El origen del monstruo de Frankenstein y su madre


  

El libro Frankenstein o el moderno Prometeo puede verse como una proyección psicológica de su autora. El famoso monstruo sin nombre fue concebido como resultado de un sueño y de un reto propuesto por uno de los autores más célebres de la época, el aristocrático y libertino Lord Byron, durante una reunión social en la cual dicho autor ejercía el papel de anfitrión. Se albergan hipótesis muy oscuras y morbosas sobre el interés del anfitrión en dicho evento, que se prolongó durante varios días. Algunos presumen que pudo tratarse de una discreta orgía, aunque se desconocen los detalles y la veracidad de dicha suposición. La creación de Mary Shelley también puede concebirse como un reflejo del malestar que sufría la joven escritora, a causa del rechazo social que le había acarreado su polémica vida. Algunas hipótesis señalan que probablemente se sintió culpable del suicidio de Harriet, la esposa de su amante y futuro marido, el también escritor Percy Shelley. Tampoco se puede descartar que la depresión provocada por la pérdida de sus hijos la llevara a concebir una criatura formada por fragmentos de cadáveres, a modo de resurrección simbólica de aquellas personas cuya muerte le habían provocado sufrimiento y cargos de conciencia.

La primera de las tres partes en las cuales se divide el libro incluye las cartas que un joven explorador inglés, el capitán Robert Walton, escribe a su hermana durante un viaje hacia el entonces desconocido Polo Norte. En el trayecto Walton encuentra a Víctor Frankenstein, quien ha llegado a las soledades árticas siguiendo la pista de un misterioso enemigo. El capitán consigue ganarse la confianza de Víctor, quien le cuenta su historia. La narración de Frankenstein constituye la segunda parte de la novela. Víctor empieza hablando de sus padres y de su hermana adoptiva, Elizabeth, con la cual estaba destinado a casarse desde la infancia. Luego habla de sus ambiciones intelectuales, que abarcaban tanto el estudio de las modernas ciencias naturales como la alquimia y el ocultismo. Tras la muerte de su madre, él se aleja de su hogar para realizar sus estudios universitarios y, tras sufrir varias frustraciones, conoce al profesor Waldman, cuyas ideas poco convencionales estimulan su curiosidad científica. Entonces Víctor empieza a realizar experimentos clandestinos con cuerpos humanos, buscando insuflar vida a la materia inerte. Sueña con recibir la alabanza de seres que le deban la vida, pero el resultado de sus experimentos le causa una enorme repugnancia y termina huyendo aterrorizado de su propia criatura. El monstruo que ha creado desaparece por un tiempo, haciendo que Víctor se sienta aliviado e incluso eufórico. Sin embargo, cae sobre él un profundo remordimiento, que se acentúa al descubrir los crímenes de su criatura, que siempre pesarán sobre su conciencia. Víctor se da cuenta de que su monstruo ha ejecutado el que sería su primer crimen, al revisar el lugar de los hechos y toparse con la criatura en el bosque, en medio de una tormenta eléctrica que le permite identificar la figura de su engendro tras ser iluminada por un relámpago. Él se siente el autor intelectual de su propia desgracia, que además arrastra hacia el abismo a todos sus seres queridos. El monstruo se encuentra con Víctor y, empleando un lenguaje bastante culto que ha adquirido leyendo libros por su cuenta, le narra su versión de los hechos, lamentándose de que todo el mundo lo rechace a causa de su aspecto, sin darle la menor oportunidad para manifestar la nobleza innata de su corazón. El repudio social lo lleva a odiar a la Humanidad y a querer vengarse de su creador. Pero luego le dice a Víctor que lo perdonará si se compromete a crearle una “Eva” que alivie su dolorosa soledad. Tras aceptar la petición del monstruo, Víctor se aleja de su familia y viaja a Inglaterra con su amigo Henry. Se instala en una pequeña isla escocesa, donde inicia nuevos experimentos, pero finalmente se echa atrás, pensando que crear un segundo monstruo sería un nuevo atentado contra la especie humana. El engendro, furioso al saberse traicionado, inicia una nueva serie de crímenes, con los cuales pretende vengarse de Frankenstein matando a sus seres queridos. Víctor, desesperado tras el asesinato de Elizabeth, persigue al monstruo por el mundo entero, hasta llegar al Ártico, donde lo encuentra Walton. En la última parte de la novela Víctor fallece de agotamiento y, para sorpresa de Walton, el monstruo entra en el barco para llorar por el hombre al que supuestamente odiaba. En realidad, él siempre había deseado el amor de su creador, al que consideraba su padre, y fue el rechazo de este lo que lo empujó a cometer tantas maldades. La novela termina con el monstruo perdiéndose en las soledades del Polo Norte, tras asegurarle a Walton que él mismo pondrá fin a su propia vida. Algunas hipótesis interesantes sobre la novela que hacen aconsejable su relectura son las siguientes: En monstruo jamás fue engendrado y, en realidad, solo existió en la mente de Víctor Frankenstein, quien sufría de una doble personalidad y cuya mente encubría sus propios crímenes achacándoselos al monstruo. Walton, Víctor y el monstruo eran la misma persona, al igual que el doctor Jekyll y Mister Hyde. De hecho, la lectura atenta del libro muestra numerosas similitudes entre los tres personajes principales (Víctor, el monstruo y el capitán Walton), sugiriendo una posible identidad entre ellos, al menos en el plano psicológico.

