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A M O R S I N B A R R E R A S


Texto de Raquel Pietrobelli. Imagen de Pinterest. Este cuento fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Antonella lucía hermosa. Sus rulos rebeldes jugueteaban en su piel blanca, atrevidos. Los grandes ojos color miel se aterciopelaron cuando lo vio. El  deshabillé negro se movía, con aleteos de mariposa, mientras ella caminaba.

_   Pasá… ¿Querés una copita de champán?

Era la primera vez que la visitaba en su departamento. No dejó de asombrarse, al ver la botella que lucía frappé en la champanera, y dos copas de cristal, que los esperaban en una mesita de mantel rojo. Pequeños duendes oscuros se bamboleaban por el cuarto, al son de  las flamas caprichosas de las velas. La voz melosa de Stevie Wonder, brotaba de algún lugar escondido.

No podía dejar de mirarla, tirada en ese chaise-longue color damasco, con la copa en la mano, dejando adivinar, a través de la gasa,  unas infinitas piernas, en las que quería perderse ya.
El maquillaje impecable no disimulaba su belleza salvaje. Un halo seductor trascendía al rimmel y al rouge. Sin ellos, igual hubiera sido hermosa.
Siempre les pedía que no usaran colores chocantes y vivos. El negro lo atraía, tenía un raro imán para él. Era neutro, indescifrable, tenía el matiz  del  misterio del universo, de la
extrema quietud, de la nada. La ausencia del color, era la ausencia del ruido, la inverosimilitud  de la vida misma.

Algo estaba sucediendo en su vida. Ya le pasó con Ingrid, con Rosana, con Mariana, con Anahí… ¿Sería por los años, que iban avanzando, blanqueando sus sienes de plata, o por la atracción irresistible de la experiencia?

Las mujeres lo perseguían, lo acosaban. Ya nada quedaba de ese chico esmirriado y triste, maltratado por sus padres.

Había sido el hazmerreír de sus compañeros en la escuela, por sus grandes orejas de Dumbo, su andar desgarbado y taciturno. Un eterno acné le dio la estocada final, para que se vaya aislando de a poco.

Pasaron los años, y fue adquiriendo confianza en sí mismo.  

Los trajes importados, que disimularon toda imperfección, más el éxito en los negocios… Todo eso tal vez se conjugaba, para que estas mujeres se brindaran así, sin
condicionamientos, sin protestas, sin reclamos histéricos. Mujeres de mundo, que no exigían amor ni exclusividad. ¡Eran tan inteligentes!

Hace años que se había separado de su mujer, neurótica insignificante.
Desde entonces, sólo se dedicó a su trabajo. Amaba su trabajo. No lo cambiaría por nada del mundo. Definitivamente, allí estaba feliz.

Ahora se desquitaba de tantas humillaciones, de tantos rechazos. Volvió a entrever sus curvas, su piel de marfil lustrado, y no resistió más la tentación de acariciarla. De  deslizar lentamente las yemas de los dedos, como en una cámara lenta. Acarició sus manos, sus uñas carmesí, sus brazos de seda; se introdujo en la espesura del pelo y aspiró su perfume caro. Sus locas ansias ya no pudieron detenerse más, en un reconocimiento alocado. Deslizó la mano en el tobogán de sus muslos cálidos…

Una dulce droga empezó a invadirle las venas .Pero no pudo evitar volver a tener esos ramalazos del pasado, que cada tanto lo asaltaban. Siempre le ocurría lo mismo.
El pasado… El pasado… ¡Fue tan infeliz en el pasado! Una infancia que lo marcó para siempre, y las mujeres que lo rechazaban, por feo y torpe, no se acercaban demasiado, como temiendo infectarse.
Pero  éstas no eran horas de vacilación…Tenía que enterrar esos recuerdos para siempre. Su mano seguía resbalando por ese territorio ganado, trémulo, sin reservas ni tapujos.
Las respiraciones soltaron amarras, casi dolía la falta de aire en el ambiente. Ella abrió la boca, generosa, exigiendo placeres. Sus pechos subían  y bajaban, en un juego loco.

