Texto: Fontenla. Imagen: La pesadilla de Fuseli (fuente: Wikimedia Commons.)
Evidentemente, desde un punto de vista racionalista todas las creencias referentes a duendes, fantasmas y demás habitantes del mundo invisible solo pueden ser falsas. Aquí solo vamos a hablar de algunas que también son discutibles para el folclore y la parapsicología.
I-¿Los fantasmas son eternos?
No está tan claro. Según ciertos parapsicólogos ingleses, las sombras de los
muertos parecen deteriorarse hasta desaparecer pasados cuatrocientos años (que,
de todas formas, es una edad bastante respetable). Sin embargo, existen
excepciones: en algunos lugares de Gran Bretaña se han visto espectros de
legionarios romanos, cuya edad no puede ser inferior a quince siglos.
II-¿Los fantasmas siempre son
espíritus o sombras de personas muertas? Es la creencia común, pero no es
necesariamente así. Supuestamente en varias ocasiones se han visto fantasmas de
personas que, en el momento de la aparición, aún estaban vivas y gozaban de
buena salud. Es bien conocido el mito germano del “doble espectral”, cuando ves
tu propio fantasma. Evidentemente, cuando lo ves aún estás vivo, pero quizás no
por mucho tiempo, pues la aparición del doble se considera un presagio fúnebre.
III-¿Los demonios pueden
predecir el futuro? Es cuestión de creencias: los brujos creen que sí (tal como
puede verse en el Macbeth de
Shakespeare) y la Iglesia Católica lo niega. Según la demonología cristiana,
los ángeles caídos no poseen el don de la profecía ni tampoco pueden efectuar
verdaderos milagros. Sin embargo, como son muy inteligentes, normalmente sus vaticinios
para el futuro acaban haciéndose realidad. Eso no significa que profeticen: tú,
con tu modesta inteligencia humana, también puedes ver nubes negras en el cielo
y suponer acertadamente que va a llover, sin necesidad de poseer ningún don
profético.
IV-¿Los duendes son espíritus elementales? Los alquimistas del siglo XVI acaso hubieran respondido afirmativamente, pero hay otras opiniones. Algunos los consideran demonios de ínfima jerarquía, otros
los identifican con los espíritus de los muertos, asimilándolos a los fantasmas, y no falta quien dice que son
ángeles neutrales, que no tomaron partido en la guerra entre Dios y Satán, por
lo que no pudieron permanecer en el Cielo ni tampoco ir al Infierno. Cierto clérigo
español del siglo XVII llamado fray Antonio de Fuentelapeña dijo que eran “animales
aéreos”, corpóreos pero invisibles, engendrados por la corrupción de los gases.
Sin duda, el buen fraile tenía mucha imaginación y ni siquiera sus
contemporáneos se tomaron en serio sus teorías (aunque debemos decir en su
honor que se anticipó a Newton en su teoría de la atracción universal y que,
como Julio Verne, predijo la existencia de la aviación y la radiotelefonía
doscientos años antes de que existiesen).
V-¿Las hadas siempre son tan
buenas como en las películas de Disney? Para nada. Los antiguos celtas y
germanos temían a las hadas, pues, en vez de conceder deseos con sus varitas
mágicas, tenían la costumbre de raptar mujeres y niños. Es cierto que se
referían a ellas como “la buena gente”, pero era una costumbre frecuente en los
pueblos primitivos ponerles nombres cariñosos o humorísticos a los seres
temidos, como una forma de conjurar el miedo que inspiraban. Del mismo modo, los
antiguos griegos llamaban Euménides (Benevolentes) a las Furias del Infierno o
nosotros mismos llamamos “comadreja” (es decir, “pequeña comadre”) a un animal
muy poco querido por los dueños de gallinas.