la corrupción de los gases. Sin duda, el buen fraile tenía mucha imaginación y ni siquiera sus contemporáneos se tomaron en serio sus teorías (aunque debemos decir en su honor que se anticipó a Newton en su teoría de la atracción universal y que, como Julio Verne, predijo la existencia de la aviación y la radiotelefonía doscientos años antes de que existiesen).

V-¿Las hadas siempre son tan buenas como en las películas de Disney? Para nada. Los antiguos celtas y germanos temían a las hadas, pues, en vez de conceder deseos con sus varitas mágicas, tenían la costumbre de raptar mujeres y niños. Es cierto que se referían a ellas como “la buena gente”, pero era una costumbre frecuente en los pueblos primitivos ponerles nombres cariñosos o humorísticos a los seres temidos, como una forma de conjurar el miedo que inspiraban. Del mismo modo, los antiguos griegos llamaban Euménides (Benevolentes) a las Furias del Infierno o nosotros mismos llamamos “comadreja” (es decir, “pequeña comadre”) a un animal muy poco querido por los dueños de gallinas.

MITOS CREADOS POR EL CINE DE TERROR

 

Texto y fotografía: Javier Fontenla. Edición de imagen: Carlos Miranda.

Hoy en día la popularidad del género macabro no procede de la literatura, sino del cine. Así pues, hay buenos escritores de terror, como Ambrose Bierce, Arthur Machen, Algernon Blackwood o Clark Ashton Smith, que son muy poco conocidos, pero no porque les falte calidad a sus relatos, sino porque estos no cuentan con adaptaciones cinematográficas de envergadura. Por el contrario, otros autores, como Mary Shelley, Bram Stoker, Stephen King o Anne Rice, han sido mucho más afortunados en ese sentido. Gracias al cine, sus personajes gozan actualmente de una enorme popularidad, llegando a ser verdaderos mitos de la cultura occidental contemporánea. Dejando aparte la mayor o menor calidad de sus distintas adaptaciones a la gran pantalla, es relativamente frecuente que el cine en general (y los guionistas de Hollywood en particular) deturpen esa mitología, añadiéndole elementos que todos nosotros conocemos, pero que originalmente no formaban parte de sus raíces literarias o folclóricas. Aquí vamos a mencionar diez mitos de la fantasía gótica creados exclusivamente por el séptimo arte:

¿El monstruo de Frankenstein es malo porque le metieron en cabeza los sesos de un asesino? No. El monstruo, que, por cierto, no se llama Frankenstein (ese es el apellido de su creador) ni tiene ningún otro nombre en la novela original de Mary Shelley- se vuelve malo como reacción frente al rechazo social que sufre a causa de su aspecto.

¿Los zombis comen carne humana?  No.  Los zombis del folclore caribeño hacen poco más que trabajar en las plantaciones de los hechiceros que los sacaron de la tumba. El zombi carnívoro e insaciable que aparece en las películas se inspira más bien en los ghouls, demonios necrófagos del folclore árabe.

¿Para detener a un zombi hay que pegarle un tiro en cabeza? En realidad, no es imprescindible recurrir a medios tan violentos. Según el folclore caribeño, es suficiente con un puñado de sal para detenerlos o espantarlos.

¿La luz solar puede matar a los vampiros? Eso no se dice en el folclore ni en la literatura vampírica clásica. Por supuesto, los vampiros son seres nocturnos que pasan el día encerrados en sus tumbas, pero no consta que la luz solar pueda matarlos. La primera vez que sucede eso es en la película Nosferatu de Murnau.

¿Los vampiros siempre son elegantes aristócratas de melancólica belleza? No necesariamente. El vampiro atractivo y refinado nace con la obra de Polidori, quien le atribuye a Lord Ruthven ciertas características de Lord Byron. En el folclore centroeuropeo los vampiros casi siempre eran simples campesinos y presentaban un aspecto bastante repulsivo (nos referimos exclusivamente a los vampiros varones y no a las vampiras, quienes siempre han sido sensuales y hermosas).

¿Los vampiros se convierten en murciélagos? Eso depende de cada tradición cultural. En las leyendas grecorromanas generalmente adoptaban el aspecto de serpientes o aves nocturnas (recordemos que los murciélagos no son aves, sino mamíferos). Posiblemente la identificación del vampiro con el murciélago es un invento moderno, acaso motivado por el descubrimiento de quirópteros hematófagos en Sudamérica.