Hasta que los dedos se enterraron en la rosa húmeda, expectante, demandante.
Al fin la poseyó  con urgencias, con violencia… Ella exhaló un grito que inundó la quietud del cuarto blanco. Él sabía cómo  exaltarlas, cómo dominarlas. Todos estos años aprendió a ser hombre, con todas las letras. En el fondo, sabía que no era sólo cuestión de plata. Era su sabiduría para manipular los tiempos, su dominio en las caricias, el conocimiento de los recónditos lugares predecibles, las esperas acuciantes, lo que lo hacía irresistible. Él sabía cómo transformar una muñeca inerte, en un manojo de éxtasis. Él sabía de su superioridad, semental experimentado. En sus manos, ellas eran arcilla de lava y suspiros. Encontró la llave especial para hacerse desear, de complacer, dándoles la forma exacta de

vivir en una atmósfera de amor secreto y prohibido, que enloquecía los sentidos. También sabía que jamás lo dejarían. Nunca más irían con otro hombre, después de haberlo conocido. De eso estaba seguro.
Poco a poco, la calma volvió a aparecer.
Antonella se recostó en su pecho, extenuada. Tenía una sonrisa calma, la de la mujer querida y satisfecha.
El ring ring del teléfono lo sobresaltó. “El técnico del 901” hoy estaba insoportablemente molesto. ¡Cuánto trabajo lo esperaba mañana!
Se vistió rápidamente y controló todo. Los guantes y mascarillas, apilados prolijamente.
Miró el instrumental. Todo estaba en su lugar: el bisturí, las pinzas aserradas, el cuchillo de disección largo, las tijeras de coronaria, el martillo, el cincel, la sierra de rotación, las agujas y jeringas, el costótomo, los clamps, los retractores, las grapas, la cizalla… Todo
lucía resplandeciente. Ya los había desinfectado, como todos los días. Esperaban voraces, un nuevo cuerpo. Todo dispuesto para la próxima necropsia.

No podía evitar mirar esos aceros, embelesado, todos los días, antes de retirarse a dormir. Adoraba esos instrumentos, los mimaba, los lustraba. Eran sus propios hijos…

Miró el piso. Estaba limpísimo, pero ese odioso color café, jamás pudo quitarlo. ¡La sangre seca se adhería tanto! Era una mezcla de zumos de órganos, formaldehido y otros químicos.
Luego, repasó los frascos de formol, de diferentes tamaños y colores, todos etiquetados, con los corazones, los pulmones, los cerebros…
Todo estaba bien, como siempre. Al pasar por el espejo, se volvió a mirar las horribles
orejas de Dumbo… También notó que estaba en ebullición un nuevo cráter con pus, allí,
cerca de la nariz.
Antonella seguía durmiendo. Para no despertarla, con infinito cuidado, la volvió a vestir con la vieja bata rosa. Le ató el pelo desparramado en la bandeja, con una gomita de color y le volvió a colocar nuevamente la etiqueta marrón en el dedo gordo del pie derecho.
De un golpe seco, la introdujo en el nicho de la nevera. Antes de irse, aspiró por última vez, ese aire espeso de formol y muerte.    

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LA VIDA DE ELLA

 


Texto de Camilo Cuellar. Imagen de Pinterest. Este poema fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Ella solo piensa,

Ella solo dice,

Ella solo actúa,

La vida la llevó, 

La vida la sofocó,

Nadie sabe cómo

Todos la buscan.





La vida la condenó,

La vida la fructificó,

La vida se la llevó,

Nadie sabe que cuando,

Nadie dice que por qué,

Nadie sabe adónde,

Nadie sabe cómo se fue.





Qué es de la vida de ella,

Qué es de la vida vivida,

Qué es de su ser interno,

Qué es de su conocimiento,

Será que no volverá,

Será que no se mirará,

Será que no existirá,

Sera que no volverá.





La has visto en lugar,

La han visto posar,

El ser que se la llevó,

El ser que la atrapó,

Su vida se extinguió,

Su vida se desapareció

En su vida existió.


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Bloody


Texto de Valeria Verona. Imagen de Pixabay. Este cuento fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Cada vez que se encontraban era un reguero de sangre: él por la gran cascarita que tenía en el brazo; ella por el útero, como todas las mujeres. Solo que ella no dejaba de sangrar nunca.

