Lanmou Mouri

Texto e imagen de Aldebarán de Canis. Este cuento fue seleccionado para participar en el concurso "cuentos y poemas de amor oscuro".


Marion se encuentra absorta en el ir y venir de la aguja sobre la tela que tiene entre sus esbeltas manos. Hilo escarlata entrelazado en una hilera de puntos que unen el brazo de aquel pálido muñeco relleno de algodón. El ritual está casi en su póstuma consumación. La luz de las veladoras tintinea sobre la ofrenda infestada de pétalos purpúreos. El aroma que desprenden los inciensos se esparce por toda la habitación. Solo hacen falta algunas cosas para que el muñeco esté listo, solo algunos ingredientes de suma importancia para que aquello tenga el poder que ella le quiere otorgar.  

Abre un cajón en la delicadeza del acto, y extrae de él un pequeño cofre de madera que coloca sobre su mesa de trabajo. Lo abre, exponiendo el siniestro contenido que hay dentro: un mechón de cabello, cuatro dientes molares, una toalla femenina manchada de sangre y una fotografía que retrata a una bella adolescente. Cada uno de estos objetos pertenecen a quien es el amor platónico de Marion. Son los vestigios de una bella mujer llamada Fernanda, de quien Marion se enamoró en el transcurso de los meses desde la primera vez que la conoció. 

Para Marion fue fácil adquirir tales objetos. Los tomó una noche en la que ambas estaban en una pijamada, dentro de la casa de Fernanda. Cuando ella se hubo distraído, Marion se introdujo en la habitación de su madre para profanar su tocador, buscando en cada cajón lo que ella sabía que iba a encontrar, porque ella estaba segura de que aquellas cosas estaban ahí, en alguna parte; el tipo de madres como la de Fernanda son de las que suele guardar los restos de sus pequeños como recuerdos, como si fueran asesinos en serie guardando los restos de sus víctimas. Marion estaba en lo correcto; porque, como la pequeña bruja que era, encontró lo que sabía que iba a encontrar. 

En cuanto a la toalla sanitaria… solo tuvo que introducirse en el baño que usaba Fernanda, y extraerla del bote de basura.

Ensancha con los dedos una abertura que ha creado en el muñeco, e introduce en su interior el contenido que hay en el cofre. Toma una aguja canapé y comienza a cerrar lo que parece una herida en el costado de la muda figura de tela. Mientras va hilando punto por punto, pronuncia una oración que se propaga en la habitación como una letanía mística y profana, siendo ésta pronunciada en lengua haitiana, con una entonación en la voz que desvela los sentimientos que Marion ha sentido por Fernanda desde aquel momento, sentimientos que, con el tiempo, se hicieron más profundos.

Al terminar la última costura, la suave voz de Marion se acalló, tras escuchar una fuerte exhalación a sus espaldas, proveniente de la cama donde reposaba el cadáver de Fernanda. 

Marion se volvió hacia ella, envuelta en una excelsa felicidad ante los frutos de su trabajo, y corre para abrazar a Fernanda y ofrecerle sus cálidos besos.

Fernanda no hace más que emular gruñidos y crear chasquidos con los dientes, mientras el rítmico sonido de un corazón palpitante se escucha en el interior del muñeco de tela.

Elige tu texto favorito de entre los concursantes, entra a este enlace para consultarlos todos. Al final encontrarás la liga para dejar tu voto.


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