Algunos lectores afirman que la concepción tan perturbadora del libro se debió a que la autora sufría graves trastornos mentales, provocados por el tumor cerebral que acabaría llevándola a la muerte. Sin embargo, no debemos olvidar que el libro se publicó en enero de 1818 y que su autora falleció en febrero de 1851. Con treinta y tres años de diferencia esta hipótesis resulta fácilmente refutable e incluso, a nivel personal, me parece un tanto misógina. También se ha dicho que el libro fue escrito por Percy Shelley y que Mary se adjudicó su autoría para obtener un mayor beneficio, aprovechándose de la prematura muerte de su esposo. Esta confusión fue muy aceptada durante algún tiempo, pues el prólogo del libro había sido escrito por Percy, quien gozaba de una buena reputación como autor. Esta hipótesis también se respaldaba en el hecho de que entonces las mujeres no tenían acceso a la educación formal, algo que sí había tenido Percy.

La tecnología empleada en la creación del monstruo queda a la imaginación del lector, pues jamás se detalla en el libro. Sin embargo, sus versiones cinematográficas siempre recurren a la electricidad como el factor clave para darle vida al monstruo (en la novela la electricidad solo aparece explícitamente cuando el joven Víctor se siente fascinado por el poder destructor de los rayos, lo cual, unido a la lectura de viejos tratados de alquimia, acaba despertando su vocación científica). De todas formas, la concepción del libro coincide con una época en la cual los estudiosos del galvanismo observaban las reacciones musculares postmortem en cadáveres de animales (e incluso se montaban espectáculos teatrales en torno a dicho fenómeno). Por otra parte, en la revista Muy Interesante Historia se menciona que la autora escuchaba las pláticas de los intelectuales que visitaban a su padre, oculta bajo un sillón de la sala, y que uno de los ilustres visitantes fue precisamente el médico italiano Luigi Galvani, padre del galvanismo. Más allá de la trama, esta novela trata temas trascendentes, como la marginación, la ética científica e incluso el feminismo (obsérvese que todas las mujeres de la novela, a pesar de ser muy virtuosas, sufren una muerte terrible y que al monstruo hembra ni siquiera se le da la oportunidad de vivir).


autora: Sara Lena Tenorio.

Revisada por el filólogo Javier Fontenla.

Imágenes de Pineterst.

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