¿El licántropo es bípedo? Generalmente no (hablamos, por supuesto, de cuando está transformado en bestia). En las leyendas medievales el licántropo casi siempre era cuadrúpedo y parecía un lobo normal, aunque era más grande y carecía de cola.

¿La licantropía se transmite a través de la mordedura? No. Eso vale para el vampirismo, pero en la tradición folclórica la licantropía nunca procedía de una mordedura, sino de una maldición o de ungüentos mágicos suministrados por el Diablo.

¿El licántropo solo se transforma en bestia cuando sale la luna llena? No. Aunque hay algunas tradiciones que asocian la licantropía con la luna llena, es más frecuente que el hombre lobo se transforme voluntariamente y en cualquier momento, untando el cuerpo con el ungüento mágico que le ha suministrado el Diablo. De todas formas, es habitual que sus transformaciones se produzcan en invierno, precisamente cuando los lobos "normales" se muestran más feroces, o que coincidan con las noches de aquelarre (Halloween, Noche de Walpurgis, etc.).

¿Solo las balas de plata pueden matar al licántropo? No. En las viejas tradiciones es más frecuente que el licántropo pueda ser destruido con armas convencionales. Eso sí, después conviene quemar su cadáver, para evitar que su fantasma se convierta en un vampiro.

LOS MITOS DE CTHULHU

 

Texto: Francisco Javier Fontenla, basado en la obra de H. P. Lovecraft, nacido el 20 de agosto de 1937. Imagen: Pixabay.

El escritor estadounidense August Derleth denominó “Mitos de Cthulhu” a un ciclo de relatos macabros, que acabaría convirtiéndose en un auténtico subgénero dentro de la literatura fantástica moderna. Dicho ciclo abarca algunas novelas cortas y numerosos cuentos, escritos por diversos autores desde el siglo XIX hasta hoy. Si bien sus principales artífices fueron H. P. Lovecraft y el propio Derleth, no podemos olvidar a sus precursores (Edgar Allan Poe, Arthur Machen…) ni tampoco a sus epígonos (Robert Bloch, Ramsey Campbell…). La temática de estos relatos mezcla el terror con la ciencia-ficción y actualiza los tópicos de la novela gótica (criptas tenebrosas, bosques embrujados, viejas casas que guardan un secreto...), al mismo tiempo que recibe la influencia de las teorías científicas y filosóficas más modernas. Según la filosofía “oficial” de los Mitos de Cthulhu, antes de que existiera el ser humano la Tierra recibió la visita de varias formas de vida procedentes del espacio exterior. Esos seres de origen extraterrestre construyeron grandes ciudades, hoy desaparecidas bajo las aguas del mar, las arenas del desierto o los hielos de la Antártida. A pesar de ser criaturas muy evolucionadas intelectualmente, su vida en la Tierra no fue nada fácil, pues las distintas razas alienígenas tuvieron que enfrentarse entre ellas por el dominio del planeta. Entre las principales razas podemos destacar las siguientes:

-Los Mi-Go llegaron a la Tierra desde el planeta Yuggoth (hoy llamado Plutón). Actualmente solo aparecen por aquí ocasionalmente y cuando lo hacen permanecen ocultos en zonas montañosas, pues prefieren evitar contactos con la especie humana. De todas formas, puede ser que de vez en cuando algún granjero o investigador demasiado curioso desaparezca misteriosamente.

-Los Primordiales vivieron en grandes ciudades desaparecidas hace millones de años (de ellas solo quedan unas misteriosas ruinas en el corazón de la Antártida). No es buena idea acercarse a los vestigios de sus asentamientos, pues allí aún hoy acechan los soggoths, monstruos sin forma creados por los Primordiales.

-La Raza de Yith era seguramente la más evolucionada y misteriosa de todas estas especies. Sus miembros tenían el poder de proyectar sus mentes hacia los cuerpos de otros organismos, incluso a través del tiempo. Gracias a eso, los seres de Yith aprendieron los conocimientos acumulados por las demás especies evolucionadas, incluida la nuestra.