Si iban a un restorán, él manchaba la mesa y ella, la silla. Los dos llevaban costras secas bajo la ropa y hedían a sangre seca, cosa que a ellos les divertía y los hacía olisquearse como perritos huérfanos. Cuando se bañaban juntos, el agua corría con un tono rojo. Ellos miraban, alborozados, y reían como niños. Si hacían el amor, se embadurnaban mutuamente con el líquido viscoso, se lo lamían y acababan como monstruos de frutilla, exhaustos en la cama empapada y tibia. Todo lo teñían de carmesí. Les encantaba.

Hasta que un día, ella empezó a dejar de sangrar de forma permanente y comenzó a ser solo en intervalos. Y a él empezó a cicatrizársele el gran raspón del codo y ya no se le arrancaba tan fácil la cascarita. Y ahí dejaron de sonreír. Hacer el amor en seco, sin sangre, les resultaba extraño e incluso un poco melancólico. Buscaban rastros, huellas, impresiones en los lugares a los que iban, intentaban sentir el aroma inconfundible del plasma, añoraban el placer orgánico de manchar todo, de chorrear, de impregnar de rojo… pero nada. Nada volvió a ser como antes. Ellos, tampoco y se sumieron en una lejanía poco familiar. Fueron distanciándose con el entorno, volviéndose taciturnos con el placer, desapegados con la alegría de vivir. Sus ojos se apagaron, sus voces se volvieron graves, sus cuerpos, pesados. No gozaban como antes, no reían como antes, no se buscaban.

La idea se le ocurrió a ella. Él la miró perplejo. ¿No sería ir muy lejos? No tenían nada más que perder. Ella parecía segura. A él eso le fascinaba. En rigor, ella los fascinaba y la seguiría por cualquier camino que ella tomase. Accedió. Ella sonrió, entre juguetona y triunfante. Se levantó y se escabulló al baño. Volvió con un estuche y sacó una hoja de afeitar y un bisturí viejo de su abuelo, que había sido cirujano. Dispuso ambos sobre la mesa y lo miró, divertida, casi exultante. Él echó un vistazo a la hojita de afeitar y luego el bisturí. Se decidió por el bisturí. Parecía más cómodo. “Empezá vos”, le dijo ella. Y él volvió a dejar el bisturí sobre la mesa, moviendo la cabeza de lado a lado. A ella se le borró la sonrisa y decidió tomarlo ella, con suavidad, como admirando un instrumento sofisticado. Se levantó, se acercó a él, estiró la mano con un ademán brusco y le cortó el hombro. Fue un corte impreciso, casi temeroso. Pero brotó la sangre de inmediato.

Estaban desnudos. Él se miró el hombro y esbozó una sonrisa. Se levantó, se puso frente a ella y le sacó el bisturí de la mano. No dejaban de mirarse a los ojos en ningún momento. Envalentonado, le cortó el pecho, sobre el esternón. Ambos sonrieron plenamente, como muestra de avidez. Ella estiró la mano y tomó la hoja de afeitar. Blandiéndola como un trofeo, sonriendo traviesa, se acercó a él, le dijo: “Ah, ¿sí? Ahora vas a ver…” y le cortó el brazo, con un tajo largo y exacto. De inmediato, él le devolvió la gentileza haciéndole un garabato en el vientre. Ambos quedaron hipnotizados por los chorros de sangre fresca, que dibujaban arabescos en la piel cercana al ombligo. Él se tentó, estiró la mano y empezó a esparcirle el flujo rojo por las costillas, por la cintura. Cuando iba a bajar al pubis, ella le hizo varios cortes en el dorso de la mano y se alejó de un saltito. Soltó al aire una carcajada y se echó a correr hacia el dormitorio. Él la observó embelesado. Ambos admiraron el sendero de sangre que habían trazado hasta la cama, las salpicaduras, los pisotones.

Se arrojaron sobre la cama como si fuera una pileta, se abrazaron, se pasaron la lengua y fueron por más. Entre beso y beso, se hacían un tajito aquí, otro allí. Retozaban como animales despreocupados sobre las sábanas, que ya estaban embebidas del líquido, al igual que sus cuerpos. Era todo éxtasis. Y entonces él cruzó la línea. No fue necesario que dijera nada: simplemente, se arrodilló en la cama, le tomó una mano y la miró a los ojos. Ella enseguida comprendió.

