El asesino de las noches de luna llena



Texto de Pedro Zavaleta Flores. Imagen de Pinterest.


Los asesinatos en el pueblo habían aumentado, nadie sabía quién era el asesino. Solo que ocurrían por las noches de luna llena. Así que tomaron la decisión de no salir de noche. Sin embargo, el culpable había empezado a entrar a las casas. Nadie sabía quién sería la próxima víctima, solo que en algunas noches entraba a alguna de las casas y el terror se apoderaba del lugar. Se escuchaban los gritos de las víctimas y nadie se atrevía a ayudar por miedo. Al día siguiente, los pobladores iban a ver la escena de terror y a enterrar los cuerpos de las víctimas. Los rumores llegaron a oídos de un cazarrecompensas. Tenía cuarenta años, barbado, su mirada era fría y vestía de negro. El hombre llegó al pueblo y les dijo a los habitantes que el culpable era un licántropo. Nadie le creyó, pero estuvieron de acuerdo en pagarle si acababa con el asesino.

Los días pasaron, el cazarrecompensas seguía vigilando, pero al parecer el asesino sabía que lo esperaban. Al no haber más asesinatos los habitantes del pueblo se calmaron y volvieron a su vida normal. Una noche una de las familias más ricas del pueblo salieron de viaje. El cazarrecompensas pensó que quizás el asesino aprovecharía para atacar. La familia subió al carruaje y el cazarrecompensas los siguió en su caballo a una distancia prudente para que no se percataran de su presencia. Una neblina cubrió la noche, el caza recompensas perdió de vista al carruaje, escuchó un gran ruido seguido de unos gritos de terror. El cazarrecompensas apuró el galope, en ese momento la neblina desapareció, el cazarrecompensas detuvo el caballo. Ante él estaba el carruaje volcado y un licántropo encima con el hocico lleno de sangre de sus víctimas. El cazarrecompensas sacó su rifle y disparó. La criatura esquivó la bala y huyó hacia el bosque, el cazarrecompensas lo siguió a pie. En la oscuridad no se distinguía nada, el licántropo salió de su escondite y se abalanzó al cazarrecompensas, éste cayó al suelo. La criatura lo intento morder pero el cazarrecompensas sacó un cuchillo de plata y atravesó el cuerpo del atacante. El licántropo se empezó a transformar en hombre.

El cazarrecompensas llevó el cuerpo al pueblo, allí lo reconocieron. Era un hombre solitario, callado, que vivía a las afueras del pueblo, había sido la primera víctima o al menos eso habían creído.

Autor



Pedro Zavaleta

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