-Los Grandes Antiguos son, sin duda, los seres más conocidos y siniestros de la mitología lovecraftiana. Eran criaturas colosales, semejantes a dragones o pulpos gigantes, y vivían en ciudades de extraña arquitectura, cuyos extraños edificios ignoraban las normas de la geometría euclidiana. Sus ciudades fueron inundadas por el mar y los Grandes Antiguos entraron en estado letárgico, aguardando el momento propicio para despertar y destruir a la especie humana. A pesar de todo, hay hombres que los adoran como si fueran dioses y están dispuestos a ayudarlos en su reconquista de la Tierra.

Dejando aparte estas razas alienígenas, los Mitos de Cthulhu también hablan de otras criaturas igualmente misteriosas, pero que tienen su origen en este planeta:

-Los Profundos son monstruos marinos semejantes a los tritones de la mitología griega, pero mucho más horribles. En ciertas ocasiones mezclaron su sangre con la especie humana, dando lugar a razas híbridas de aspecto inquietante, que viven en las islas del Pacífico y también en cierta villa portuaria de Nueva Inglaterra.

-Los Gules no son monstruos exclusivos de la mitología lovecraftiana, pues ya aparecen en las leyendas de los antiguos árabes. Son bestias necrófagas semejantes a vampiros o licántropos, que viven bajo tierra y salen de noche para alimentarse de carroña, aunque también les gusta la sangre fresca. Al igual que los Profundos, pueden tener descendencia híbrida con los humanos.

Para finalizar esta breve exposición de la mitología lovecraftiana, debemos mencionar a sus dioses supremos (Azazoth, Yog- Sothoth, Nyarlathotep…). Todos ellos son malévolos y simbolizan una filosofía pesimista, según la cual los valores y sentimientos humanos carecen de toda importancia para el universo. A nivel cósmico no somos más que criaturas insignificantes, perdidas sin esperanza en un vacío tenebroso y hostil.

Como complemento de este artículo y ejemplo de los Mitos, añado mi adaptación de una breve historia de Lovecraft, "La colina de Zamán":

La gran colina se alzaba junto al viejo pueblo y su ladera –verde, empinada y cubierta de árboles que parecían espiar el campanario- empezaba donde terminaba la calle principal. Durante doscientos años habían corrido rumores sobre lo que sucedía en aquella colina maldita, historias de ciervos y pájaros que habían aparecido extrañamente mutilados o sobre niños perdidos que habían desaparecido para siempre. Un día el cartero no encontró a ninguno de los habitantes del pueblo, incluso sus casas habían desaparecido. La gente llegó de Aylesbury para ver qué había sucedido. Todos pensaron que el cartero se había vuelto loco, por decir que había visto los ojos hambrientos de la colina y sus mandíbulas abiertas.


LA ESTIRPE MALDITA (RESEÑA PERSONAL DE FONTENLA)

 



Texto: Fontenla. Imagen: portadas de la novela en Europa, diseño de Vault.

Mientras que la licantropía (es decir, la transformación mágica de una persona en lobo u otro animal semejante) es, sin duda, uno de los mitos más recurrentes dentro del género fantástico, son muy pocas las obras que tratan el fenómeno opuesto: el animal que se transforma en hombre y vive como tal, llegando a mantener relaciones amorosas -e incluso a tener hijos- con mujeres de nuestra especie. Y no es que falten fuentes folclóricas de semejante fenómeno: por ejemplo, las leyendas de los indios norteamericanos atribuyen el origen de ciertas tribus a la unión entre un ser humano y un animal, que tan bien podía ser un lobo como un perro o un castor. En China y Japón también se creía que algunos animales, especialmente los zorros y los tanukis, podían adoptar forma humana para gastarles bromas pesadas a los incautos. Sin embargo, dentro de la ficción moderna hay pocas obras que traten el tema: un cuento del escritor francés Boris Vian titulado El lobo hombre (que, por cierto, serviría de inspiración a cierta canción clásica del rock español), la hermosísima película anime de Mamoru Hosoda titulada The Wolf Children… y finalmente la nueva novela de Sara Lena Jiménez, que se titula La estirpe maldita y a la cual, gracias a la generosidad de Sara, he tenido el honor de aportar algunos granitos de arena.