Entonces, extendió ambos brazos con las palmas hacia arriba. “No, así no. Uno cada uno”. Cómo amaba a ese hombre. Tomó la hoja de afeitar, tomó la muñeca de él y le abrió las venas sin dudarlo, con un corte profundo. Él mostró sus dientes en una mueca ambigua, entre el dolor y la sonrisa. Actuó rápido: tomó la muñeca de ella y le insertó el bisturí tan adentro que pudo sentir la resistencia de los tendones. “Te amo”, le dijo. Se acostaron, se abrazaron y se dedicaron a mirar los borbotones.


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ALLÁ MI AMOR

Texto de Óscar Iván Gómez. Imagen de Pinterest. Este cuento fue ganador del primer lugar del concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Flavio se divirtió toda la noche en el bar, luego de tener un día bastante pesado en la oficina, me lo merezco se decía para sí mismo. Era un hombre responsable y centrado en sus cosas además no tenía ningún tipo de compromiso. Luego de las una de la mañana decidió marcharse a su casa para poder descansar y cumplir al otro día con sus labores cotidianas. Camino tres o cuatro cuadras, y al voltear en la siguiente esquina, desde donde se podía ver su casa se percató que justo en el andén al lado de su antejardín se encontraba una mujer sentada sollozando y tiritando de frio, el hombre apresuro el paso y sin vacilar llego hasta donde ella se encontraba, que hace un dama a esta hora por este sitio tan solitario, que te pasa puedo hacer algo por ti – pregunto Flavio con un tono de amabilidad y caballerosidad – no mi amor tranquilo solo estoy un poco sensible y no sé cómo llegar a mi casa – contesto ella con una voz cálida y dulce- además está haciendo un poco de frio y me siento muy sola y abrumada porque nada en mi tiene sentido – termino agregando la mujer – yo te acompaño hasta tu casa, pero antes déjame invitarte a un trago o un café y me cuentas tu historia, igual te presto algo para que te abrigues y así puedas soportar el inclemente clima de la madrugada, sigue a mi humilde morada – la mujer después de tanta insistencia del caballero y con cierta timidez acepto ingresar al hogar de Flavio mientras le contaba su vida y sus penas y sufrimientos se fueron consumiendo las copas de vino, finalmente terminaron en la cama desnudos, exhaustos de tanto amor y pasión que se dieron. Cerca de las cinco de la mañana la mujer sobresaltada y preocupada porque debía llegar cuanto antes a su casa la cual quedaba un poco retirada de donde se encontraba, el hombre como buen caballero se ofreció a acompañarla y como aun hacia un frio aterrador le presto su chaqueta para que se cubriera con ella y se la devolviera luego, Mercedes como se llamaba la hermosa mujer accedió y se apresuró a salir ya en la avenida abordaron un taxi y en menos de treinta minutos estaban en su lugar de residencia se despidieron con un enorme beso con el compromiso de verse al día siguiente en horas de la noche cuando el hombre la recogería en su casa, ella ingreso a su casa que sobre salía de las demás por su lujosa apariencia y su enorme antejardín. Flavio regreso a su casa, sin cerciorarse de algunos detalles de lo que sucedía en el hogar de su nuevo amor, la ansiedad porque llegase la hora de la nueva cita, lo consumía poco a poco y lo desconcentraba por momentos de su trabajo. 

Finalmente llego la tan anhelada noche de la nueva cita con Mercedes sin perder tiempo para no hacerla esperar llego faltando cinco minutos para la hora acordada, luego de tocar a la puerta por varias ocasiones abrió una señora de avanzada edad vestida de negro a la cual se le notaba la tristeza y dolor por encima – buenas noches señor en que le puedo ayudar – si mi señora buenas noches es tan amable Mercedes, mucho gusto soy Flavio – la mujer lo observo fijamente – y usted quien es – un amigo mi señora – agrego él – mi hija se ha marchado para  siempre -  contesto al tiempo que soltó en llanto – mi pequeña se me ha ido por descuido mío antenoche se quitó la vida en su habitación y hoy en la tarde fueron sus honras fúnebres – un hielo espeluznante y tétrico recorrió todo el cuerpo de Flavio y le penetro hasta lo más profundo de sus huesos eso no puede ser posible, nosotros hablamos esa noche y de hecho se quedó en mi casa yo mismo la acompañé hasta acá ayer en la mañana la mamá incrédula y estupefacta con lo que escuchaba lo invito a que la acompañara al cementerio que quedaba cerca para que se convenciera por él mismo a lo cual él accedió ya allí en el camposanto se dirigieron hasta uno de los costados donde una tumba aun fresca adornada con varias ramos de flores y en su epitafio se leía a letra corrida “Mercedes De los Ángeles” aun lado estaba la chaqueta que el hombre le presto y al pie una nota que decía Te espero ALLÁ MI AMOR.

