Texto: Francisco Javier
Fontenla. Imagen: Carlos Miranda.
El escritor
estadounidense Robert E. Howard es recordado por ser el creador del género de
espada y brujería, pero también fue un importante autor de cuentos macabros. En Los hijos de la noche, uno de sus cuentos de terror más conocidos, aparece un tal Conrad, un intelectual enamorado de lo extraño
y paranormal, en cuya nutrida biblioteca figuran grimorios prohibidos y los
grandes clásicos de la literatura macabra.
En una de las primeras páginas del relato Conrad menciona
sus tres obras favoritas del género, que con toda seguridad también eran las
predilectas del propio Howard. Independientemente de que podamos tener otras preferencias, resulta interesante conocer esas tres obras maestras del terror.
La más conocida es La caída de la Casa Usher, una novela
corta escrita por el insigne Edgar Allan Poe. El narrador de la historia visita
la siniestra mansión mencionada en el título para pasar unos días con Roderick
Usher, un amigo de la infancia que vive atormentado por un extraño trastorno y,
sobre todo, por la enfermedad de su hermana Madeline. La situación del
desdichado Roderick ya parece bastante mala, pero quizás las cosas sean aún
peores de lo que parecen. Esta historia, además de terrorífica, es tan triste y
oscura que algunos han interpretado la Casa Usher no como un edificio real, sino
como una imagen simbólica de la depresión (al menos eso es lo que les enseña Adrien Brody a sus alumnos -y de paso a nosotros- en la película El profesor).
El sello negro es un episodio de la novela Los tres impostores, obra del galés
Arthur Machen, pero puede considerarse un relato en sí mismo. La narradora se presenta como una joven institutriz, encargada de educar a los hijos del sabio profesor Gregg. Este, tras realizar
una concienzuda investigación secreta, viaja a las agrestes colinas del País de
Gales, donde confirma sus teorías sobre la existencia de una raza humana prehistórica, físicamente degenerada tras largos siglos de aislamiento y endogamia. El monstruoso aspecto de esos seres y sus repulsivos rituales nocturnos, muy semejantes a cultos satánicos, habrían dado lugar a las viejas leyendas sobre duendes, aquelarres y demonios
que copulaban con las brujas. Pero el verdadero motivo de terror es la posibilidad de que esos extraños humanoides todavía no hayan desaparecido.
La llamada de Cthulhu, una de las principales obras de H. P.
Lovecraft, presenta un argumento semejante: el narrador es un erudito
estadounidense, que, mientras investiga la misteriosa muerte de su tío,
descubre un culto primitivo dedicado al siniestro
dios Cthulhu… para posteriormente descubrir otras cosas aún más terroríficas.
Curiosamente, Lovecraft era amigo de Howard y también tenía en gran estima los
dos relatos anteriores. De hecho, entre ambos autores hubo influencias mutuas. En las aventuras del guerrero picto Bram Mak Morn, uno de los principales héroes "howardianos", aparecen monstruos vinculados a la mitología de Cthulhu, mientras que Lovecraft menciona en alguno de sus relatos Cultos sin nombre, un libro prohibido inventado por Howard. Por cierto, en las aventuras de Bram también aparecen unos horrendos seres subterráneos, muy semejantes a los humanoides mencionados en El sello negro de Machen.
Estas son las tres obras de terror que más les gustaban al gran maestro Howard y al sabio erudito Conrad. Por supuesto, se trata de opciones subjetivas, pero siempre merece la pena darles una oportunidad. Quién sabe si no podrías estar de acuerdo con ellos.
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