Esta novela comparte muchos elementos con Un legado para Selene, incluyendo algunos personajes, la mezcla de distintos géneros (que van desde la novela histórica hasta el terror gótico, pasando por el thriller) y una forma magistral de fusionar lo real con lo fantástico, tal como no se había hecho desde que Guillermo del Toro estrenó El laberinto del fauno. La principal diferencia entre ambas novelas es que esta pone el foco en la licantropía, mientras que la historia de Selene giraba en torno al vampirismo. Otra diferencia notable es que La estirpe maldita se basa en la mitología ancestral de las culturas indígenas americanas, concretamente en la leyenda mexicana del Nahual (hechicero que adopta la forma de un animal mediante el consumo de pócimas mágicas). Por el contrario, Un legado para Selene se inspiraba en las leyendas macabras centroeuropeas, así como en la tradición gótica canonizada por Bram Stoker, aunque el legado espiritual de los pueblos prehispánicos también estuviera muy presente.

Yo creo ver otra diferencia de carácter más estructural. Mientras que Un legado para Selene se sustentaba sobre tres planos diferentes (los villanos, los héroes y los sabios), La estirpe maldita presenta una serie de dualidades, al mismo tiempo opuestas y complementarias. Entre ellas podemos destacar estas cuatro:

1-El ser humano (o aparentemente humano) frente al ser no-humano (de carácter bestial o sobrenatural).

2-La Historia (centrada en la guerra de la independencia mexicana y encarnada por los Villagrán) frente al Mito (los hechiceros y los Nahuales). La historia de los antiguos chichimecas se sitúa entre ambos polos.

3-El presente (Alberto) frente al pasado (Rodolfo).

4-Y, por supuesto, la dualidad esencial en todas las grandes aventuras: el Bien (lo que podríamos llamar humorísticamente el team-Alberto) frente al Mal (el team-Romualda).

A estas cuatro dualidades esenciales podemos añadir otras de carácter más abstracto, como la ignorancia (situación inicial de Alberto) frente al conocimiento (descubrimiento progresivo de la verdad) o la soledad (situación inicial de Rodolfo) frente a la difícil -pero no imposible- integración en un determinado colectivo (la pareja, la familia, el círculo de amigos o incluso el grupo de combate). En este sentido La estirpe maldita, al igual que Un legado para Selene, puede considerarse no solo una emocionante historia de aventuras fantásticas, sino también una novela de formación, a través de la cual el héroe descubre y desarrolla su verdadera personalidad. Esto no debe extrañarnos, pues, como dice la profesora de Peter Parker en cierta película de Spiderman, todas las historias tienen un único argumento: descubrir quién soy. Y en esta novela dicha premisa se cumple perfectamente… pero, eso sí, cambiando el quién por un qué.

En el este enlace podrás ver el booktrailer

Puedes leerla en este enlace:

Entrevista de los coautores, en el siguiente enlace: 👉 Sara Lena y Javier Fontenla.

Este libro está disponible en Amazon.

En México y el resto de Hispanoamérica (en este enlace).

En España y en resto de Europa (en este otro enlace).

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MIS RELATOS Y YO

 

Siendo hoy el día de mi cumpleaños, cuento con que la indulgencia del lector me permita hablar un poco de mis propios relatos. Y lo haré como si me estuviera entrevistando a mí mismo, mediante unas cuantas preguntas y sus respectivas respuestas.

1-¿Por qué escribo cuentos fantásticos? Esa es la pregunta más fácil de responder: única y exclusivamente porque me gusta. Aunque procuro escribir bien dentro de mis modestas posibilidades, mis únicas pretensiones al hacerlo son meramente lúdicas. En cuanto a mi preferencia por el género fantástico, se debe a que puede abarcar casi cualquier tema, incluyendo el terror gótico, la aventura épica y la anticipación científica.

2-¿Cuál es tu relato favorito? Esa pregunta ya no es tan fácil. Naturalmente, tengo mis preferencias, pero estas no son siempre las mismas y pueden cambiar en cuestión de días. No me atrevo a mencionar un solo título, pero sí puedo decir que, en general, les tengo más cariño a mis cuentos de fantasmas que a aquellos donde aparecen brujas, licántropos o vampiros. Si tuviera que elegir uno solo de mis relatos, creo que me quedaría con Amanda (porque suele ser el más apreciado por mis lectores, en cuyo criterio confío bastante más que en el mío propio).

