EL TAXI




Texto de Scherezada. Imagen de Pinterest.


Mi madre murió cuando cumplí tres años, por lo que mi padre se hizo cargo de mí sin quejarse ni un solo día; al contrario, no hubo un día que no me recordara lo feliz y agradecido que se sentía por ser mi padre, y es por eso por lo que siempre dije que él fue el mejor padre y a la vez la mejor madre del mundo, porque siempre estuvo para mí; si necesitaba un consejo, allí estaba él para dármelo; si yo veía un vestido hermoso para el baile, sin dudarlo él ahorraba para comprarlo; si yo no entendía algo de la escuela, investigaba el tema y me ayudaba con las tareas; si estaba triste, sabía cómo hacerme reír y ayudarme a olvidar mis problemas, incluso me espantaba a los galanes incómodos.


Pero algo que debo reconocer es que, si como padre fue muy bueno, definitivamente como abuelo fue inmejorable.


Cuando Stefany nació me ayudó en todo. Yo soy madre soltera, por lo que mi padre fue de gran ayuda en todo lo posible, hasta que llegó esa terrible enfermedad, el Alzheimer. Cuando se lo diagnosticaron, repetía una y otra vez que no habría enfermedad que hiciera que nos olvidara a mi hija y a mí, pero sabíamos que tristemente eso ya no dependía de él. 


Con el paso del tiempo la enfermedad se fue haciendo notoria, comenzaron sus cambios de humor y sus olvidos de eventos inmediatos. Era terrible ver su sufrimiento en los momentos de lucidez, ya que se sentía inútil y al ser el hombre de la casa, como él se autonombraba, se sentía con la obligación de protegernos siempre, pero con esa enfermedad le resultaba casi imposible.


Yo no sé qué fue lo que al final terminó por matarlo, si la tristeza o la enfermedad, pero un día su corazón dejó de latir y murió en su cama, con una sonrisa en la cara, no sin antes decirme con los ojos cerrados, como hablando dormido, que le dijera a Stefany que siempre estaría para nosotras.


Para Stefany la muerte de su abuelo fue un golpe muy fuerte, en especial porque ella se encontraba viviendo y trabajando en el puerto Veracruz, que está a poco más de 390 km de donde nosotros vivíamos.


Vino por dos días, para asistir al velorio y al entierro, y luego regresó enseguida a Veracruz. La dejé marchar porque sé que ella es muy responsable en su trabajo, pero me preocupó verla tan consternada.


Al llegar al puerto me escribió para decirme que recién había aterrizado el avión e iba a tomar un taxi en la calle. Recuerdo que le insistí en que tomara uno de la terminal, pero me dijo que no iba tan lejos y que esos taxis eran de confianza.


Se subió y seguimos conversando por WhatsApp. Entonces ambas estábamos muy tristes y necesitábamos consuelo la una de la otra. Me dijo que extrañaba tanto al abuelo que sentía que lo veía en los hombres mayores que pasaban cerca de ella, que incluso al taxista le había encontrado mucho parecido con él. Según me dijo, ambos eran hombres canosos y de una edad similar, por lo cual no era difícil encontrar un parecido entre ellos, más aún teniendo en cuenta lo sensible que estaba mi hija en aquel momento.


Mientras se dirigía a su casa recordamos los últimos días de mi padre y a ambas se nos salieron las lágrimas, pero en un punto ella cayó en la cuenta de que ya había pasado más tiempo del que normalmente llevaba el recorrido. Y cuando miró por la ventanilla vio que, en efecto, habían dejado atrás la calle donde vivía; entonces comenzó una angustia y una desesperación para las dos, ya que, cuando le pidió al hombre que se regresara o se detuviera, este solo la ignoró. 


En aquel momento le marqué para saber qué estaba ocurriendo, fue lo único que se me ocurrió, me sentía bloqueada, no sabía cómo pedir ayuda y Stefany me decía que el hombre no dejaba de conducir. De repente la llamada se cortó.


Pasaron dos largos minutos hasta que me volvió a marcar un poco más tranquila, me comentó que el chófer la había llevado hasta el malecón (que está más o menos a cinco minutos de su casa) y la regresó de nuevo, sin decir nada. Luego se estacionó a dos calles de su casa y la dejó bajar sin decir nada y sin cobrarle.


Al irse acercando vio que había mucha gente y con una voz de asombro me dijo que los vecinos le contaron que hubo una persecución de dos hombres armados, que se habían metido en su casa para esconderse y que justo en aquel momento se los estaban llevando detenido. También le dijeron que de haber llegado unos minutos antes quizá la hubieran tomado como rehén.


Ahora entendí a lo que mi padre se refería cuando dijo que siempre estaría para nosotras y que nos cuidaría desde dondequiera que se encuentre.


¡Gracias por todo, padre!


SCHEREZADA

Edición y correcciones por: Javier Fontenla y Sara Lena.

3 comentarios:

William Martínez "el gato" dijo...

Es una historia triste pero al mismo tiempo intrigante, solo Dios sabe como hace sus cosas y en Shcerezada encontro el don de escribir. Gracias

Sara Lena dijo...

Concuerdo en que la autora Scherezada tiene ese maravilloso don de la escritura, que nadie sabe donde reside, pero que se percibe con claridad. Gracias por darnos su opinión.

Oscar Rivera-Kcriss dijo...

Scherezada, eres estupenda escribiendo. La verdad es que, a las personas buenas siempre hay un ángel que las protege. Es algo inexplicable, pero suele escucharse este tipo de relatos por doquier. Nuestros seres queridos nos protegen desde el cielo y junto a ellos, nuestro ángel de la guarda asignado por Dios.
Felicitaciones. Me ha encantado leerte. Puedes aprovecharlo para sacarle más historia. Dios te continúe bendiciendo y acrecentando en ti esa creatividad. Abrazos desde Medellín Colombia. 🤗🤗🤗👌👌👌👏👏👏

Entrada destacada

Sara Lena Tenorio

Mi nombre es Sara Lena, nací un día de primavera en la ciudad de México, soy autora de dos libros que forman una saga que, aunque ya está p...