 OSIVAGO 2022 


   

 



 

El Nombre Prohibido

Texto e imagen de  Itzel Rosales Cuéllar. Este poema fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Ya no menciono tu nombre

ni lo escribo, ni lo pienso,

sigue rondando mi memoria

pero prefiero el lento olvido.


Queda un poco de ese azúcar

en mi sangre   y   el   sabor

de tu piel en mi lengua,

pero tu nombre… no lo quiero recordar.


Me perdí en medio de tus senos

y en lo blanco de tu cuello,

te gustaba lo que hacía,

para ti era placer,

para mí era la vida.


No sé lo que pasó,

por qué te deje respirar,

sólo quería verte de nuevo.


Tú vivirás, sé que ahora me maldices

pero no sabes la verdad, 

mi vida por tu vida, es sencillo.



Ustedes creen que no podemos morir

pero se equivocan…

No es la   madera,   no son las rosas,

es eso que también es misterioso 

para ustedes y para nosotros es fatal.


Ya no me puedo alimentar,

estoy encogida en mi cama

y   mi   piel   seca   se   cae   a   pedazos.


Sé que pronto moriré,

 que todo acabará,

porque aprendí de la peor manera

que un vampiro no se puede enamorar.


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Amor nocturno ( Peter Winchester)

Texto de Peter Winchester. Imagen de Pixabay. Este cuento fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Era de noche, Eric iba caminando hacia su casa después de un largo día de trabajo. En el camino, miró a una mujer parada en la acera de enfrente, estaba de espaldas, ésta dio media vuelta, miró fijamente a Eric y le sonrió. Era una mujer alta, pálida, de cabello negro, lacio hasta la cintura. Eric sonrió y prosiguió su camino. A la noche siguiente, Eric miró a lo lejos a la mujer en el mismo lugar, de pronto un hombre se acercó a la chica, sacó una navaja y la amenazó. Eric intervino de inmediato.

—¡Déjala en paz! —dijo Eric mientras le daba un golpe al agresor.

El hombre cayó al suelo, se levantó y huyó.

 —¿Estás bien? —preguntó Eric.

—Sí, gracias —dijo con voz temblorosa.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa?

—Sí por favor.

En el camino, la joven le dijo que su nombre era Jessica, había llegado hace un mes a la ciudad, trabajaba de secretaria y vivía sola.

—Aquí vivo, gracias por acompañarme, ¿quieres pasar a tomar algo? —dijo Jessica.

—No, gracias, ya es tarde y no quiero quitarte más tiempo —dijo Eric.

—Solo un ratito —dijo Jessica con sonrisa coqueta.

—Me encantaría, pero mejor en otra ocasión.

—Acaso, ¿no te gusto?

—Eres una mujer muy hermosa, ¿aceptarías ir a cenar mañana a las diez?

—Con mucho gusto.

Jessica le dio un beso a Eric en la mejilla y éste se fue. A la noche siguiente, durante la cena platicaron sobre sus pasatiempos. De regreso a la casa, Jessica lo volvió a invitar a pasar, pero en ese momento el padre de Eric le llamó para decirle que su madre había tenido un accidente.

—Se encuentra bien, pero será mejor que vaya a verla —dijo Eric.

—Está bien, que pronto se recupere.

—Gracias, mañana es domingo, ¿te gustaría ir a la playa?

—Este, yo —titubeó Jessica—, voy a salir con una amiga, pero nos podemos ver en la noche.

—De acuerdo, ¿podemos ir al cine?

—Sí.

A la noche siguiente, después de ir al cine, Eric se le declaró a Jessica. Cuando la fue a dejar a su casa, se despidieron con un beso.

