Texto: Robert Ervin Howard (1906-1936). Traducción: Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.
Cuando la oscuridad
se cierne sobre los montes y las estrellas emiten un resplandor espectral, los murciélagos vienen volando desde el valle y desde el río. Dan vueltas y más vueltas mientras entonan una canción infernal: “Una vez fuimos reyes, gobernábamos un mundo
embrujado y todo nos pertenecía. La diadema del poder coronaba nuestras
cabezas, pero entonces el rey Salomón nos convirtió en bestias y destruyó
nuestra gloria.” Siguieron dando vueltas en torno al sol poniente, hasta que su
vuelo fantasmal se desvaneció en la noche. ¿Qué fue su canción sino el murmullo
de unas alas moviéndose bajo las estrellas? ¿O acaso fue el lamento de una
horda de fantasmas, que aún hablan en susurros de su olvidada grandeza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario