Texto: Robert Burton, adaptado por Javier Fontenla. Imagen: Pixabay.
Cuenta Filóstrato en su libro Vida de Apolonio que un joven de veinticinco años, llamado Menipio Licio, conoció en el camino de Corinto a una hermosa dama, la cual dijo ser de origen fenicio. Esta llevó al joven a su suntuoso palacio, donde se ofreció a cantar y danzar solo para él, mientras ambos gozaban de todos los placeres que pueden proporcionar el vino y el amor. Menipio era un filósofo y había aprendido a controlar sus pasiones, pero no pudo resistir los embates del amor y decidió contraer matrimonio con la fenicia. Entre los invitados a la boda estaba el sabio Apolonio de Tiana, quien no se dejó engañar por las apariencias y vio que aquella mujer era, en realidad, una lamia (vampiro de la mitología griega, que adoptaba hermosas apariencias para seducir a los incautos y beber su sangre). Al verse descubierta, ella se echó a llorar y le rogó a Apolonio que no revelara su secreto, pero el sabio, indiferente a sus lágrimas, le dijo a Menipio que estaba "abrazando a una serpiente"; entonces tanto ella como su palacio ilusorio se desvanecieron para siempre.
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