—Te amo —dijo Eric.

Jessica bajó la mirada por un instante, después lo miró a los ojos.

—Yo también te amo.

—¿Nos vemos mañana para cenar?

—Sí.

Jessica entró a la casa y Eric se fue. Jessica iba a subir la escalera, cuando la voz de un hombre la detuvo.

—Es la tercera vez que llegas con ese hombre y no logras que entre a la casa.

Un hombre joven, de piel pálida, cabello negro hasta el hombro y vestido de negro estaba sentado en el sofá de la sala.

—Damián, ya te dije que él no es tan fácil de convencer como los otros —dijo Jessica acercándose a Damián.

—Hermanita, todos los hombres son iguales —dijo Damián y se puso de pie—, ninguno se resiste a una hermosa mujer, ¿o acaso te enamoraste de él?

—¡Claro que no!

—Eso espero, bien sabes que nunca debes enamorarte, has que entre o yo saldré por él.

A la noche siguiente, Eric esperó a Jessica en el lugar donde acostumbraban verse, pero Jessica no llegó. Le llamó a su celular, pero no le contestó. Preocupado fue a buscarla, tocó la puerta y Jessica abrió.

—¡Eric! ¿Qué haces aquí? —preguntó nerviosa.

—Como no llegaste, me preocupe por ti.

—Estoy bien, lo que sucede…

—Buenas noches —interrumpió Damián.

—Jessica, me dijiste que vivías sola —dijo Eric extrañado.

—Así es, yo acabo de llegar. Soy su hermano Damián, por mi inesperada llegada faltó a la cita.

—Mi nombre es Eric y soy…

—Su novio —interrumpió Damián—, lo sé, me ha hablado de ti, pero pasa para que hablemos.

Eric entró a la casa y Damián cerró la puerta. Cuando Eric le dio la espalda a Damián, éste abrió la boca, mostró sus colmillos y avanzó hacia Eric.

—¡Eric! —gritó Jessica.

Eric dio media vuelta y miró como Damián se acercaba hacía él. Jessica se paró enfrente de Eric y golpeó a Damián, éste cayó al otro lado de la habitación.

—¡No dejaré que le hagas daño! —dijo Jessica.

—¡Lo sabía! Te enamoraste de éste mortal —dijo Damián mientras se ponía de pie.

Damián se empezó a transforma, su piel se oscureció, sus orejas se hicieron puntiagudas, le crecieron los colmillos, le salieron garras y alas. Jessica también se transformo, ambos volaron y empezaron a pelear. Se daban golpes y usaban las garras como navajas. Damián le dio un golpe a Jessica que hizo que cayera y regresara a su forma humana.

—¡Eric vete! —gritó Jessica.

Damián avanzó hacia Jessica, ella agarró una silla y golpeó a Damián. Eric salió de la casa corriendo, llegó al departamento que rentaba, no podía creer lo que había pasado, de pronto alguien tocó la puerta.

—¡Eric necesito hablar contigo! —dijo Jessica.

—¿Qué quieres? ¿Matarme y beber mi sangre? ¡Vete!

—¡No! Déjame explicarte. Si, somos vampiros, durante siglos hemos atraído a hombres y mujeres para beber su sangre. Pero contigo fue diferente, nunca había conocido a alguien como tú. Por eso no dejé que te hiciera daño, te amo Eric.

Eric abrió la puerta y miró a Jessica con golpes y cortadas.

—¡Estás herida! ¡Hay que ir a un hospital!

—No por favor, estaré bien.

—Entonces pasa, te curaré.

Pero en ese momento llegó Damián.

—¡Los mataré!

Jessica entró al departamento y Eric cerró la puerta. Ambos salieron por una ventana y bajaron la escalera de emergencia. Damián rompió la puerta y salió por la ventana transformado. Voló hacia ellos y de un golpe los hizo caer, Eric se desmayó. Jessica se transformó y volvió a enfrentar a Damián. La batalla fue en el aire, pero Damián le dio un golpe y Jessica cayó transformada en mujer. En ese momento el sol salió, los rayos hicieron que Damián ardiera en llamas y se convirtiera en cenizas. Eric despertó, miró a Jessica tirada a unos metros de él, ella estiró el abrazo hacia Eric y él hizo lo mismo. Los rayos del sol hicieron que Jessica se prendiera en llamas.