3-¿Cuál es tu personaje favorito? Me gusta especialmente Yosuke Takeda, un ronin o samurái sin amo de la Era Meiji, porque es el más humano de todos mis personajes. Él no tiene poderes sobrenaturales de ningún tipo, sino que, según sus propias palabras, solo es "un hombre con una espada”.

4-¿Hay algo de ti en tus personajes? Me gustaría responder que sí, pero mentiría. En general, ellos no son como yo, sino, en todo caso, como a mí me hubiera gustado ser, que es algo muy distinto. Eso sí, tenemos algunos rasgos comunes: casi todos han nacido bajo el signo de Piscis, son solteros y prefieren pasar desapercibidos. Además, ni uno solo de ellos sabe conducir.

5-¿Cuál es el escritor al que más le debes? Eso no sabría decirlo, pero el escritor que me ha acompañado durante más tiempo ha sido, sin duda, Gustavo Adolfo Bécquer, cuyos cuentos de hadas me hechizaron siendo niño. De todas formas, considero que el escritor más entrañable del género fantástico es Julio Verne. Fuera de ese ámbito, he leído con especial fruición las novelas policíacas de Agatha Christie. En cuanto a las personas que conozco personalmente, estoy en deuda con Sara Lena (por haberme concedido su confianza como colaborador de sus propias novelas), con Jorge Emilio Bóveda (por haberme estimulado para participar con mis escritos en la Revista Inviable), con Enrique García Somoza (por haberme revelado las maravillosas historias que se esconden en el mundo de los cómics) y, por supuesto, con tod@s l@s amig@s y compañer@s que siempre me han motivado para escribir.

6-¿Cuáles son tus personajes de ficción favoritos? Me gustan especialmente los héroes oscuros tipo Batman: esos personajes solitarios, misteriosos y atormentados que, a pesar de no creer en la bondad humana, siempre acaban haciendo lo correcto. También siento debilidad por los investigadores de lo paranormal, como el agente Fox Mulder de la serie Expediente X.

7-¿Crees realmente en la magia y en los vampiros? Esa es la pregunta más difícil de todas, a la cual no puedo responder con un sí o un no, sino con una frase famosa: I want to believe.

UN LEGADO PARA SELENE (RESEÑA PERSONAL DE FONTENLA)

Hace algunas semanas se publicó en Amazon Un legado para Selene, novela de fantasía oscura escrita por la autora mexicana (y principal impulsora de este blog) Sara Lena Jiménez, con la modesta colaboración de quien escribe estas líneas.

 

Texto: Fontenla. Imagen: Pixabay.


Al igual que su compatriota Guillermo del Toro, Sara Lena posee el don de mezclar armoniosamente fantasía y realidad, terror y ternura, tristeza y esperanza, tal como demuestra sobradamente en esta obra, cuya historia no responde a un argumento rígido y monolítico, sino que abarca tres planos diferentes (sobre la importancia del número tres en la novela habría mucho que decir). Cada uno de estos tres planos puede relacionarse con un carismático personaje femenino, tal como mostramos a continuación:

1-El plano “siniestro” se corresponde con un personaje al mismo tiempo legendario y real: Elizabeth Báthory, condesa húngara del siglo XVII que fue acusada de asesinar doncellas para bañarse en su sangre. Al parecer, tales crímenes se debían tanto al sadismo de Elizabeth como a ciertas creencias supersticiosas, según las cuales bañarse en sangre virgen le permitiría conservar su belleza juvenil más allá de los límites ordinarios. En este personaje confluyen dos inquietantes mitos populares, el del aristócrata perverso que hace un pacto con el Diablo (otro conocido ejemplo es Gilles de Rais, cuyos crímenes inspiraron el cuento “infantil” de Barbazul) y el del vampiro seductor que busca la inmortalidad a través de la sangre (aunque el ejemplo más conocido es, sin duda, el conde Drácula, no debemos olvidar a las numerosas vampiras de la mitología antigua: Lamia entre los griegos, Lilith entre los hebreos, Lamashtu entre los babilonios, etc.). Podemos decir que Elizabeth es la “mala” de la novela, aunque su papel en la misma es mucho más complejo que el de una simple antagonista. La sombra masculina de Elizabeth es el atormentado vampiro húngaro Janós, quien además es el narrador de la historia.

