FALSAS CREENCIAS SOBRE LA MITOLOGÍA CLÁSICA

 

Texto: Javier Fontenla. Fuente de imagen: Pixabay.

Mito 1: Las sirenas eran hermosas mujeres submarinas con cola de pez.

En realidad, la imagen de las sirenas que todos conocemos -hermosa mujer con cola de pez- es relativamente moderna, pues en la mitología griega se describen como aves con cabeza de mujer (y, por supuesto, no viven en el fondo del mar, donde sus alas les resultarían inútiles, sino en las rocas de ciertas islas salvajes). La sirena pisciforme probablemente surgió tras el encuentro entre un manatí y un marinero con demasiada imaginación. Para que luego hablen de Disney…

Mito 2: Aquiles era invulnerable.

Se suele creer que el gran guerrero Aquiles era prácticamente indestructible, pues siendo niño su madre, la diosa Tetis, lo había sumergido en las aguas sagradas de la Estigia (desgraciadamente, lo había sujetado por el talón, de modo que esa parte de su anatomía siguió siendo vulnerable). Pero, en realidad, esa leyenda surgió en los últimos tiempos de la Antigüedad y es muy posterior a los poemas homéricos. En la Ilíada se dice que Aquiles es el más fuerte, rápido y valiente de los guerreros griegos, pero en ningún momento se menciona esa presunta invulnerabilidad, que, por otra parte, contradice la visión clásica del héroe como alguien que no teme desafiar a la Muerte (si el héroe fuera inmortal o invulnerable, ese desafío no existiría y, por tanto, sus hazañas carecerían de mérito). Por otra parte, tal como dice el propio Aquiles -o sea, Brad Pitt- en la película Troya, "si eso (que soy invulnerable) fuera cierto, no necesitaría armadura".

Mito 3: La historia de Ulises tiene un final feliz.

Ciertamente la parte de su historia que conocemos a través de la Odisea termina con un feliz reencuentro familiar, pero Homero no nos cuenta qué le pasa después. Según ciertas tradiciones, fue desterrado de Ítaca, como castigo por haber masacrado a los pretendientes de su esposa Penélope, y murió lejos de su querida isla natal. Dante también le atribuye un final trágico al héroe: según la Divina Comedia, naufragó mientras intentaba explorar el Atlántico y, para colmo de males, fue al Infierno como castigo por todos sus embustes. Tampoco faltan quienes dicen que Ulises acabó repudiando o incluso asesinando a la propia Penélope, como castigo por no haberle sido tan fiel como suele creerse. Según otra tradición, Teógono, hijo natural de Ulises y de la hechicera Circe, llegó a Ítaca en su busca, pero al encontrarlo lo mató por error. Posteriormente Teógono se casó con Penélope, su madrastra política, mientras que Telémaco, el hijo legítimo de Ulises y Penélope, se casó con Circe, madre de su hermanastro (para que luego hablen de las telenovelas...). 

Mito 4: La historia de Jasón y Medea tiene un final feliz.

Después de un largo y peligroso viaje, Jasón consiguió robar el Vellocino de Oro con la ayuda de su amante, la hechicera Medea. Una vez obtenida aquella valiosa reliquia, volvió a Grecia, para recuperar el trono que su malvado tío Pelías le había arrebatado siendo niño (una vez más intervino Medea, quien acabó con el usurpador haciendo que sus propias hijas lo descuartizaran). Pero la cosa no terminó ahí: Jasón y Medea habían tenido dos hijos, pero, cuando ella dejó de resultarle útil, él decidió repudiarla para casarse con la princesa Creúsa, quien le proporcionaría un matrimonio mucho más ventajoso. Entonces Medea, furiosa a causa de los celos, asesinó a Creúsa con una túnica envenenada y mató a sus propios hijos, para luego huir en un carruaje arrastrado por serpientes voladoras, dejando a Jasón hundido en la desesperación.

Mito 5: La historia de Hércules tiene un final feliz.

Hércules consiguió superar exitosamente las doce pruebas que le había encomendado Euristeo como medio para expiar sus pecados. Pero la cosa no termina ahí: una vez realizadas sus hazañas, Hércules se enamoró de la princesa Deyanira, pero el centauro Neso también se fijó en ella e intentó raptarla para violarla. Entonces Hércules mató al centauro, usando como arma una flecha envenenada con la sangre de la Hidra de Lerna. El moribundo Neso le dijo a Deyanira que guardara algo de su propia sangre y que se la suministrara a Hércules como ungüento amoroso. Pasado el tiempo, Deyanira pensó que Hércules ya no la amaba tanto como antes y, para evitar que la abandonara, le regaló una túnica teñida con la sangre de Neso. Pero esta se había vuelto tan venenosa como la de la Hidra y abrasó el cuerpo de Hércules, proporcionándole al héroe una muerte lenta y dolorosa, así como una venganza póstuma al astuto Neso.

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