—¡Jessica! —gritó Eric desesperado.

—¡Eric! ¡Te amo! —gritó Jessica y se convirtió en cenizas.

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SORPRESA Y SANGRE



Texto de: Víctor Hugo Barrera Arellano. Imagen de Pixels. Este cuento fue ganador del segundo lugar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".

Las lágrimas escurrían por las mejillas de Mireles Mazzitelli, luego de casi una hora conversar  con su amigo de la Universidad; Tristán Robinson. Ambos se confesaron todas las traiciones  recibidas de parte de Damián Cossío, ex novio de Mireles y ex amigo de Tristán.  

—¿Sabes? —decía Mireles recuperando el aliento—Siempre creí que fuiste mal amigo al  dejar que Damián se fuera del Estado, y me dejara por la ex que nunca superó. Pero, de nada  hubiera servido que intervinieras, si yo estaba cegada por una fantasía de relación que nunca  existió.  

—No sólo se burló de ti. Damián contó los secretos que le confiamos, a personas que después  los usaron en nuestra contra el resto de la carrera.  

—Supongo que hablas de tu ex. La del nombre raro.  

Yuna. Con quien, por cierto, Damián se acostaba mientras él andaba contigo, y ella  conmigo.  

—Ahora entiendo todo. En una ocasión me pareció verlos salir del campus, muy tomados de  la mano. El mismo día que él juró que siempre me amaría. Aunque al mismo tiempo se  acostaba con tu chica.  

—Esta conversación debió suceder hace más de diez años. Así nos habríamos evitado muchas  tristezas.  

—Creo que no fuimos tan amigos después de todo.  

Tristán negó mostrando nostalgia y frustración. Mireles lo tomó de la mano.  

—No te pedí salirnos de la reunión de ex alumnos, y tomarnos un café, sólo para hacerte  sentir culpable por lo que no hiciste en el pasado. Ya lo dijiste; tu entonces amigo también  se burló de ti.  

—¿Sabes qué me da más coraje? Diez años después él está casado, con dos hijos me parece,  y viviendo como si fuera el padre de familia perfecto.  

—¿Cómo sabes que está casado y tiene hijos? No me digas. Te buscó recientemente.  Tristán asintió.  

—También me buscó. Usó como pretexto perfecto la muerte de un ser querido por ambos.  Aunque esta vez yo ya no era la misma estúpida.  

Ambos vieron que sus ex compañeros iban saliendo del Auditorio de la Facultad. 

  

—No es justo que gente como Damián viva feliz fingiendo ser una persona íntegra, mientras  nosotros que sí lo somos, estamos solos y amargados—expresó Mireles—Deberíamos hacer  algo.  

—Algo ¿Cómo qué?  

—Una… Terapia de Venganza.  

Tristán la miró confundido.  

—¿Te importaría salir conmigo? —preguntó ella.  

—¿Cómo amigos?  

—Más que amigos. Pero sin involucrar sentimientos. Si alguno no está conforme, luego de  la primera vez, lo dejamos por la paz.  

Mireles le estiró la mano.  

—Hecho—Ambos estrecharon las manos y sonrieron emocionados.  

Tuvieron el primer motivo para salir; la renovación de votos matrimoniales de su amiga  Nelida Toscano. Desde que se encontraron para ir al evento, ambos sentían un deseo diferente  respecto al otro. El smoking lo hacía ver elegante e interesante. Mientras que ella robaba  miradas con un vestido pegado al cuerpo.  

No se separaron durante la ceremonia, ni la comida. Y aunque ninguno era buen bailarín,  decidieron acompañar al resto de los invitados en la pista. Lugar que presenció cómo la  cercanía entre ambos crecía a cada instante.  

—Necesito ir al sanitario—susurró ella a su oído—¿Me acompañas?  

Tristán asintió y ambos salieron de la pista.  

Los dos pasaron al sanitario. Él terminó primero, y decidió esperarla sentado en una palapa  ubicada lejos de la celebración. Ella se acercó sentándose junto a él, y mirándolo  seductoramente. Tristán le acarició la cara con su nariz y sus labios, le acarició las piernas  con sus manos, provocando que ella lo besara apasionadamente para luego montarlo y  sujetarlo con sus piernas. Se entregaron uno al otro sin darse cuenta que una persona los  espiaba y fotografiaba a lo lejos.  