2-Un plano “heroico” se corresponde con la “chica buena” de la novela, una preadolescente mexicana llamada Selene. Es una niña tímida y con problemas de integración, que se siente incomprendida tanto en el ámbito escolar como en el familiar. Ese sentimiento de desarraigo emocional se acentuará cuando descubra una terrible verdad sobre su origen, que la llevará al borde del suicidio. Sin embargo, Selene posee un extraordinario potencial interior que, a pesar de todas las dificultades, se irá desarrollando a lo largo de la novela. Sin dejar de ser un thriller sobrenatural, la historia de Selene también tiene mucho que ver con lo que los alemanes llaman Bildunsgroman o “novela de formación”, pues nos muestra un proceso de tránsito entre la ingenuidad infantil y la madurez emocional. La sombra masculina de Selene es su amigo Alberto (quien también guarda muchos secretos en su vida, pero esa ya es otra historia, que será contada en otra ocasión).

3-El plano “mágico” se corresponde con Xóchitl Teutle, abuela materna y mentora de Selene. Xóchitl es una mujer de raza india, muy sabia y bondadosa, que ha heredado las facultades mágicas de los antiguos chamanes olmecas. Si Elizabeth es “la villana” y Selene “la buena”, en cambio Xóchitl ejerce el papel de “maestra del héroe” (en este caso, de la heroína). Se trata de un rol básico en la ficción, que se remonta al arquetipo legendario del “mago bueno” (Merlín, el hada madrina de la Cenicienta…) y que llega hasta la cultura popular moderna, encarnado en figuras tan entrañables como Gandalf, el Maestro Yoda de Star Wars o la bruja Flora del manga Berserk. La sombra masculina de Xóchitl es su hijo Mario, padre biológico de Selene, que nunca deja de velar por su hija, ni siquiera cuando la muerte se interpone entre ellos.

Para terminar mi somera presentación de Un legado para Selene, que no pretende abarcar todos los matices de esta historia tan mágica y emocionante, solo me queda mencionar un pequeño detalle: Selene celebra su cumpleaños el tres de marzo, así que si la ves aún estás a tiempo de felicitarla.


Más información en 👉 este enlace.

EL ATAQUE DE LOS BERSERKERS (CUENTO FANTÁSTICO)

 

Este es un cuento de fantasía heroica, que pretende servir de homenaje al creador del género, Robert E. Howard, quien de seguir vivo hoy mismo celebraría su cumpleaños. Texto de Francisco Javier Fontenla. Imagen extraída de Pixabay.

Cuentan las crónicas que hace miles de años la remota península cimeria servía de refugio a feroces guerreros, que vivían de la piratería y solo temían a su reina, la valerosa Walerya. Esta nunca había querido compartir su trono con ningún hombre, pero tenía un hijo llamado Daurus y había adoptado a una niña huérfana, que se llamaba Eos y era hija de su viejo amigo, el general griego Hecateo. Por aquel entonces Daurus y Eos apenas habían llegado a la adolescencia y, aunque en el fondo se querían mucho, también tenían sus peleas y sus rifirrafes. Debemos tener en cuenta que Daurus siempre había vivido entre piratas de costumbres primitivas, mientras que Eos descendía de la aristocracia griega y se había criado en un entorno mucho más refinado.

En cierta ocasión los dos niños caminaban solos por las orillas de un caudaloso río, mientras mantenían esta edificante conversación:

-¡Eres un tonto, Daurus! ¡Y yo más tonta aún por acompañarte! Pensé que me ibas a enseñar algo bonito, como flores o pájaros, y no esas cosas horribles que llevas en el zurrón.

-¡Oye, perdona! Mis “cosas horribles” son mucho más bonitas que tú… ¡cara de pedorra!

-¡A que te las hago tragar, subnormal profundo!

