Texto: Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.
La desaparición simultánea de doce menores coincidió con la del
excéntrico artista Michael Armitage, un músico y pintor de cierta fama en
círculos esotéricos. Esa extraña coincidencia (por llamarla de alguna forma)
provocó inevitablemente que las sospechas recayeran sobre él, especialmente
cuando los agentes encargados de registrar su domicilio encontraron el último
cuadro que había pintado: en él se distinguía al propio Armitage caracterizado
como el flautista de Hamelín, seguido por exactamente doce niños y niñas de
rostros difusos, pero cuyas ropas coincidían con las que llevaban los
desaparecidos. Sin embargo, todo intento de encontrar al presunto secuestrador
y a sus víctimas fracasó estrepitosamente, pese a la ardua labor de distintos
cuerpos policiales. Era como si se los hubiese tragado la tierra… o, más bien,
como si se los hubiera tragado el cuadro, hipótesis un tanto inverosímil para
el juez de instrucción.
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