— Hola guapo. 

— Yuna, ya te dije que no me llames en fin de semana. Mucho menos me envíes nudes. Estoy  con mi familia… 

  

—Las nudes no son mías, cariño.  

—¿Entonces? Si quiero ver parejas cogiendo, tengo porno… 

—¿Por qué no miras de cerca las imágenes? Tal vez te des cuenta que tu amada Mireles se  está dejando montar por tu gran amigo Tristán.  

Damián permaneció incrédulo. Pero revisó a detalle las fotos comprobando que Yuna decía  la verdad.  

—¿Cuándo pasó esto?  

—Hace una semana. Y se sigue repitiendo. Tengo más fotos si no me crees.  —¿Por qué no dejas en paz a Tristán?  

—Por la misma razón que tú estás casado con la mamá de tu primera hija, y con el amor de  tu vida al mismo tiempo. Y porque según recuerdo, juraste que nunca permitirías que Mireles  tuviera otro hombre en su vida más que tú.  

Damián miró de nuevo las imágenes mostrándose furioso.  

—Vaya sorpresa. Pero “sorpresa con sorpresa y sangre se paga”. Tristán aprenderá que  nunca debió meterse con lo que es mío.  

Mireles estacionó su auto afuera del departamento de Tristán. Éste la esperaba con maleta en  mano.  

—Antes de subir debo preguntarte: ¿Estás segura de querer continuar?  Mireles asentía y sonreía.  

—Entonces acabemos con esto de una vez.  

Tristán subió al auto y beso apasionadamente a Mireles. El vehículo siguió su camino  llevándolos hasta una cabaña ubicada en el bosque, a las afueras de la Ciudad. Ambos  aprovecharon el calor de la chimenea para hacer el amor en la alfombra hasta que la última  braza se apagó.  

Damián entró por la ventana del cuarto viéndolos acostados en la cama. Les disparó a ambos  en la cabeza para después escapar.  

Al llegar a casa, la policía interrogaba a Geli, quien señaló a su esposo una vez que lo vio  llegar.  

—¿Damián Cossío? —preguntó el Policía. 

  

—¿Qué sucede?  

— Está bajo arresto por el asesinato de su esposa Rosamund Lozoya y Leroy Melo.  

Los policías esposaron a Damián, luego lo subieron a la patrulla, mientras su segunda esposa  e hijos lloraban desconcertados.  

—Perdóname por habernos ido de la cabaña súbitamente—susurraba Tristán al oído de  Mireles—Pero esos amantes debían pasar ahí la noche.  

—No te preocupes amor. Ya todo terminó.  

Antes de dormir, hicieron el amor apasionadamente.  

CURRÍCULUM DEL ESCRITOR: 

2010-2011: Creador de la Biblia y Guiones por Episodio, en formato de cine,

de la Mini Serie de 10 Episodios “Protectores” 

2016: Novela de acción y ciencia ficción Legan: El ángel del futuro.  

2017: Saga de novelas de los

Héroes Mexicanos:

6 Deportistas y 1 Cantante”, “Los Amigos  Policías”, “Guitarra Poderosa” y

“Escuadrón Ciclotrón”. Novela de investigación: “La  Biblioteca Secreta: Evolución”.

Primera novela de la Saga Tiempo: “Tiempo: La Caída de  Babilonia” 

2018: Novela Precuela de las Sagas de los Héroes y Patriotas Mexicanos: “Sin Poderes:  Volumen Uno”. Saga de novelas de los Patriotas Mexicanos: “El Guardián”,

“Halcón  Peregrino”, “La Pandilla”, “El Maestro”. Segunda novela de la Saga Tiempo:

“Tiempo:  La Caída del Imperio Mattews”  

2020: Novela corta: “Kendon: Volumen Uno-Capítulo 1” 2021: Cuento para adolescentes y adultos: “Pelotón Azul (Blaue Abteilung)”


Entrada destacada

Sara Lena Tenorio

Mi nombre es Sara Lena, nací un día de primavera en la ciudad de México, soy autora de dos libros que forman una saga que, aunque ya está p...