De pronto aparecieron tres exploradores de un ejército enemigo, que atraparon fácilmente a los desprevenidos muchachos. Uno de ellos agarró el zurrón del indefenso Daurus y lo abrió para ver qué contenía. Entonces surgieron de su interior varias serpientes, que cayeron al suelo silbando y retorciéndose. Aunque eran totalmente inofensivas, su mera visión fue suficiente para asustar a los sorprendidos asaltantes, que soltaron a sus jóvenes prisioneros en un acto reflejo. Daurus aprovechó aquella oportunidad para hacerse con la espada del hombre que tenía más cerca y clavársela en el vientre. Los otros dos individuos se olvidaron de las serpientes e intentaron vengar a su camarada. Pero Eos le hizo la zancadilla a uno de ellos, que al caer también desequilibró a su compañero. Daurus actuó con rapidez y los mató antes de que pudieran levantarse.

Pero el peligro aún no había terminado. Eos y Daurus vieron cómo un barco lleno de guerreros se dirigía a la aldea de los piratas cimerios, con el evidente propósito de asaltarla. En aquella época la aldea estaba casi desguarnecida, pues sus mejores hombres y la misma Walerya habían partido hacia el sur en una expedición de saqueo contra las islas griegas. Para colmo de males, aquellos enemigos no llevaban armaduras, sino pieles de animales salvajes, lo cual quería decir que eran berserkers. Daurus, que generalmente era un chico muy valiente, palideció al verlos y le dijo a Eos:

-Los berserkers son los guerreros más peligrosos del mundo. Antes de entrar en combate toman una pócima que los hace invulnerables. Mientras luchan, no hay espada ni lanza que pueda detenerlos. Ni siquiera el fuego les hace daño.

Eos examinó el barco enemigo y le dijo al asustado Daurus:

-Eso no es cierto. Ninguna pócima puede volver invulnerable a un hombre. Lo que hace esa droga es impedir que sientan dolor. De ese modo, pueden seguir luchando hasta el final de la batalla, aunque estén heridos de muerte.

-¿Cómo lo sabes?

-Veo huecos en las bancadas de los remeros. Eso significa que algunos berserkers han muerto en batallas anteriores.

-Pero, de todas formas, no podremos vencerlos.

-Pues yo creo que sí. Ahora debemos ir a la aldea y avisar a los guardias. Mientras tanto, te contaré mi plan.

El barco de los berserkers no tardó mucho en llegar a las cercanías de la aldea, pero sus ocupantes no desembarcaron hasta que la pócima empezó a hacer efecto, convirtiéndolos en auténticas máquinas de matar, tan salvajes como lobos hambrientos. Pronto vieron a unos pocos guerreros cimerios, que los esperaban con sus lanzas delante de las puertas de la aldea, pero no se amilanaron, sino que aceleraron su marcha, impulsados por una incontenible sed de sangre. Y así fue como cayeron en la trampa, pues cuando se hallaban bajo los efectos de la pócima ganaban fuerza y resistencia, pero perdían toda su inteligencia. Aquellos supuestos guerreros que parecían aguardarlos no eran más que espantapájaros armados con palos, mientras que los verdaderos defensores de la aldea permanecían escondidos entre los matorrales. Cuando los berserkers estuvieron a su alcance, los cimerios se arrojaron sobre ellos desde ambos lados, atacándolos con las únicas armas capaces de detenerlos: grandes mazas de metal, con las cuales podían romperles los huesos de un solo golpe. Los berserkers no sabían responder a un ataque por sorpresa, así que fueron rápidamente masacrados.

Cuando terminó el combate, Daurus se acercó a Eos y le preguntó:

-Ahora que tenemos tiempo para hablar, ¿cómo es posible que una niña cursi como tú sepa tanto de estrategia?

Ella sonrió y le dijo:

-Cuando era pequeña estaba casi siempre enferma y no podía salir a jugar con mis amigas. Mi padre no quería dejarme sola y hasta recibía a sus subordinados en mi cuarto. A mí no me interesaban sus historias de batallas, pero, como no tenía otra cosa que hacer, ponía la oreja mientras hablaban y así aprendí algunas cosas.

Cuentan las crónicas que Daurus nunca más volvió a llamarla “cara de pedorra”. 

Tal vez te interese leer otros textos en honor a Robert E. Howard:

La historia de Hecateo (Javier Fontenla)

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