CHICA FANTASMA

Texto: Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.

Mark era un niño que había nacido con el don de ver fantasmas, aunque lo mantenía en secreto para todo el mundo, incluso para su propia familia. Cuando llegó al instituto, se hizo amigo de Berenice, una chica que se había suicidado varios años antes y cuya alma no podía descansar en paz. A Mark le daba mucha pena verla tan triste y sola, así que durante los recreos se sentaba con ella en cierto banco del patio, que los demás estudiantes evitaban porque allí siempre se notaba una extraña corriente de aire frío.

Una mañana Berenice vio a Mark algo preocupado y le preguntó:

¿Qué te pasa, Mark? Estás un poco raro… como si hubieras visto un fantasma.

Mark no pilló la ironía y respondió:

Es que mi amiga Eva y yo hemos quedado para dar un paseo por el bosque en plan novios, pero tengo miedo de meter la pata.

No te preocupes, seguro que todo sale genial.

Oye, Bere, ¿por qué no vienes con nosotros? Así podrás aconsejarme en plan celestina lo que debo hacer para quedar bien.

Ay, no sé… Las historias de amor no son precisamente lo mío.

¡Porfa, Bere! Sabes que confío en ti en plan hermana mayor.

Bueno, vale… Pero, por favor, deja de decir “en plan” cada dos por tres. Es como si yo siempre estuviera diciendo “qué pasa, tronco” en plan años noventa.

Oye, guapa, tú también acabas de decir “en plan”.

¡Ay, sí! Como decía mi abuela, todo se contagia menos la hermosura.

...

Aquella tarde, mientras Mark y Eva paseaban por el bosque acompañados por el espíritu de Berenice, aparecieron dos desconocidos, que golpearon a Mark hasta dejarlo inconsciente y raptaron a Eva. Cuando el muchacho recobró la conciencia, ya era casi de noche y a su lado solo estaba Berenice. Esta le dijo:

¡Por fin despiertas, Mark! Me tenías preocupada, estabas más pálido que yo.

Yo estoy bien. ¿Pero dónde está Eva?

Esos hombres la encerraron en una casa abandonada. Tuve que poseer el cuerpo de una lechuza para seguirlos.

¿De verdad puedes hacer eso?

¡Pues claro que sí! Todos los fantasmas podemos poseer un cuerpo vivo durante un rato.

Yo, en cambio, ni siquiera puedo llamar a la policía. Esos tipos me han robado el móvil y tardaré horas en llegar a casa.

No te preocupes, tengo una idea. Espérame aquí.

Dicho esto, Berenice desapareció en la oscuridad del bosque, pero volvió poco después acompañada por el espíritu de Bram el Poderoso, un fiero caudillo celta cuyo túmulo funerario se hallaba cerca de allí. Berenice le dijo al sorprendido Mark:

Estuve hablando con el rey Bram, quien accedió a ayudarnos, pues una buena acción lo ayudará a descansar en paz.

Antes de que Mark pudiera decir ni mu, el fantasma de Bram entró en su cuerpo, otorgándole destreza y valor. Cuando llegó a la casa abandonada, se enfrentó a los secuestradores de Eva, que estaba atada y amordazada en un rincón. Gracias al arrojo que le había transmitido Bram y a un palo que usó como bastón de combate, consiguió noquear rápidamente a uno de los criminales. El otro secuestrador intentó clavarle un cuchillo en la espalda, pero Berenice lo avisó a tiempo, lo cual le permitió esquivar la cuchillada y derribar a su segundo adversario. A continuación, desató a Eva y huyó con ella por el bosque, dejando atrás a los frustrados criminales.

...

Tiempo después, mientras Eva abrazaba a sus preocupados padres, Mark vio que Berenice estaba muy triste y le preguntó:

Bere, ¿por qué no te has ido al Cielo con Bram? Tú también has hecho una buena acción.

Berenice sonrió tristemente y dijo:

Nada puede borrar los errores que se cometieron en vida. Lo que retenía al espíritu del rey Bram en su tumba no era el peso de sus pecados, sino el maleficio de una bruja. Yo tuve que asumir su maldición para liberar su alma de modo que pudiera ayudarnos.

¿Y qué será de ti ahora?

Estaré doblemente condenada. Seré menos que un fantasma: ya no podrás verme ni oírme, ni siquiera te acordarás de mí. Pero yo nunca te olvidaré. ¡Hasta siempre, querido Mark!

¡No digas eso, Bere! ¡Tú siempre serás mi mejor amiga!

Entonces Eva, sorprendida por el grito de Mark, se acercó a él y le preguntó:

¿Con quién hablabas, Mark? Aquí no hay nadie.

Mark se quedó pasmado durante unos segundos y luego dijo:

No… no sé. Pensé que había alguien aquí, pero… ya no me acuerdo.

...

Era cierto: Mark había perdido todos sus recuerdos de Berenice, quien se dirigió al bosque llorando de tristeza. Se dijo a sí misma, mientras sus ojos muertos derramaban lágrimas espectrales:

Espero que Mark sea muy feliz con Eva. Pero yo estaré sola para siempre.

Entonces apareció delante de ella el alma de Bram. Berenice le preguntó sorprendida:

¿Pero usted no se había marchado al Otro Mundo, rey Bram?

Sí, pero he vuelto para saldar mi deuda contigo. Cuando llegué al Cielo, encontré un alma pura que deseaba conocerte, así que decidí guiarla hasta ti.

No lo entiendo. ¿Quién querría conocer a alguien como yo?

Entonces apareció el espíritu de un niño pequeño, que abrazó sonriendo a la sorprendida Berenice. Esta, atónita, le preguntó a Bram:

¿Pero quién es este niño?

El guerrero sonrió con una dulzura muy poco habitual en él y le dijo:

Es el alma del bebé que llevabas en tu vientre cuando moriste. Ahora debo volver al Más Allá, pero creo que él prefiere quedarse contigo. ¡Hasta siempre, amiga mía!

Berenice, llorando de nuevo (pero esta vez de alegría), abrazó al bebé, que también parecía muy feliz en los brazos de su mamá, y le dijo:

¡Mi niño! ¡Nunca más estaremos solos!

Y así, del mismo modo que algunos conocen la desgracia sin necesidad de ir al Infierno, en esta ocasión alguien encontró la felicidad sin necesidad de ir al Cielo.

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